Otro madrugón, pero pasando una noche mucho mejor que la anterior, lógicamente, si no estaría muerto, y sinceramente, no me apetece nada morir aún, me gustaría aguantar un par de años más para que me dé tiempo a liarla de alguna manera… no sé, embarazar a una monja, secuestrar a alguien, empujar a un gordo por una colina o, mejor aún, tirar un queso para que vaya él detrás… cosas de esas quiero hacer antes de espichar ¡Tampoco pido tanto! Pero no os preocupéis, sigo vivo, porque si no, no podría escribir esto ¡Qué no te enteras, contreras!
El objetivo era visitar y conocer Lund, que llevábamos dos noches en la ciudad y no lo conocíamos aún, aunque nuestro nuevo amigo Andy ya nos adelantaba en su mal español que nos encontrábamos en una ciudad pesimamente aburrida.
Desayunamos, el “cagui” de todas las mañanas y salimos hacia el centro, no sin antes enseñarle un poquito de español a nuestro holandés favorito, que hacía grandes progresos gracias a las expresiones barriobajeras que le íbamos enseñando… esa mañana tocaba enseñarle a decir “Está pa’ choped”, “Se ha quedado fiambre”, “¡Señor, llévame pronto!”, “Adónde va Vicente, va la gente” y “¡Me cachis en la mar!”, ahora sí, con los deberes hechos partimos y dejamos a Andy con el culo roto ¡Ops! Esta también se la enseñamos, por supuesto.
Llegamos a la plaza Mårtenstorget, donde todas las mañanas montaban un mercado con verduras, frutas y esas cosas de verduleros como yo. Y fue justo cuando a Rudolf le entró la locura y se puso bravo porque quería comprar todo lo necesario para cenar esa noche, que teníamos pensado hacer una paella en la residencia, así que teníamos que comprar todo lo necesario y, como a Rudolf se le había antojado comprarlo a esas horas matutinas pues tuvimos que hacerle caso, pero no lo compramos en aquel mercado, sino en un pequeño comercio de turcos, en un callejón, donde las verduras estaban relativamente baratas. No solo compramos en este lugar, también nos metimos en un supermercado a pillar las otras cosas necesarias que no vendían los turcos. Y ahora a llevarlo de nuevo a la resi, que empezaba a estar a tomar por cubo de tantas veces que lo hacíamos.
Dejamos todo y ahora sí empezamos nuestra ruta para conocer aquella “divertidísima” ciudad de estudiantes, y como era de estudiantes, los grandes atractivos tenían cosas que ver con esto, como la biblioteca o el jardín botánico… pero antes de todo atravesamos un cementerio algo siniestro a la vez que armónico y daban ganas de mear en alguna tumba, pero no lo hicimos… de verdad.
Justo a la salida se encontraba el Jardín Botánico y aquí pasamos un tiempo considerable, sobre todo en el invernadero, como ya ocurrió en Copenhague, pues suele ser lo más sorprendente al tener plantas y árboles de latitudes desconocidas, como los cactus o palmeras. Yo le di un abrazo a un cactus porque sus brazos abiertos me lo pidieron y yo soy incapaz de negar algo así, por lo tanto pegué un grito hermoso.
Seguimos andando por las pequeñas calles de la ciudad por la zona con más jóvenes, o sea, el barrio universitario, donde nos topamos casi sin querer con la enorme biblioteca que la hiedra se estaba comiendo. Aquí tienen libros en todos los idiomas, o eso dicen las malas lenguas (o buenas) y por dentro era una maravilla, un espectáculo y daba la sensación de que podías encontrar cualquier mierda ahí dentro, como lo que encontré rebuscando en el pasillo de “Personajes Públicos”, donde encontré una enciclopedia en inglés sobre personajes españoles y en ella se encontraba Don Jesús Gil ¿Quién iba a imaginarlo? Yo no, desde luego.
Nos encaminamos después a ver otra bonita catedral, que al igual que en Malmö era tan entretenida como para pasar allí más de un cuarto de hora, que ya es. También tenía un pequeño espacio infantil, buenos mosaicos y unas catacumbas, pero lo más impresionante de la Catedral de Lund era el gigantesco reloj astronómico de 1424 que señalaba la hora, el día, el mes, el año, el siglo, los santos, el zodiaco, los regalos que te iban a traer los Reyes Magos y lo que ibas a comer hoy… prácticamente todo. Una catedral con mucha historia, pues Lund es de las ciudades más antiguas de Suecia. En el siglo XII se estableció en esta ciudad el arzobispado de Escandinavia y fue cuando construyeron la grandiosa catedral que aún domina en toda la ciudad. También la universidad de Lund es histórica, se fundó en 1666 y es el mayor establecimiento de educación superior de Escandinavia.
Después de haber rezado cinco “Padres nuestros” y tres “Ave Marías” seguimos buscando cosas perdiéndonos por las estrechas y bonitas calles de piedra de la ciudad, con sus casitas bajas de ladrillo amarillo y las hierbas que crecían en sus laterales… imágenes dignas de fotografiar.
Ya estábamos cansados, habíamos calentado algunos bancos de la ciudad y ya era casi la hora de volver a la resi, pero antes teníamos que pasar por la “Systembolaget” para recargar el frigorífico de cervezas y un buen vino para acompañar a la paella. Así que eso fue lo que hicimos: comprar alcohol y visitar el mercado donde vendían alimentos de todo tipo, pero caros… bastante caro era aquel mercado o pequeño centro comercial, donde también había restaurantes y demás.
Volvimos y nos encontramos a Andy preparando comida para su viaje, pues al día siguiente madrugaba para irse a una pequeña península al sureste de Suecia haciendo autostop, todo un aventurero nuestro anfitrión. Y como él se preparaba sus tupperwere nosotros creábamos la paella… o mejor dicho Rudolf, que ya dije que es el cocinitas, mientras Tenacitas y yo solo obedecíamos órdenes muy estrictas, incluso llegó a castigarnos en alguna ocasión por cortar la zanahoria en cachitos algo más gruesos de como él los quería… él era el jefe y había que asumir el castigo.
A pesar del esmero que le echó en su creación, el arroz salió insípido y un poco quemado, pero hay que decir que las condiciones y materiales eran algo precarios, así que se le perdonó fácilmente, sobre todo Andy, que todo le parecía rico y aún más con una copa de vino español, aunque bebía poco y despacio. Tal vez mantenía su estómago tranquilo para la llegada de las cervezas, pues estas llegaron a todo trapo.
Comencé pinchándome una lata de cerveza, que se trata de hacer un orificio en la parte baja de la lata, en un lateral cerca de la base para que el líquido salga a presión por este agujero y por ahí hay que colocar la boca mientras aprietas con la mano la lata, así sale todo de golpe y todo para adentro… una singular técnica para pillarte un moco rápido, aunque en Suecia no es muy recomendable por los altos precios de las bebidas alcoholicas. Yo lo hice con una cerveza mediocre llamada Stockholm y más tarde con una yonkilata de Carlsberg de las que venden en el súper, de 3,5 grados de mierda. Después de estas dos pincha-latas me quedé subido en una nube durante bastante tiempo, pero nunca llegué a emborracharme por completo. Una acción que interesó al personal allí presente, pero luego fueron ellos los que se pillaron una borrachera mayor. Y así fue el principio de la noche: bebercio y tonterías varias como pequeñas bromas a nuestro gran amigo Rudolf que se quedaba dormido en cualquier sitio que apoyara la cabeza, aunque Tenacitas era más de evitar estas bromas porque el sentido del humor se lo dejó en España, tal vez. Nada más ese día, poco después decidimos irnos a sobarla, que mañana sería el último día y había que estar medianamente fuertes. Un beso de lobo para todos.
SYSTEMBOLAGET
Es una cadena perteneciente al gobierno de tiendas de licores en Suecia. Son las únicas tiendas minoristas en las que se permite la venta de alcohol superior al 3,5%, y aunque también se venden productos sin alcohol no tienen mucha venta que digamos, pues ahí la gente va a lo que va. Eso sí, tienes que tener más de 20 años, aunque en los bares se permite la venta a partir de los 18.
Existen en estas tiendas unas leyes que pueden hasta sorprenderte, pero teniendo en cuenta que el sistema este de venta de licores ya es un tanto raro… nada es más sorprendente:
- No se venden “pack”, ni en latas ni en botellas. Todos los productos se venden individuales.
- No existen ofertas tipo “Compra dos y te llevas una de regalo”.
- No hay nada refrigerado por la razón siguiente: Resulta que ningún producto puede ser favorecido y si meten una cerveza en el frigo todas las demás deberían ser enfriadas también, y eso es algo demasiado caro.
- No está permitido vender nada a gente que está o aparenta estar borracha.
¿Por qué existe eso? Bueno, literalmente significa “La compañía del Sistema” y están para controlar el abuso de alcohol con sus altos impuestos, pero en realidad este sistema tampoco tiene el éxito que se desea, pues solo el 30 por ciento del alcohol que se consume en el país sale del Systembolaget, así que supongo que ahora te preguntarás que de donde sale el 70% restante si se supone que está prohibida su venta. Pues algún porcentaje conseguirán los bares y restaurantes, donde sí está permitida la venta, pero claramente el mercado negro gana a todos… como no, hay incluso entregas a domicilio de gente que vende alcohol desde su casa.
Y no solo el mercado negro, pues desde la libre circulación de mercancías de la UE, es posible darse un paseíto a Dinamarca o a Alemania (sobre todo desde la apertura del puente de Øresund) y volver con el maletero bien cargado, pues esto puede salir hasta más barato incluso con el gasto de la gasolina, porque los impuestos son verdaderamente importantes, aunque en la cerveza no son muy altos.
Pues ya sabéis, si vais a Suecia de viaje vais a ver vuestro consumo de alcohol mermado (si es que lo hubiese), y si a lo que vais es a vivir y os gusta mucho el “drinking”… ¡Ay, amigo! ¡Qué jodido estás!
Nada más. Nos vemos en el siguiente episodio.