Apuntes

ATENCIÓN: LEER PRIMERO “PASADO DESAPERCIBIDO

Viajar enseña mucho. Conocer lugares, sociedades y culturas puede hacerte rico en sabiduría y vitalidad; puede llegar a cambiar a la peor de las personas y convertirla en alguien mucho mejor, más comprensible, tolerante y generoso. Puede tomar al anciano cascarrabias y hacer de él un niño alegre y juguetón.

Yo he viajado poco en la distancia: un par de veranos a Torrevieja y un viaje de fin de curso a una casa rural de Albacete. Pero soy pionero en un nuevo tipo de turismo… el turismo a través del tiempo. Pocos han viajado más que yo en el tiempo, solo mi tío me supera o, al menos eso creo.

El anciano cascarrabias del que hablaba antes podría ser perfectamente mi tío, era un auténtico gilipollas hasta que fabricó la máquina del tiempo y, esta máquina le ha cambiado totalmente, desde entonces puede ser agradable incluso cuando está despierto. Pero también es verdad que ahora le veo muchísimo menos que antes, pues no para de viajar en el tiempo y a veces me preocupa porque se tira días fuera.

Yo también he cambiado para mejor. Antes era un chico más, que estudiaba y salía los fines de semana a emborracharse, ahora prefiero dedicar uno de esos días del fin de semana a viajar en el tiempo, aunque eso sí, con mi tío.
Él no me deja utilizar la máquina solo y es algo que no comprendo, pues no se necesita un conocimiento específico, es fácil su uso y bastante intuitivo, y me considero una persona responsable y apuesta, aunque esto último no entre en los requisitos necesarios para este tipo de viajes.
Quiero viajar en el tiempo y sin el pelmazo de mi tío, autoritario y cascarrabias… sí, retiro lo dicho anteriormente, mi tío sigue siendo un gilipollas y nada agradable, ni a la vista, ni a los oídos, y tampoco al olfato, pero eso es otro tema.

Como iba diciendo, yo he cambiado para bien. Todos los saberes que me ha proporcionado viajar, ya sea al pasado o al futuro, me han hecho crecer en todos los aspectos, incluso mi pene es más crecidito, pues os aseguro que el mercado del futuro será mucho más completo y atractivo dentro de tan solo cien años.
Ahora me presento como una persona distinguida que cualquiera querría conocer, charlar y entablar amistad y es que, desde entonces ligo mogollón.

Esta habilidad me ha hecho conocer a la que es hoy en día mi acompañante sentimental, una chica con la que me gusta estar y ver pasar el tiempo (sin utilizar la máquina, claro), con ella estoy a gusto.
Bueno, pues he decidido mostrar a mi novia el gran invento de mi tío, pero claro, el viejo no se puede enterar, pues se supone que es un secreto que debo guardar… “¡Nadie debe saber la existencia de la máquina!”

Mi novia si sabrá de su existencia; la llevaré al futuro o mejor aún, a ver a nuestros ancestros primitivos. Pero antes debía enterarme bien de cuando la máquina estaría disponible y asegurarme al cien por cien de que mi tío no nos iba a pillar nunca.

Para adquirir esta información solo tenía que enterarme de cuando mi tío tendría alguna de sus conferencias de trabajo, de esas que le mandaban a tomar por culo a algún país del norte; así que en marcha. Llamé a la puerta de su despacho, donde tiene el famoso invento y no obtuve respuesta, por lo tanto entré.

Nadie había; solo su escritorio lleno de papeles, la máquina del tiempo y mucha mierda por el suelo y por las paredes.
Que no estuviese no era raro, pues como ya dije antes, mi tío viaja en el tiempo a menudo, aunque nunca me dice a donde va ni qué hace… yo creo que se ha echado una novieta visigoda o algo así, porque a veces aparecen utensilios antiquísimos como armaduras, herramientas raras y hasta una vejiga de oveja, que no hay que ser muy listo para saber que estas vejigas eran utilizadas como preservativo ¡Buahj!

Bueno, al grano. El viejo no estaba y yo me encontraba ansioso por saber cuándo tendría la máquina del tiempo para mí y, como mi tío andaba desaparecido, la única forma de saberlo era mirando en su viejo calendario, que no es más que un calendario de pared de esos publicitarios que te meten algunas empresas en el buzón de casa, lo que pasa que mi tío lo actualizaba cada año con goma de borrar y lápiz… es un poco raro, sí. En ese almanaque apunta todo de todo y ahí encontraría la respuesta.

En la pared del despacho no estaba, en su escritorio… ahí había demasiadas cosas y ninguna era lo que buscaba.
Por último abrí su cajón súper secreto que, rara vez está cerrado sin llave y encontré de todo menos el dichoso calendario, pero me llamó la atención un cuaderno con un dibujo de Pluto en la tapa que ponía “Relatos de mis aventuras con la máquina y sus conclusiones”. Eso lo tenía que leer, claramente.

Abrí el cuaderno y comencé a leer la primera de sus experiencias que, con esta introducción decía así:

Cuantos quebraderos de cabeza me han hecho llegar a esta situación, cuantas vueltas he dado en la cama, cuanta mina del lápiz he gastado con la tontería.

Había estado un martes arreglando un fallo de la máquina, pues resulta que siempre que volvía a este tiempo… al presente, después de un viaje, se producía una pequeña combustión que hacía saltar por los aires todo lo que se encontrara cerca de la máquina, incluido yo, el viajero.

Bien, pues me costó tres días arreglar el dichoso fallo y fue una verdadera tortura el proceso, así que cuando lo conseguí arreglar, ya viernes, tuve la genial idea de viajar al martes pasado para decirme a mí mismo cual era el fallo y como podía arreglarlo, pero al montarme en la máquina, poner la fecha y accionar la palanca, el aparato no me hizo ni caso y el contador se volvió a regular solo, colocándose en la fecha del día.

Sinceramente, pensé que se había vuelto a averiar y eso me enrabietó mucho, pero al rato descubrí que no, pues puse en el contador una fecha al azar y esta me mandó directo hacia allí.
Entonces volví a intentarlo, pero nada, la máquina no quería viajar a ese martes fatídico, pues entonces tendrá que ser el miércoles… tampoco, la máquina no me movió del sitio.

¡Ya está! Iré al futuro y le pediré explicaciones al “yo” del futuro, pues él sabrá todo sobre los problemas de la máquina, aunque eso sí, no me gusta viajar al futuro cercano, ya que no deseo verme más viejo de lo que ya estoy, así que, con que viaje a “pasado mañana” me valdrá… ¡Y dale! ¡Qué no! Que el invento no quería llevarme a conversar conmigo.

Después de varias pruebas descubrí que la máquina no tenía problemas en mandarme al pasado y al futuro lejano, pero si intentaba viajar diez años atrás o diez al futuro la máquina no me llevaría. Esto me dio mucho que pensar.

¡Vaya descubrimiento el de mi tío! ¿Por qué no me cuenta estas cosas? Desde que existe la máquina siempre he tenido en mente encontrarme conmigo mismo tanto en el pasado como en el futuro, para chivarme las preguntas del examen que viene, para verme de viejo, para ver mi nacimiento, para duplicarme, triplicarme, quintuplicarme, y asustar a la gente… hay tantas cosas que se podrían hacer.

Pues bien, el primer relato sobre las experiencias de mi tío con la máquina me había mostrado algo importante y no iba a dejar de leer ahora, así que me adentré en la segunda historia:

widescreen-hq-05El verdadero enigma lo resolví más tarde, cuando quería volver al futuro para traer de vuelta a mi gran amigo el Doctor, que tras huir conmigo de una persecución de unos seres futuristas que desconozco, pues no pude verlos, el Doctor se quedó allí abandonado mientras que yo conseguí volver al “presente”.

Lo primero que intenté fue viajar a la misma fecha y hora que había ido con mi amigo, para allí comunicarme (a mi otro yo) y comunicarle (al Doctor) que, estaban a punto de cometer un error del que uno de los dos no saldría… y que lo mejor sería que volviesen cuanto antes. Pero la máquina no quiso trasladarme allí.
Exactamente en ese momento comprendí lo que pasaba, resolví el enigma. Resulta que no puede haber dos “yos” en el mismo espacio de tiempo. Yo no puedo coincidir conmigo mismo en el tiempo, por eso tampoco puedo viajar al pasado y futuro cercano, porque entonces habría dos “yos”.

¿Cómo salvaría a mi amigo entonces? Tendría que viajar allí cuando el “yo” del pasado (que estaba en el futuro) consiga volver a su fecha, y solo entonces podría coincidir con el Doctor en el futuro.
Eso es lo que hice, pero antes me preparé bien, pues “recuerdo” que el olor que flotaba en esas fechas sería escandalosamente horrible, tanto que en mi primera visita me hizo desmallar.
Me coloqué una mascarilla de las caras y un traje especial para repeler los malos olores porque no quería volver oliendo a mierda. No solo llevé protección contra el olor, también llevaba conmigo una espada medieval que había cogido prestada del lejano pasado, y así defenderme de los posibles ataques de nuestros perseguidores.

Otro problema que se presentaba era que ignoraba donde se encontraría mi amigo una vez llegase allí, porque la máquina me dejaría en el mismo punto cardinal de siempre, pero el Doctor no se iba a encontrar justo ahí. Sin duda tendría que buscarlo.

Manos a la obra. Calculé cinco horas después de que mi “otro yo” saliera de esa época ¿Por qué cinco horas después? Pues porque prefería llegar de noche para evitar ser descubierto fácilmente. Esta vez sí, la máquina del tiempo me llevó donde quería.

Calculé bien, era de noche y chispeaba un poco. La otra vez que fui lo único que pude ver antes de desmallarme fue un riachuelo que se perdía entre una maraña de árboles y supuse que habría que seguir el río para encontrarme con algún tipo de ser vivo no vegetal.

No fue muy larga la travesía. En media hora encontré un edificio que parecía metálico y bastante feo con un tejado en forma de cúpula que se encontraba al borde de un precipicio. Lo observaba desde la lejanía, entre unos arbustos y parecía bastante despejado de enemigos, pero no podía estar seguro, pues la oscuridad de la noche no me dejaba ver nada.
Después de un rato planeando mi ataque decidí entrar a lo loco, para desconcertar y liarme a cortar miembros con mi espada medieval. Salí de los arbustos y me dirigí corriendo hacia el lugar, aunque tuve que parar un instante a descansar, que entre el mal olor del ambiente y mi poca amistad con el ejercicio me había reventado al correr esos cien metros.

Mientras cogía aire descubrí que la explanada por donde corría estaba llena de cadáveres, y estos me dejaron bastante impresionados porque sus caras no eran caras, eran culos… y sus bocas, ojetes.
Viendo entonces que todos estaban ya fiambres, seguí hacia el edificio con más calma, aunque confuso por el aspecto de los habitantes del futuro.

Me adentré en la gran edificación, pues su portón estaba entreabierto. La iluminación del inmueble me dejó ver con mayor claridad a los caraculos, pues ahí dentro también había muertos hechos trocitos.
Atravesé un largo pasillo con bastantes habitaciones a los lados y otros pasillos se cruzaban. Yo seguía sorteando anos cuando empecé a escuchar gritos en una sala final. Me dirigí a ella con toda rapidez y pronto me encontré en lo que sería un gran salón y… lo que vi fue sorprendente.

El Doctor estaba siendo culeado por un caraculo sobre una mesa. Mi amigo gritaba y lloraba maniatado mientras le violaba uno y vigilaban dos.
Se sorprendieron muchísimo al verme, tal vez por mi indumentaria, y del susto, los dos que vigilaban corrieron despavoridos mientras el violador intentó lanzarme una saeta con una ballesta que había en el suelo… no debió hacerlo, pues le partí el culo antes de que pudiera cargar la ballesta.

Desaté a mi amigo, que estaba temblando. Me miró con la cara empapada en lágrimas y se incorporó. Yo le dije, “vámonos amigo” y me saqué el aparato “gameboy” que era la maquinita que utilizaba para regresar al presente. “Agárrate a mí, debemos estar en contacto”. Entonces ocurrió lo inesperado: corrió hacia una ventana que daba al precipicio y saltó por ella. Se suicidó.

¡Vaya! Yo sabía que el Doctor se quedó en el futuro, pues fui yo quien trajo a mi tío al “presente” cuando lo necesitaba… él me dijo que volvería a por su amigo, pero no sabía que ya lo había intentado, y menos aún que había fracasado en ello, aunque el relato aún no había concluido. Seguí leyendo:

Fue un palo ver suicidarse al Doctor, pero enseguida se me ocurrió otra idea. Solo tenía que volver unas horas antes e intentar impedir que abusasen sexualmente de él, así no le entraría el deseo del suicidio.

Rápidamente volví al presente y rápidamente regresé al futuro, pero esta vez dos horas antes que la anterior vez, pues supuse que así me daría tiempo a encontrar a mi amigo antes de que fuese sodomizado. Además, aunque no estuviera tan oscuro el cielo ya no me preocupaba tanto que me descubrieran, pues la mayoría estaban muertos y la minoría no me asustaba.

Fallé en esta conclusión, los cara-culos no estaban muertos aún. Unos cuantos vigilaban la entrada con total vitalidad y no había otra manera de entrar que no fuese cortando cachetes, así que al igual que la otra vez, corrí en modo lucha y en cuanto me divisaron vinieron a por mí, los guardias y otros que había dentro.

Tantos viajes a la Edad Media me habían conseguido formar en la impresionante lucha medieval que tan bien me vino en ese momento. Me lie a re-rajar culetes hasta que me encontré solo en la explanada.

Justo en ese instante apareció una fila de varios de estos seres de entre los árboles y llevaban a mi amigo maniatado. Ellos se sorprendieron al verme y sobre todo se sorprendieron al ver todos los culos que se esparcían alrededor mío.
Corrieron y se metieron en el edificio, pero yo también corrí (a mi manera) y conseguí llegar antes de que cerraran la puerta… seguí rajando culos en los pasillos de su extraña guarida. Eran muchos, pero me hacía con ellos, pues eran bien torpes, la verdad.

Por fin llegué al gran salón donde violarían al Doctor y no caí en que uno de ellos poseía una ballesta… esta vez cargada. Me disparó y me alcanzó en la pierna.
Ellos vinieron a por mí, pero con mi espada agitándose sin parar no se atrevían a acercarse. Todo esto mientras mi amigo gritaba mi nombre y suplicaba que le sacara de allí cuanto antes.
Retrocedí un poco, pues cada vez se acercaban más y me adentré en una pequeña y oscura habitación pegada al gran salón y se lo dejé a huevo. Cerraron la puerta y me dejaron dentro, a oscuras, y por más que golpeaba la puerta con mi espada esta no se abría.

Al rato, escuché como intentaban atar a mi amigo y fue cuando lo comprendí todo. No iba a poder salvarle nunca, pues en unas horas “otro yo” aparecerá por la puerta y verá como violan al Doctor que después se quitaría la vida.

No había nada que hacer… me estaba empezando a marear por culpa de la saeta que tenía clavada en el muslo y decidí utilizar el aparato “gameboy” para volver de una vez, pues ya sabía el desenlace de esta historia.

La conclusión de este y varios viajes que realicé después es algo dura. Comprobado está que no se puede cambiar el pasado y por lo tanto, tampoco el destino.

¡Me dijo que cojeaba porque había tenido un accidente con el coche! ¡¿Será embustero?! Se tiró un mes tirado en el sofá, quejándose a cada rato y pidiéndome que hiciese todo por él… menos viajar en el tiempo, eso no, claro.

O sea, que no volveremos a ver al Doctor. Pues vaya mierda de rescate ¿Por qué no me pediría ayuda? Aunque claro, yo no tengo esa habilidad que dice él que tiene con la espada… podrían haberme matado esos culos andantes y no creo que exista una muerte más ridícula.

Seguí leyendo un poco por encima, tenía aventuras de todos los colores. Por ejemplo, se llevó la máquina del tiempo a Italia para, en el año 216 a.C., convencer a Aníbal Barca de que atacase Roma y descubrió, para su sorpresa (y para la mía) que el motivo por el que el general Aníbal no atacó la capital del Imperio fue por mi tío… los estúpidos comentarios del viejo hicieron echarse a atrás al más famoso cartaginés ante los romanos más acojonados.

En otra de sus aventuras se fue a conocer al Cid Campeador, pero acabó en un calabozo con grilletes… casi no salió de esa.

Dejé de leer cuando descubrí su amor con Gosuinda, una antigua reina de los visigodos, relación que al parecer le dio problemas en aquella época.

Cerré el cuaderno de golpe al ver en el fondo del cajón el almanaque de mi tío… por fin encontré el dichoso calendario y me dieron buenas noticias, pues en dos semanas mi tío saldría de viaje al extranjero, aunque espero que no se lleve la máquina del tiempo a ninguna parte esta vez.

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