Ya en terrenito indio hay muchas formas de moverse, con los pies, arrastrándote, a la pata coja, dando giros, saltando, haciendo el mono… Y también hay formas variadas de recorrer largas distancias, como es natural en un país que bien podría ser un continente. En este capítulo hablaremos de las vías y los medios de transporte.
- METRO
El metro fuel el primer medio de transporte que utilizamos en el país, el primer día y nunca más, no porque fuese malo o peligroso, sino porque no fue necesario.
Que yo sepa solo seis ciudades indias poseen red de metro. Estas son Chennai, Calcuta, Mumbai, Namma, Hyderabad y Delhi, y nosotros solo utilizamos las vías de esta última ciudad, así que lo que cuente aquí será referencia del metro de Delhi.
Nuestro trayecto en metro fue desde la estación del aeropuerto hasta el centro de la ciudad, unos quince minutos aproximadamente. El billete nos lo compró un indio con cara de odiar su trabajo, que nos pidió 80 rupias a cada uno (1,10€ más o menos) y nos lo intercambió por unas fichas redondas de plástico parecidas a las fichas del Poker. Este extraño billete tenías que acercarlo a una máquina para que se abriesen las puertas y cuando salías del metro debías introducir estas fichas por un agujero para que las compuertas te dejaran salir. 80 rupias es lo que vale el billete sencillo desde el aeropuerto, pero si no es desde el aeropuerto el precio es mucho menor, varía de 8 a 30 rupias (de 10 a 40 céntimos), según la distancia que queremos recorrer. Y también existe una tarjeta turística que te cuesta 100 rupias un día y 250 tres días, independientemente de las veces que lo pilles.
Curioso fue que las estaciones de metro en la India (al menos en la que entramos y en la que salimos) tienen unas exageradas medidas de seguridad en la puerta. Dos o tres guardias te hacen pasar por un arco y tus pertenencias por el escáner ¿Por qué tanta seguridad en el metro y tan poca en las calles? Mí no saber.
El metro guay, en el andén no esperamos mucho y el tren era muy moderno. Esta red fue construida en 2002, aunque la línea en la que fuimos era mucho más moderna, y se notaba. El contraste con el exterior es abismal, un metro nuevo, seguro, limpio y serio en una ciudad con características totalmente contrarias, al menos esa fue nuestra impresión.
- AUTORICKSHAW
También conocidos como tuk-tuks, es un vehículo a motor de tres ruedas muy extendido en el país, utilizado principalmente como transporte urbano, aunque también te los encuentras transportando mercancías. Hay mogollón, millones, la India está plagada de estas pequeñas cajas con ruedas y si sus conductores ven a algún blanquito pasear por la ciudad irán a convencerle de que montar en su tuk-tuk puede ser una buena idea.
Los hay de muchos tamaños, pero lo normal es que quepan cuatro personas cómodamente sin contar al taxista, pero claro, el dinero es el dinero y nos hemos visto nueve o diez apretujaditos ahí dentro. Como es lógico no puedo dar ningún precio por kilómetro recorrido, estos precios varían por muchos motivos y no están establecidos, así que amigos, os toca negociar (siempre antes de montar). Lo mejor es ponerte terco con algunos taxistas y no cambiar tu precio inicial y así dejar escapar tres o cuatro (se irán furiosos), pero conseguirás tantear y acercarte al precio límite con el que pueden aceptarte. También encontrarás carreras más baratas si compartes el vehículo con desconocidos, no hay ningún problema en esto, así conocerás gente del lugar.
Poco más que comentar, como digo es muy utilizado y en la ciudad es sin duda la mejor opción, pues son baratos y se meten por cualquier callejuela estrecha, para uír de los cabezones.
- COCHE
Nadie en su sano juicio que haya visitado la India recomendaría a otro turista el alquiler de un coche. No conduzcas en este lugar, pues no acabará bien. En ciudad perderás los nervios, te volverás loco, chocarás seguro, y en trayectos largos puede ser muy peligroso para alguien que no es de allí. Ellos tienen un sistema de comunicación vial que nosotros no comprendemos, por ejemplo, en España el claxon está prohibido a no ser que su uso sea estrictamente necesario, sin embargo allí es un medio de comunicación entre conductores, dos pitidos, uno más largo, otro más corto, voy a la derecha, te adelanto… ¡Yo qué sé cómo lo hacen! Pero muy pocas veces se chocan cuando en una idéntica situación en cualquier país occidental sería como entrar en la pista de los coches de choque de la feria.
No alquiles un coche, será mejor para ti, a no ser que… un conductor nativo vaya incluido. En cualquier agencia te ofrecerán esta opción, para excursiones largas o cortas, da igual.
Nosotros, como ya he comentado en capítulos anteriores, adquirimos un coche con chófer durante diez días a través de una agencia timadora que nos cazó un día mientras visitábamos un bazar. Así nos convencieron (leer con el acento de Apu): “Es cierto que el bus y el tren son más baratos y tal vez más emocionante, pero en el coche ganáis muchísimo tiempo. Podréis visitar lugares que viajando en tren sería imposible de parar, el coche es cómodo, las maletas pueden descansar en el coche y el chófer os hará de guía… Cuando os llueva… al coche, cuando tengáis prisa… al coche, cuando os ataquen los monos… al coche. El coche es la solución a todo, además, todo el dinero que os ahorraréis en tuk-tuks, eso hay que tenerlo en cuenta”. En realidad, para que sea cierto todo eso tienes que tener mucha suerte, pues es verdad que es más cómodo y que ganas tiempo, pero el chófer es una lotería, puede ser guay o puede ser un truño. De todos modos esta opción es de las más utilizadas junto al tren para las largas distancias. No es excesivamente caro y como he dicho, ganas en tiempo y comodidad.
- AUTOBUS
No hablaré de los autobuses urbanos, pues no montamos en ninguno y tampoco habría mucho que contar. Quiero hablaros de los Sleeper Bus, autobuses que hacen largas distancias y por lo tanto tienen camas. Nosotros no viajamos en este medio, pero sé que existe, así que comentaré algo.
Son de dos pisos, abajo para sentarse y encima están las camas, aunque he visto fotos en las que en la parte de abajo también hay camas. Con unas cortinas podrás tener algo de intimidad, pero no te emociones demasiado. Creo que los billetes tendrás que pillarlos a través de alguna agencia (por internet no puedes).
Sin duda es una buena opción, ganas tiempo y te ahorras la plata de la habitación de algún hotel, pero no creo que sea el medio de transporte más seguro sabiendo cómo son las carreteras allí.
- TREN
Este fue nuestro medio de transporte favorito, sin duda la mejor opción para viajar en plan mochilero pelotero. Viajando en tren tienes la aventura asegurada.
Fueron los ingleses los que construyeron vías férreas por todos los rincones de la India alegrando así a los habitantes y visitantes actuales, que pueden viajar por todo el territorio con una relativa rapidez, comodidad y de forma barata. Es guay.
Los billetes los puedes comprar en cualquier agencia o por internet, por ejemplo en esta página sencillita hecha solo para ti: http://www.cleartrip.com/trains Lo mejor es que lo pilles con antelación, si no se te podría descuadrar el itinerario, pues se petan, los trenes se petan.
Existen varias clases en casi todos los trenes, alguna muy cara y alguna muy incómoda como para viajar más de ocho horas. Voy a explicar un poco cada una:
o AC1. Esta es la primera clase y, gracias a un error de la agencia que ya explicaré con más detalle, pudimos probarla. Es un compartimento con dos o cuatro camas (una o dos literas) que tiene aire acondicionado, enchufe (no es raro que no furule), espejo, sábanas y mantas, puerta con pestillo y algunos tienen hasta baño individual. Es caro, muy caro.
o AC2. La segunda clase no tiene el compartimento estrictamente cerrado, pues solo una cortinilla lo separa del pasillo. También con aire acondicionado, cuatro literas de dos camas, enchufes y ropa de cama. Es mucho más barato que la primera clase, pero sigue siendo caro.
o AC3. Las diferencias con la anterior son las literas, en vez de dos camas cada litera tienen tres y, en cada compartimento hay ocho plazas (dos literas de tres camas y una de dos). El compartimento tiene cortinas para aislarlo del pasillo y aire acondicionado, enchufes y sábanas.
o Sleeper Class. Tal vez esta sea la mejor clase para viajar. Es igual que la anterior, solo que no existen cortinillas y en vez de aire acondicionado hay ventiladores. En esta clase viajamos nosotros. Mola porque siempre tendrás la posibilidad de conocer y relacionarte con otras personas. El precio es muy asequible, puede ser un 75% más barato que en la primera clase y las diferencias con esta son escasas y de poco interés.
o AC Chair Car. En esta clase irás sentado cómodamente, con aire acondicionado y con la posibilidad de reclinar un poquito el asiento. Está guay para trayectos no muy largos, pero no es barato del todo.
o Second Sitting. Chaval, puedes morir aquí. Bancos de madera para cuatro personas, pero que se sientan diez. Gente durmiendo en el suelo o en cualquier sitio que pille, carteristas, pedos, ventiladores y precios bajísimos, pero créeme, no quieres viajar así.
Pues ya lo ves, viajar en tren está fetén, no puedes haber visitado esta inmensa península sin haber montado en sus descascarillados trenes locos, con sorpresas seguras en cada viaje, como compañeros de compartimento pedorros o plagas de cucarachas, como ya dije, la aventura está asegurada.
- MOTO
Como ya sabéis la India es el segundo país más poblado del mundo y en unos cinco años se prevé que superará a China. No sé qué porcentaje de la población posee una moto, pero os aseguro que el número de motos que hay en la India asusta. El sonido del motor y del claxon de este vehículo se escucha en todo momento y en todas partes. Es el medio de transporte por excelencia, incluso muchas veces podrás ver que lo utilizan para transportar cargas de cualquier tipo, como largos listones, grades bloques de paja, bidones gigantes… Al igual que con las vacas, el primer día fliparás con las familias de cuatro o cinco miembros que viajan en una sola moto, pero luego te acostumbrarás, pues esto no es nada raro de ver.
Podrás alquilar motos y motocicletas en cualquier localidad a precios muy baratos y, si buscas y regateas conseguirás motos casi regaladas. No es lo habitual, pero sí te encuentras algunos turistas atrevidos que alquilan estos vehículos para viajar por las carreteras indias y, aunque es igual o más peligroso que conducir un coche, la moto es más fácil de manejar y si te la pegas seguramente será cosa tuya y no culpa de otro. De todos modos sigo pensando lo mismo, será mejor que no conduzcas en el país, que salgas volando por los aires es muy probable.
Nosotros alquilamos unas motos durante dos días, pero fue en un pequeño pueblo donde apenas había circulación de coches, solo motos y tuk-tuks paseaban por sus carriles, esos carriles en los que es imposible pillar más de 50 km/h por el estado en el que se encuentran. Lógicamente no salimos de este pueblo salvo para visitar unas cataratas a unos veinte kilómetros, pero vamos, por un camino rural, nunca por autopistas. En el lugar donde alquilamos te dan un casco por moto, o sea, que si vais dos hay uno que no llevará casco. Que no te extrañe la falta de retrovisores ¿Para qué? Te dirán, gira la cabeza y miras. El intermitente, si no funciona… Ya sabes, lo más importante es el claxon, y pita todo el rato, cuando veas una vaca, cuando veas a unos niños jugando en el arcén, cuando vayas a adelantar… El claxon es imprescindible.
- AVIÓN
Nosotros nunca tomamos un avión para hacer trayectos de interior, pero sé que es una opción muy recurrida, sobre todo si en tu visita a la India tienes la intención de viajar por todas partes, sur, norte, Sri Lanka, Nepal… Es rápido y dicen que también es muy barato. Lo mejor para pillar buenos precios sería sacar los billetes desde la propia India. En algún momento nosotros pensamos en volar de alguna ciudad a otra, pero al final no fue necesario, además, el tren mola más.
- BARCO
¿Qué os puedo decir? La India es una península, por lo tanto es obvio que sus puertos serán muy utilizados, ya sea para mercancías como para transporte humano. Los puertos más importantes del país son el de Chennai, Mumbay, Calcuta y por supuesto el de Port Blair, en las islas Andamán al sureste del país.
No tengo ni idea de los precios ni de la calidad del viaje, pero si te interesa mucho ya sabes, mójate el culo y busca tú ¡Jodido vago! Perdona, es que a veces me emociono y tengo que tomarme un par de pastillas, pero ya está, solucionado.
También sé que existen los viajes turísticos en Ferry por algunos ríos de interior como el Ganges donde tal vez te lo pases muy bien viendo como el barquito va esquivando cadáveres que flotan. Qué bonito ¿No?
He de decir que la mejor manera de ver todos los ghats en la ciudad de Benarés es montado en una barquita motora, así no perderás tiempo dando vueltas por las laberínticas calles de ghat en ghat. Nosotros conseguimos dar un paseo en barca por la orilla por 600 rupias, aunque se nos hizo corto, tal vez no nos enseñaron todo.
- BICICLETA
Otro medio muy utilizado en las ciudades y pueblos. Supongo que será fácil alquilarlas, pero desconozco el precio y el estado de estas maquinitas. La bici es fundamental para los jovenzuelos, los que no tienen moto tienen bici, eso es así y todo el mundo lo sabe.
Bueno, el caso es que, como en todas partes, hay mogollón de opciones para pasear por los lugares indios. En los pueblos verás gente en carros tirado por burros, vacas y dromedarios, y en el desierto la peña va subida en el dromedario directamente. En Jaipur en elefantes y Goku en su nube.
¿Cómo os imagináis que son las carreteras? Bueno, pues la inmensa mayoría podrían considerarse inaceptables en cualquier país europeo, pero aquello es la India y este tipo de infraestructuras no evolucionan con demasiada rapidez. Recorrer en coche 400 kilómetros y tardar ocho horas (sin pasar por puertos de montaña ni leches) es algo normal allí y nosotros tenemos que ir con la idea hecha, porque si no lo vas a pasar más mal todavía.
Muchos baches, obras en medio de la autopista, vacas que se cruzan, lluvias torrenciales, peajes penosos, barricadas en la entrada de los pueblos para que reduzcas la velocidad, vías de tren que cruzan por medio, rebaños de ovejas en plena autopista, algún accidente… Son miles de cosas que retrasan inevitablemente todos los desplazamientos. Solo tomamos una autopista que tenía cierto parecido a las autopistas que cualquier occidental tiene en su cabeza, se trata de una carretera nueva de pago que une Delhi con Agra y como es de pago está prácticamente vacía, sin baches ni curvas peligrosas, con vallas a los lados para que las vacas no lo crucen… Aun así nuestro chófer paró en el arcén para echar un meado, para recordarnos que seguíamos en la India.
En definitiva, las carreteras son un caos y el tráfico en las ciudades también, los colegas indios hacen lo que les sale de la huevada. Curioso que no viésemos muchos accidente, solo un pequeño choque entre un coche y una moto (no pasó nada) y una moto que resbaló en la autopista buena esa que he dicho, pero tampoco le pasó nada ¡Ah! También vimos un camión totalmente reventado en el arcén… El camionero no lo contó, eso seguro.
E. GIGANTESCA TARTA DE NATA
15 de Agosto, fiesta en España, la Asunción de la Virgen María, todo un fiestón, sobre todo porque la mayoría de los españoles están de vacaciones y ni se enteran ¿Y en la India? Allí lo de las vacaciones… Da igual si es Agosto, Enero o un mes inventado, el tema es que el 15 de Agosto también es festivo allí, es el fantástico día de la independencia, que en hindi se escribe स्वतंत्रता दिवस, por si en algún momento necesitas saberlo.
“Independence Day”, 68 años desde la independencia india del Imperio Británico, una de las fiestas más importantes del año donde todo el mundo baila, come y ríe sin importarles el “qué dirán” y el “cómo he llegado hasta aquí”… Bueno, en realidad no notamos ninguna diferencia con el resto de días, no sé, tal vez la gente descansaba un poco más de lo que suele descansar, pero nada especial, ni música por las calles, ni el Genio de Aladdín cantando chorradas… Nada especial.
Qué más da, nosotros a lo nuestro. Pronto en pie para largarnos de Jaipur dirección Agra, 250 km que pasamos en el coche con la baba cayendo de nuestra boca, menos Pamela, siempre atenta a los baches de la carretera.
Sobre las once de la mañana o así llegamos a la ciudad en ruinas de Fatehpur Sikri, una antigua ciudad erigida en el siglo XVI por Akbar, el emperador mongolo y que según parece fue abandonada por falta de agua, pues debe ser que las lluvias torrenciales en época de monzón no bastaban para saciar la sed.
La ciudad se divide en dos partes, una en la que hay que apoquinar pasta, donde te toparás con un par de palacios y otros edificios… Pero nosotros no entramos aquí, nosotros fuimos directamente a la otra parte, con entrada libre, donde nos sorprendió la imagen de la enorme mezquita llamada Jami Masjid.
Un chaval nos pilló por banda y con su amabilidad indiscutible nos acompañó e hizo de guía turístico por el lugar. Primero vimos la gran puerta Buland Darwaza, a la que accedías subiendo unas escaleras muy anchas, pero antes de entrar tuve que taparme con el hermosísimo pañuelo de Pamela mis preciosas piernas, pues llevaba unos pantalones cortos y no me iban a dejar pasar de esa manera tan vulgar. Me sentí ridículo, pero nadie me miró raro, o eso creo.
Accedimos al patio interior y comenzamos a rodearlo empezando por la derecha (contrario a las agujas del reloj), cosa rara, pues como ya he dicho en alguna ocasión, en la India se circula en el orden de las agujas del reloj, pero bueno, la verdad es que me importa un carajo. Vimos las tumbas, pues hay un maldito camposanto ahí en medio, y entramos en la tumba de Sheikh Salim Chisthi, un pequeño edificio de mármol en medio del patio interior, donde te obligaban a ponerte un cuenco en la cabeza… Adjunto una foto para que veáis como lucíamos de bien.
El chaval nos llevó a ver un extraño túnel que decían que se alargaba cuarenta kilómetros hasta no sé qué ciudad, cosa que dudo. Y por último nos llevó a la pequeña “tienda” de su familia, o sea, un puestecito entre las columnas del muro que rodaba el patio. Era de esperar que al final este chico intentase sacar algún beneficio, algo normal y comprensible. El puestecito vendía sobre todo figuritas artesanas de mármol, no sé si de verdad serían artesanas, pero eran geniales: ceniceros, porta-velas, elefantes pequeños en el interior de elefantes más grandotes, etcétera. Salimos de la mezquita huyendo un poco de los vendedores que te atosigan, pero siempre con la gracia y el respeto que les caracteriza.
Media hora después ya estábamos otra vez en el coche con el señor Kamal, comiéndonos los 50 kilómetros que aún nos separaban de Agra, que traducido en tiempo es más o menos una hora de viaje.
Pues lo que digo, en una horilla más o menos nos encontrábamos en la mismísima puerta de un hotelito con ambiente juvenil, pero de apariencia lujosita ¿Nos la habría vuelto a liar Kamal? Habría que verlo. Entramos los cuatro y siguiendo al chico del hotel recorrimos varias habitaciones desechando una tras otra y bajando de calidad, hasta que nos llevó a un cuarto con una litera muy ancha que, aunque no estaba nada mal, era una ñordaca comparándola con las otras habitaciones del hotel, pero claro, a nosotros eso nos daba bastante igual, así que nos quedamos allí por 900 rupias los cuatro, y además conseguimos un 20% de descuento en la carta del restaurante del hotel ¡Nos sentíamos vencedores!
Era la hora de jalar y teníamos hambre… No tardamos mucho en sentarnos a la mesa del restaurante, pero ¡Cha-chaaaán! Era el restaurante más caro de la historia de nuestro viaje, ni contando con el veinte por ciento de descuento podíamos ver alimentos del nivel de nuestros bolsillos, salvo unas ensaladas poco apetecibles. Eso fue lo que comimos y vaya tela, yo por ejemplo me pedí una ensalada de tomate que tenía poco de ensalada… Llamémoslo plato con un tomate en rodajas y aceite de oliva (y porque el aceite lo pedimos, que si no…).
Como era de esperar salimos de allí con más hambre y nos abalanzamos con un puesto de comida cercano al hotel donde compramos galletitas de chocolato y unas bolsas de patatas a la “española” y, sinceramente, no sabemos por qué se llamaban así, pues eran simples patatas picantes.
Nos jalamos todo esto en nuestra nueva habitación, mientras Andersen intentaba cagar duro y los demás veíamos una denigrante película de Bollywood, donde el prota hacía saltos y piruetas imposibles a la vez que luchaba con el malo malísimo. En fin, enganchado a la tele estuvimos hasta que terminó la peli.
Volvimos a salir a las calles de Agra para reencontrarnos con kamal, que nos iba a llevar al Fuerte Rojo en su cochecito. Últimamente estaba más amable, parece que quería reconciliarse, o peor aún, querría propina.
¿Por qué Agra es tan famosa? Bueno, pocos son los que no saben que en esta ciudad se encuentra una de las consideradas Siete Maravillas del Mundo, y es cierto, es una maravilla, pero colocar esta obra de arte entre las siete mejores tal vez sea algo precipitado, pero bueno, hoy no era el día de visitar el Taj Mahal, eso sería mañana, siempre que el Dios Ganesh quiera.
Agra es una ciudad bastante viejuna, fue fundada a principios del siglo XVI por el sultán de Delhi, y Akbar la convirtió en la capital del Imperio en 1556. Pero a pesar de todos los siglos que tiene encima queda muy poco de esa ciudad imperial, más de la mitad de la metrópolis fue construida por los británicos, pero aun así te encontrarás bastantes monumentos que recuerdan el auge pasado de esta ciudad, como el ya citado Taj Mahal o el Fuerte Rojo, y es aquí donde nos dirigíamos ahora.
Ya nos habían dicho varias veces que el Fuerte de Agra era idéntico al de Delhi y que si veíamos uno no hacía falta ver el otro, por lo tanto decidimos entrar a esta fortificación, pero pasar del Fuerte de Delhi, eso nos haría ganar tiempo en la capital.
Se llama así, Fuerte Rojo, porque la muralla es de este color rosado antigüete, porque está hecho de piedra de arenisca. Queda bien, es bonito, tal vez sea el único monumento emblemático de la ciudad que no está hecho de mármol.
Situado a la vera del río Yamuna, también construido por Akbar (era todo un constructor), con un foso vacío que lo rodeaba y en su interior protegía un complejo de palacios muy chulos y muy bonitos. Lo primero que ves al entrar es una cuesta llena de turistas que da a otra puerta, esta se abre para que entres en un gran patio interior poco interesante, de hecho, lo más atractivo son las ardillas, que se te acercan e incluso te huelen la manaza por si tienes algo de papeo. Luego subes unas escaleritas y acabas en la parte de arriba de otro jardincito interior más pequeño, pero con un mirador donde se puede ver a lo lejos el Taj Mahal… Por primera vez veíamos la gigantesca tarta de nata.
Bueno, ahí estuvimos bastante tiempo haciendo foticos junto a otra multitud, resultaba ser lo mejor del fuerte, un mirador. Quien haya estudiado o le guste el arte y la arquitectura disfrutaría como un niño en un parque de atracciones, pero a nosotros solamente nos parecía bonito, muchos arcos, muchos mosaicos tallados, muchas columnas, pero no, no llegaba a nuestros corazones, para nosotros es bonito, sin más. Algunas fotos.
Salimos de allí y ahora Kamal, como no sabía qué hacer con nosotros nos llevó a la fábrica de mármol… Ya os he dicho que esta ciudad está prácticamente hecha con esta roca. Se dice que Pedro Picapiedra y Pablo Mármol nacieron en este lugar.
Esta fábrica no estaba del todo mal, nos enseñaban como tallaban en la roca y luego nos mostraban sus artículos para que les comprásemos algo, típico. Pero a pesar de todo nos lo pasamos bien, eran tíos amables y sabían algunas palabrejas en español (estaban aprendiendo), así que nos echamos unas risas.
Una vez en el hotel nos despedimos de nuestro conductor hasta el día siguiente y salimos disparados a una pizzería muy famosa en el mundo, pues teníamos un absurdo antojo, pero se entiende si llevas diez días en un país donde todo te parece que sabe igual… y picante.
El Pizza Planet este resultó ser algo caro, un restaurante para la clase media india y, como estábamos en fiestas el local estaba llenito. De todos modos la gula pudo con nuestra tacañería y, después de conseguir un porcentaje de descuento al hacer el amago de irnos nos pedimos un par de pizzas para los cuatro que estaban buenas, pero lo verdaderamente bueno llegó con el postre: un helado con galleta caliente al fondo nos hizo derretirnos, tener un orgasmo y cagarnos encima. Este postre nos condicionó durante el resto del viaje, mirábamos por todos lados buscando esta misma pizzería ¡Necesitábamos esta droga, joder!
Una buena cena, cara, pero mereció la pena. Ahora tocaba dormir, pues el día que seguía iba a ser muy duro, sobre todo porque a las CINCO de la mañana sonaría el despertador para ir a ver la gigantesca tarta de nata.
A esas horas, caminando como zombis hacia la gran maravilla junto a unos cuantos turistas más que también se han atrevido a madrugar. Lo de levantarse prontito es para no pillar mucha cola en la puerta y ver el amanecer tras el monumento.
Aunque parezca mentira a esas horas te encuentras indios haciendo cosas, en plena actividad, incluso hay familias enteras en los parques jugando al bádminton o al críquet, y los monos hacen de público, animando a su equipo favorito.
Bueno, llegamos a la taquilla y por unos 11€ cada uno conseguimos nuestra entrada, la más cara de toda la India, pero es lo que hay, tiene muchas flores encima. Con la entrada te dan una botellita de agua y unas extrañas bolsas para cubrir tu calzado para cuando entres en el edificio.
Parece que lo del madrugueo dio un poco igual, porque la cola era enorme, aunque luego, al salir, descubrimos que no, pues una hora y media más tarde la cola se había multiplicado por cinco, así que menos mal que madrugamos. Dos filas, como en muchas otras ocasiones, una para los hombres y otra para las mujeres ¿Por qué? Un país con tantos musulmanes… Hay que cachear el burka de las mujeres, por eso el final de la fila de las mujeres lo tapan con unas maderas feas.
No puedes meter comida, armas, ni bombas, y Alexander llevaba consigo una navaja muy bonita que le hizo salir otra vez para dejarla en una taquilla, pero no fue el único, Pamela también tuvo que salir para dejar algo que no recuerdo, un consolador o algo así… Y mientras tanto el Moños y yo nos entreteníamos viendo como los monos asaltaban el contenedor de basura cada vez que los guardias tiraban la comida incautada. Molaba verlos, se volvían locos y peligrosos.
Al final le dieron por culo al amanecer, perdimos mucho tiempo en la cola y además ya lo dije en una ocasión, no vimos ni amanecer ni atardecer nunca, la contaminación es exagerada, y en Agra muchísimo más. Pero bueno, por fin dentro, con miles de turistas a nuestro alrededor, muchos de ellos indios, otros muchos españoles, concretamente catalanes, son los viajeros españoles, los “Cristobal Colones” de la actualidad, pero sin masacrar indios, eso no.
En este lugar nos encontramos a mucha gente con la que ya habíamos coincidido en otros lugares, como un gordete sevillano que no tenía ni papa de inglish y estaba viajando solo, «illo, no le esho cohone ni náh», menudo valiente, y a mí que no me gusta ir por las mañanas al centro de Madrid por si a algún guiri se le ocurre interactuar conmigo.
Después de trescientas ochenta y cuatro fotos a la tarta nos pusimos las fundas para el calzado y entramos dentro. Su interior es… Espectacular no es la palabra que busco… Eor dentro es una mierda tan grande como el planeta Júpiter. Hay poca luz. Te enseñan las tumbas de Shah Jahan y su esposa Mumtaz y luego te obligan a rodear sus pasillos de salón en salón hasta que sales por la puerta trasera y ya está, acabó la visita del mausoleo. Por cierto, la historia de esta construcción es muy famosa, por eso no me entretendré en explicarla, pero si aún no sabes nada sobre ello te recomiendo que le eches un vistazo, está muy chula.
Al salir del edificio principal nos dirigimos a uno de los edificios laterales, uno es una mezquita y el otro se cree que pudo ser una casa de invitados, pero los dos edificios son simétricos y tienen muy pocas diferencias… Creo que fuimos a la casa de invitados y desde ahí, sentados en un escalón seguimos haciendo foticos al gran bloque de mármol.
Más o menos estuvimos como una hora y media recorriendo todo el Taj Mahal, el edificio de mármol, los jardines y uno de los edificios laterales. Podríamos haber estado más, pero teníamos prisa, Kamal nos la había metido el día anterior, así que salimos y volvimos caminando al hotel mientras hacíamos unas últimas fotos a los traviesos macacos. Kamal nos esperaba en la puerta del hotel.
Ahora nos tocaba visitar el mausoleo de Itimad-Ud-Daulah, otra tumba para la familia esta de mongoles que no hacían más que construir cosas con mármol y piedras preciosas. Molaba el sitio, la tumba y los edificios colindantes, y al igual que en el Taj Mahal pasaba el río Yamuna al ladito, pero en la orilla contraria. Impactante fue ver a los chavales pasándoselo bomba bañándose en el asquerosísimo río, pero bueno, tan felices estaban todos con sus tres ojos que a ver quien les dice algo.
Otra vez en el coche, directos a Delhi, directos a la agencia, adiós al carro, adiós a Kamal y hola a los trenes y a los macutos a la espalda, a ver qué tal se nos daba.
El viaje se hizo corto porque por primera vez (y última) nos metimos por una verdadera autopista, y nosotros que pensábamos que no existían en la India ¡Eso sí! Es de pago. Así que na colegas, ya estábamos en la agencia, sentados frente al avispado vendedor mientras nos explicaba cómo iba a ser eso de los trenes… Nos dio todos los billetes, cuatro en total (para cada uno) y nos dijo que en el tren de ese día iríamos por el mismo precio en primera clase porque los de Sleeping class se habían agotado ¡Toma ya!
Antes de salir Kamal nos preguntó si pensábamos darle alguna propina… ¡No! nuestra respuesta fue una negación rotunda, no estábamos contentos con el servicio, tal vez no por él, sino por la agencia, nos había vendido algo que no era. De todas formas algunos de nosotros nos estábamos quedando sin una rupia (yo, por ejemplo). Lo que digo, Kamal se fue enfadado y no pudimos despedirnos de él ¡Pues que le den por el ojo de Mordor!
Ya éramos totalmente libres. Dejamos los macutos en la oficina de la agencia y nos dimos un voltio por Delhi para hacer tiempo, pues el trenecito no salía hasta las nueve de la noche. Lo primero que hicimos fue invadir una pequeña cafetería y comernos un par de hamburguesas veganas cada uno, al precio de caramelos, y después volvimos a recorrer las agobiantes calles del Main Bazar descubriendo nuevas tiendas y nuevos sitios, como un escalofriante cementerio cristiano… Todos los fiambres tenían nombres ingleses.
Tan tenebroso era este cementerio que a Andersen le entró el tembleque y se metió en el baño del cementerio a echar otro cadáver a la tierra, uno que olía peor que los demás.
Al final, cansados de ver tiendecitas con los mismos suvenires de siempre decidimos hacer tiempo en un antro algo más escalofriante que el cementerio. Allí nos bebimos unas Cola-Cocas (menos Pamela, ella va a cervezas, es su liga) y poco a poco llegó esa hora esperada en la que debíamos ir a por los macutos.
Allí nos presentamos y, como nos habíamos quejado de lo que habían prometido y no cumplido, les pedimos por la cara que nos llevasen a la estación de tren. El tío se echó a reír, pero aceptó. Un nuevo chófer que no dijo ni una palabra en ningún momento nos acercó a la estación.
Una vez allí teníamos dos horas hasta que llegase nuestro tren, pero lo pasamos bien cenando más hamburguesas y helados, y también hicimos un par de amiguetes, uno de Nepal y otro musulmán, este último parecía interesarse mucho por nuestro amigo Andersen… Se intercambiaron el número de teléfono y todo ¿Quién sabe si aún siguen en contacto?
Al fin llegó el tren de aspecto medieval y pronto estábamos metidos en nuestro compartimento de primera clase, aunque era de lo más normalito. Nos habíamos hecho ilusiones pensando que sería híper lujoso, pero no, simplemente dos literas de dos camas con aire acondicionado y vas que chutas. Mañana sobre las cinco y media de la mañana llegaríamos a Haridwar, por lo tanto alarmas preparadas. ¡Venga, el pulgar en la boca y posición fetal!