Día 4. EL GALLO DEL NORTE (02/05/2016)

Como en anteriores capítulos dejaré en este el resumen de la etapa y al final una minúscula guía de la ciudad de Helsinki.

A pesar de las comodidades que nos brindaba el autobús ya se avecinaba una noche toca güitos, pues en los autobuses nunca se duerme bien y sobre todo porque para salir de Rusia, al igual que para entrar, hay que pasar varios controles de seguridad y es un verdadero coñazo tener que despertarte cada dos por tres para enseñar el pasaporte a un pringao que está pasando frío en aquellos puntos aduaneros. Cinco veces despertaron a mi colega que roncaba como una taladradora para pedirnos el pasaporte y para que pasemos la aduana y nos sellaran ¡Cinco veces! Así que ya te puedes imaginar lo que dormimos.

Así pasó que llegamos reventadísimos a Helsinki, sobre todo el Yisus que tenía cara de no querer vivir, y lo que hizo nada más llegar a la estación de autobuses fue sentarse en una silla del lugar a echarse otra cabezadita. Mientras yo aproveché para cagar.

Nos quedamos muy locos con los precios que purulaban por las calles de la capital finlandesa, porque no había nada barato para nosotros, unos españoles con bajos fondos, todo era carísimo… para muestra os diré que en Finlandia no existe la moneda de uno y dos céntimos, pues no tienen uso. Si te encontrases una de estas monedas no dudes en venderla, que tienen un buen precio, ya que son una rareza. Tendríamos que moderar las compras en este pueblo de rubios, aunque las chicas se tiñen de negro.

Andandito fuimos por la ciudad, tranquilamente, con tiempo de sobra para descubrirla, pues resulta una ciudad relativamente pequeña y no muy atractiva, a no ser que te mole la carne de reno, el frío, los barcos, el fútbol en el barro, las personas rubias, el heavy, seis meses de luz inagotable… pues sí, al final son muchas cositas, pero cosas que ver en la ciudad, pues de eso no hay tanto.

Fuimos camino del puerto, así que pasamos por varios puntos interesantes como una estatua de Mannerheim, que fue un militar y político finlandés. Luego cruzamos la calle Kaivokatu topándonos con la gran estación de trenes de la ciudad y con la plaza Railway, donde le tomamos unas fotillos a la estatua de Aleksis Kivi, un escritor del siglo XIX.

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Antes de llegar al puerto quisimos pasarnos por la Plaza del Senado y contemplar la Catedral luterana de Helsinki, tal vez lo más destacado de la ciudad, así que fuimos para allá respetando en todo momento los semáforos y pasos peatonales, ya que queríamos dar a los finlandeses una imagen de españoles civilizados… allí los peatones no cruzan en rojo aunque la calle sea pequeña y no haya coches ni a 50 kilómetros. A mitad del día ya nos habíamos cansado de respetar las normas y cruzábamos en rojo, masticábamos con la boca abierta y hablábamos en un tono considerablemente alto.

Bueno, en seguida llegamos a la plaza famosa esta y es cierto que sorprende, pues es grande y los edificios de alrededor son vistosos, pero tampoco es pa fliparla en colores. Está la catedral, que es muy tocha y las escaleras que la separa de la plaza impresionan. En el lado oeste y este dos edificios casi simétricos, pero tienen diferencias… uno es no sé qué de la universidad y el otro es el Palacio del Congreso. Y en el centro de la plaza yace un monumento de Alejandro II de Rusia que es una fuente (el monumento, no Alejandro, porque Alejandro fue una persona, no una fuente).

En este lugar decidimos hacer un vídeo-selfie panorámico en el que saliésemos los dos y aproveché mi momento para arrearle una hostia en la mejilla a mi amigo que casi le vuelvo la cabeza del revés ¡Se la devolví! ¡Ya estábamos en paz!

Llegamos al puerto y ya nos empezaba a pesar el macuto, pero es lo que hay, y lo que hay en el puerto es un famoso mercadillo en “Market Square” (Kauppatori) hecho para los turistas con los bolsillos llenos porque un suvenir cacoto como un imán pinchao en un palo podía costarte más de cinco euros ¡Flipas! Así que lo vimos todo detenidamente, pero pasamos de largo hacia la Catedral Upenski en el distrito Katajanokka, pues es la catedral ortodoxa más grande de la Europa Occidental y merece un vistazo al menos.

Dimos un paseo por este distrito antes de dirigirnos a un Centro Comercial muy famoso en estos países del norte del cual no diré su nombre por un claro motivo, no me acuerdo. En el Centro Comercial hicimos tres cosas y una de ellas fue una pérdida de tiempo. Primero conseguimos wifi y así contactamos con nuestro próximo anfitrión, un tal Pablo, de Portugal, más tarde quedaríamos con él. Las otras dos cosas que hicimos en el Centro Comercial fueron comprar cacao (teníamos los labios más cortados que los testículos de Farinelli) y subir al último piso para ver si había algún mirador, pero no, allí solo había terror y oscuridad.

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Gracias a la comunicación que tuvimos con Pablo vía wasap descubrimos que podíamos dejar nuestros macutos en la Estación de tren por un módico precio y no dudamos en hacerlo, ya que nuestros hombros, espaldas y patitas lo estaban sufriendo mucho, así que nos dirigimos al lugar y dejamos los pesos pesados. Como ya dije, el Centro de la ciudad es pequeño y enseguida llegas a los sitios, por lo tanto no teníamos problemas en ir y volver, así que ahora volvimos al puerto atravesando el parque Esplanadi y finalizando en otro parque llamado Observatoriebergets, y supongo que tenía este nombre porque al estar en una colina te regalaba buenas vistas… desde allí podrías ver a tu mamá coger un barco y partir al extranjero mientras a ti te dejaba con un mono llamado Amedio.

Yisus estaba destrozado, está mayor y tanto esfuerzo y tantas horas sin dormir habían agotado al pobre viejete que se le veía jodido y siempre que nos parábamos acababa echándose una siestecita. En este parque fue leve, pero en el siguiente que paramos se echó una buena siesta el condenado.

La verdad es que recorrimos varios parques esa mañana y en todos catamos el descanso. El último parque fue el Kaivopuisto, el más grande y posiblemente el más bonito de los que habíamos visto hasta ahora en esa ciudad… si no fuese porque estaba todo lleno de mierda, como botellas de alcohol que posiblemente habían llegado el día anterior, pues el uno de mayo es fiesta en Finlandia (Vappu), el día del trabajo, como en España, en Rusia y seguramente en más sitios, pero aquí tienen tradiciones rarunas, por ejemplo, los estudiantes salen vestidos con un mono ridículo y un sombrero de marinero, se emborrachan, duchan a las estatuas con champán y les ponen las gorras. Y eso explica por qué muchas de las estatuas que vimos tenían gorritas en sus cabezas, cosa que al principio no podíamos entender.

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El plano en Helsinki también es ortogonal y eso hacía que las calles se hiciesen interminables y nos cansábamos más, pero somos dos hombres con pelo en pecho y muy duros de roer, así que intentaré no quejarme más. El caso es que estábamos cansados y hambrientos y por ello paramos en un supermercado a comprar la comida, que sería pan, queso y tomate, y una especie de paté picante de verduras que la verdad es que estaba bueno. Esta comida nos salió cara, por supuesto, es lo que hay.

Nos enteramos de que Pablo estaba ya en por el Centro y quedamos con él en la Catedral de Helsinki, en la parte de arriba de las escaleras y con el buen tiempo que hacía eso estaba lleno de jóvenes tomando el solete y metiéndose heroína. La verdad es que molaba el ambiente que se cocía.

Allí conocimos a Pablo, ese gallo del norte que hablaba perfectamente nuestro idioma y que vivía allí desde hace dos años junto a su novia finlandesa. Nos dijo que tenía que estudiar porque al día siguiente tenía uno de sus últimos exámenes, así que le dejamos en la biblioteca y nos fuimos a ver la iglesia Temppeliaukio, una iglesia construida bajo una enorme roca. No tiene mucho de especial, pero merece una visita porque por dentro puede sorprenderte.

Después de la iglesia fuimos al último parque del día, el Hagasundsparken (me lo podría estar inventando todo y no te darías cuenta, gilipollas) al norte de la estación de tren. En este sitio nos acomodamos junto a varios jóvenes en el césped con vistas al lago Toolonlahti, un lago de tantos, pues Finlandia es el país de los lagos y de las locuras, por ejemplo os diré una de sus locuras… Fran Perea es un grande en el país, le aman las chiquillas ¿Cómo te quedas? Y los Serrano fueron un éxito allí.

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Se nos hacía tarde -como a mí con este resumen- y volvimos a la catedral para encontrarnos de nuevo con Pablo, después de recuperar los macutos, pues directamente nos fuimos a su casa en metro, a unos veinte minutos del lugar.

La zona residencial era ejemplar, el silencio reinaba, las bicicletas descansaban fuera sin necesidad de cadenas, los pájaros cantaban, las nubes se levantan… el edificio de Pablo era viejo, pero su piso estaba decorado de manera muy chula para darle ese aire juvenil. Pronto llegó su novia y cenamos los cuatro un buen plato de pasta mientras charlamos de todo un poco hasta que nos mandó a la cama porque tenían que “estudiar”.

Preparamos las cosas para el día siguiente, porque tendríamos que madrugar bastante y directamente a la cama (en mi caso un colchón, en el caso de Yisus un sofá-cama) y cuando me propuse ir al baño para soltar la meada de antes de dormir abrí la puerta y me encontré a Pablo cagando mientras leía una revista… fue una cagada… por su parte (claro) y por la mía ¡Pillé a mi anfitrión cagando! ¡Qué vergüenza! Yisus se rio de mí el resto del viaje. Y aquí termino este resumen.


¿Qué podemos ver y/o hacer en Helsinki? Muchas cosas, seguro, pero aquí lo más típico y conocido:

  1. Catedral luterana de Helsinki

Similar a la Catedral de San Isaac de San Petersburgo, este impresionante edificio religioso puede que sea lo más destacado de la capital finlandesa. En finés se llama “Tuomiokirkko”.

  1. Plaza del Senado

Es la bonita plaza que presenta a la catedral, además del Palacio del Congreso y el edificio principal de la universidad, pues se encuentra en la zona universitaria. En medio un monumento dedicado al emperador Alejandro II. Todo este complejo arquitectónico es obra del señor Carl Engel, quien no lo vio del todo terminado, pues murió antes de que las obras de la Catedral finiquitasen.

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  1. Catedral ortodoxa Upenski

Considerada como la mayor iglesia ortodoxa de la Europa Occidental se encuentra en una pequeña colina a las puertas del distrito Katajanokka. El arquitecto que la diseñó tampoco pudo verla en pie, pues se construyó tras su muerte… que mala suelte tienen los arquitectos aquí.

  1. Kauppatori

En nuestro idioma podemos llamarlo “Plaza del Mercado”, pues eso es lo que es, y se encuentra dando paso al puerto. Aquí se comercia todo tipo de suvenires y alimentos típicos, además, si hace buen tiempo te encontrarás terrazas donde pararte a beber una birra, o dos, o tré, o cuazro… o inco… Zzzzz. Desde aquí salen muchos barcos que te transportan a las islas más cercanas y turísticas de la ciudad, como a la Fortaleza de Suomenlinna.

  1. Iglesia Temppeliaukio

Esta es la iglesia construida bajo una enorme roca. Por fuera no es muy vistosa, pero por dentro está mejor, pues puedes ver sus paredes rocosas y como filtra el agua de la tierra… tiene su gracia.

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  1. Otros lugares de interés

Bueno, siempre aconsejo los parques porque me gusta sentarme en ellos y observar a las viejas que pasan por ahí. Además, Helsinki es verde (y toda Finlandia), todo está lleno de parques y bosques, además de lagos y renos. Los parques que destaco son el Hagasundsparken, el Tarja Halonens Park, el Kaivopuisto, el zoo y parque de Korkeasaari, el kumpula y el parque de atracciones Linnanmaki, donde por lo visto te puedes montar gratis en algunas atracciones, y eso es algo que acabo de descubrir… ¡Qué desgracia!

La avenida ajardinada Esplanadi es de obligado recorrido, pues es la calle más transitada de la ciudad y ella te llevará a la Plaza del Mercado.

Al lado de la estación te toparás con el museo de arte contemporáneo Kiasma, por si te gusta este tipo de arte. A parte, muchísimos museos son gratis en la ciudad, como el de las Culturas, el Helsinki City Museum, el Museo de Historia Natural, el museo al aire libre de Seurasaari o el museo militar ¡Toma! Ya tienes tarea.

Muchas cosas, sí, y muchas cosas más que aún me faltarían por poner, pero lo verdaderamente interesante en esta ciudad es lo que vas a descubrir tú solo, no lo que te dicen que tienes que descubrir. Disfruta Helsinki.

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