Nueve de la mañana y rápido que nos llama el check-out, ya era hora de cambiar de aires, otra vida, otra ciudad, otro olor, otros trapicheos, otro váter, otra cerveza… ese día marcharíamos hacia Lund, una ciudad bien viejita del sur de Suecia, a unos 50 kilómetros de Copenhague, pero esto sería por la tarde, aún queríamos pasar la mañana en la capital danesa. Por eso y mucho más dejamos las maletas en un cajón que nos proporcionaron los del host, no recuerdo cuanto nos costó este servicio, cuatro euros o algo así.
Ahora fuimos a desayunar, que teníamos hambruna moruna. Entramos a un súper y mis amigos pillaron una kartoffel bien rico para los dos y yo un donut, mas unos pequeños paquetitos de crema de cacao que me fangué del host antes de salir. Nos lo comimos todito en los escalones de una de las puertas de la Catedral, con vistas al edificio de la universidad… un lugar privilegiado para unos mendigos como nosotros.
Después de mancharnos las manos volvimos a Christiania porque aún no habíamos visto este lugar con luz, pues siempre habíamos tocado su suelo en la oscuridad de la noche, pero vamos, no había mucho que ver ya, así que no duramos mucho ahí y volvimos tranquilamente para subir a la torre del Castillo de Christiansborg, que ya dije que era gratuito. Desde aquel lugar hicimos las últimas fotazas de la ciudad. Fue un bonito sitio para terminar con Copenhague, lugar del cual ya estábamos un poco hasta el pompis ¿Veis? Soy vulgar y fino a la vez.
Así a lo tonto habían estado pasando las horas sin nuestro permiso y debíamos volver a por las maletas si no queríamos que se pasaran de horas y por lo tanto tener que pagar más, qué desastre sería aquello, pero no, no ocurrió, llegamos a tiempo y a tiempo fuimos felices.
Rápido a la estación, donde me pillé algo de comer para saciar mi hambre en el tren (estos no tenían porque habían rellenado sus estómagos con kartoffel y eso aguanta ahí varias visitas al baño). El tren hasta Lund tarda unos 40 minutos, tal vez algo menos, pero es obligatorio cambiar de tren en el aeropuerto de Copenhague, pues es donde se realiza el control fronterizo y, aunque es una tontería para europeos (solo enseñar el documento de identidad) te hacen esperar otro tren que puede tardar lo suyo y por ese motivo el viaje se hace de algo más de una hora de mierda.
Del aeropuerto hasta Suecia hay que pasar por el nuevo (desde el año 2000) puente y túnel de Øresund, porque es un trayecto combinado. No se construyó un puente de 16 kilómetros porque podría dificultar las maniobras aéreas de los aviones a la entrada y salida de estos en el aeropuerto. Y no se construyó un túnel de trayecto completo porque hubiese salido demasiado caro, así que se decantaron con este proyecto combinado que tanto bien ha hecho a Europa, pues comunica la Unión Eurocaca con Suecia y Finlandia. A parte, el billete de tren es más barato que el peaje, y este es más barato que los antiguos ferrys que cruzaban el estrecho, así que este trayecto en ferry desapareció. Este nuevo camino tiene cuatro carriles de carretera y dos vías de tren… es todo un portento. El viaje fue ameno.
De la estación de Lund hasta la dirección que nos había facilitado nuestro nuevo anfitrión de CouchSurfing, Andy, había que atravesar toda la ciudad, de noroeste a sureste, por lo tanto vimos gran parte del Centro, que no era gran cosa, pero tampoco nos fijamos mucho porque íbamos cansadetes y con ganas de llegar a nuestro nuevo hogar.
La casa de este chico estaba en el barrio de estudiantes, pues esta ciudad se caracteriza sobre todo por la universidad. Es una ciudad de estudiantes y Andy era uno más, un Holandés de Erasmus que acogía a gentuza en su pequeña habitación de estudiantes. La residencia era grandota y hermosota, con cocina y duchas comunes y las habitaciones privadas tenían un pequeño baño para hacer un “cagui” solo… no sé si dije que en el albergue de Copenhague se llevaba lo del “duchicagui” (ducha y caca a la vez).
Dejamos nuestras cosas y lo primero que hicimos fue ir con este hombre al supermercado, pues le dijimos que le haríamos una cena de puta pena, con pasta y berenjena rellena de melena morena, tan buena que se te empina la vena de la antena… ¡Qué faena! Bueno, el caso es que nos salieron unos macarrones un tanto insípidos y algo escasos, pero comimos como jabalíes devorando un lobo. Por cierto, tengo que decir que el gran cocinero del viaje fue Rudolf, se le da genial y le encanta, y si los macarrones salieron un poco insípidos no sería ni mucho menos por su culpa, sino por los de su alrededor.
Andy es un pre-treintañero como nosotros que se ha recorrido medio mundo (literal) y ahora le ha dado por estudiar otra carrera para complementarla con esa insignificante carrerita que ya tiene de astrofísica, por eso se ha trasladado a Lund después de sus años de viaje, porque buscaba una ciudad tranquila y relajante y damos fe de que ha encontrado el lugar perfecto.
Es un tío bastante alegre, generoso, hospitalario y confiado, tal vez demasiado, y si hay que ponerle alguna pega diría que no es muy agradable que se pasee desnudo por la residencia mientras le cuenta a todo el mundo de qué tamaño ha soltado el mojón esa mañana, pero nada, por lo demás genial… fue y estoy seguro de que sigue siendo un buen anfitrión.
Pues nada, cenamos y marchamos a un concierto de hip-hop en una fiesta que montaban en otra residencia, a poca distancia de aquel lugar… así nos lo vendió él, pero cuando llegamos descubrimos que era una especie de okupa (no sé si lo sería) donde daban una charla sobre la situación en Cachemira y después cantaba el rapero. Mientras ocurría esto nos tragamos un par de cervezas cada uno para calentar los cuerpos, pues a esas horas en Suecia sí se notaba que me habían birlado el abrigo, pero bueno, en el interior no hacía nada de fresco, sino calor.
Cuando terminó el concierto del rapero indio comenzó otro de un sueco que tocaba con la guitarra clásica unos temazos españoles como el de “Asturias” de Isaac Albéniz o “Recuerdos de la Alambra” de Tárrega, unos clásicos que inundaron de lágrimas nuestros rostros por la emoción patriota o, no sé, a lo mejor nos habían subido las dos birras.
Volvimos a la residencia de nuestro nuevo amigo dando vueltas innecesarias, pero no por la borrachera, sino porque nos perdimos, pues este chico llevaba solo dos semanas viviendo allí y aún no conocía bien las “avenidas” de Lund, pero bueno, al final llegamos gracias a mi GPS, siempre atento a todo, que majo.
Había tres colchones hinchables a parte de la cama de Andy, de los cuales dos eran grandes y aceptables y el otro parecía una colchoneta de playa del tamaño y forma de una tabla de planchar, muy bonita, pero poco prometedor, por lo tanto, como teníamos que estar tres noches en aquel lugar decidimos turnarnos y yo fui el primero que quise catar la incomodidad, así que nada, me tumbé y ¿Me dormí? Pues no lo sé ni yo.
CURIOSIDADES VARIAS
Vamos a leer cositas curiosas sobre estos dos países escandi-nabos llenos de frío, cervezas y riqueza, a ver que tienen que contarnos:
A. DINAMARCA
- Un carpintero danés creo en 1932 los famosísimos LEGO, que a tanta gentuza (incluido a mí) han hecho feliz.
- Si no contamos a Australia (que casi es un continente él solito) podríamos decir que la isla más grande del mundo pertenece al Reino de Dinamarca… Groenlandia es tocha de cojines con sus 2.000.000 de kilómetros cuadrados.
- En este maldito país todos hablan inglés (altísimo porcentaje), incluidos los viejos más viejunos del territorio nórdico.
- El estilo de vida danés es el “hygge”, que es un extraño concepto que crea un ambiente cálido y relajado en el que pasar las horas y la vida, si se puede.
- La filosofía danesa dicta los tres “ochos”, que son, 8 horas de trabajo, 8 horas de ocio y 8 de descanso… como puedes imaginar esto suele ser falso, trabajan más y descansan menos, como toda la humanidad, aunque nos quieran vender que el pueblo danés es el más feliz del mundo… no va a ser por el “hygge” ese ¿No?
- Shakespeare se basó probablemente en una leyenda (Amleth) y una obra perdida (Ur-Hamlet) para dar vida a su obra “La tragedia de Hamlet, Príncipe de Dinamarca”. El castillo de Hamlet se encuentra en Elsinor, al norte de Copenhague, muy cerquita.
- Este país es uno de los que tiene el sueldo medio más elevado, pero también tiene los impuestos más altos.
- En Copenhague te vas a encontrar a casi la mitad de la población del país.
- Posee la monarquía más antigua de Europa.
- Su bandera también es la más antiguas de las escandinavas y significa “la bandera roja” o “la bandera de los daneses”.
B. SUECIA
- El salmón, el reno y las albóndigas son los platos más conocidos de la cocina sueca.
- Es en Suecia donde ha habido más ganadores escandinavos de Premios Nobel de Literatura, pero tal vez esto se debe a que Afred Nobel (creador de la dinamita y por supuesto de los premios) fue sueco.
- ABBA, la banda de pop de los 70s más famosa de Suecia, internacionalmente conocida… a que sí, a que los conoces.
- H&M, Volvo, Sony Ericsson y por supuesto IKEA, son marcas suecas.
- El periódico Och Inrikes Tidningar es del siglo XVII y sigue funcionando, por lo que puedes deducir que se trata del diario más longevo del mundo… y es sueco.
- Dicen que es el país menos religioso ¿Será eso cierto?
- El norte del país entra en el Círculo Polar Ártico, por lo que hace un frío de pelotas, y supongo que por este motivo el 85% de la población vive en el sur.
- Un ciudadano cualquiera del país puede ser elegido al azar cada semana para llevar la cuenta oficial de Twitter de Suecia ¡Cómo se la juegan!
- Estocolmo es la capital, dicen que una de las más bonitas de Europa, y está construida sobre 14 islas.
- Cada vez hay menos presos en este país y por lo tanto menos cárceles.
- En los supermercados hay secciones con tubos… sí, meten alientos en tubos parecidos a los de pasta de dientes y salsean con ellos o se lo tragan directamente. Los sabores son de lo más variopinto… pescados, quesos, mariscos, carnes….
Nada más. Nos vemos en el próximo episodio.
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