3. Atractivos colombianos II

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SANTA MARTA: Me encantó esta ciudad, me enamoraron sus atardeceres. Quizá sea una futura Cartagena, pues aumentan los turistas, pero aquí sí me dio la sensación de que la gente no llevaba máscaras. Impresiona la hospitalidad y la alegría humana, tal vez no tenga tantos atractivos como las tres anteriores, pero posee esa esencia caribeña que te sonríe allá donde mires. Si llegas a Santa Marta déjate llevar por ella, por sus calles que te guiarán por donde quieras ir, la Catedral de Santa Marta, el Parque de los Novios, el de Simón Bolívar, el Museo del Oro Tairona, las playas y su paseo decorado con esculturas, y no olvides pasar por el Mercado.

CALI: La tercera ciudad más poblada de Colombia y una de las más antiguas de América (1536) tiene fama de peligrosa, pero esta etiqueta es distorsionada cuando nos dicen que Cali es la “Capital mundial de la salsa” y a finales de año, en Diciembre, se celebra la Feria de Cali, famoso e importante evento que atrae a miles de curiosos y bailarines cada año. La urbe está repleta de bares y locales bailongos que te pedirán  mover el esqueleto, así que si no te gusta bailar “no vayas”. Hay barrios que abrazan al turismo, así que no te dejes convencer por las malas lenguas y visita esta ciudad, si te lo permite el tiempo. Te espera el Gato Tejada con su mirada penetrante, el Cristo Rey con los brazos abiertos en lo alto del cerro los Cristales, aunque el cerro de las Tres Cruces no tiene nada que envidiar. Un paseo por el Río Cali, por la Carrera 66 o el Parque del Perro te van a dejar las piernas temblando, pero no de miedo, sino de bailar tanto.

BUCARAMANGA: La quinta ciudad en extensión de Colombia se encuentra en el departamento de Santander y es el punto de partida para excursiones que incluyen deportes extremos. Si quieres escalar, puenting, parapente, rafting, paracaídas, etc., encontrarás aquí la mayor variedad de ofertas. Una ciudad en la que abundan los parques y los casinos, también podrás encontrar el Museo Histórico de Santander y el Museo de Arte Moderno, y los miradores Morrorico y Palonegro.

LETICIA: Al sur, pegadita a Brasil y a Perú se encuentra esta localidad selvática, remojada en las orillas del Amazonas, y yo fui tan desgraciado de no poder visitar este lugar. Imposible acceder por tierra, pero hay vuelos baratos desde Bogotá que casi te obligarán a ir. Tal vez sea el lugar que más rabia me dio el no haber podido visitar, porque soy un maldito enamorado de la selva. Las cosas que me perdí fueron el Parque Santander, el Puerto de Leticia, la Reserva Victoria Regia, Catedral Nuestra Señora de la Paz, La isla de los Micos, donde los monos te conquistan, y los Parques Nacionales Naturales Amacayacu y Cahuinarí.

ISLAS DE SAN ANDRÉS, PROVIDENCIA Y SANTA CATALINA: El famoso archipiélago que se encuentra muchísimo más cerca de Nicaragua que de Colombia, constituye un saco económico muy importante para el país desde que se dictaminó en 2012 que la soberanía de las islas pertenecían a Colombia, incrementando sobremanera el turismo en las mismas. Además de algún museo e iglesia, lo más llamativo de estas islas son las playas cristalinas, así que si te mola este tipo de lugares no lo dudes, que ahora hay una compañía aérea colombiana que te lo pone fácil, chaval.

TAYRONA: Para mí fue lo mejor que visité, estuve tres días y hubiese estado mucho más. Hay mogollón de guías por internet que te explican paso a paso como es este Parque Natural, como acceder y qué hacer. La entrada me costó 40.000 pesos que son unos 13 euros aproximadamente, muy barato a mí parecer, pues ofrece algo muy difícil de encontrar en otro sitio. Allí puedes alojarte en una habitación, una carpa o alquilar una hamaca por precios variados. Disfrutar de la playa, la flora y la fauna es obligatorio, al igual que respetarla. El servicio de restaurantes es caro, lógicamente, así que si puedes meter algunos alimentos desde fuera para no quedarte sin blanca mejor, pero recuerda que luego tienes que sacar toda la basura que generes contigo, no seas cerdaco.

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CIUDAD PERDIDA: En la Sierra Nevada de Santa Marta se encontró en el 76 este poblado indígena que llevaba abandonado varios siglos y que tiene una antigüedad de aproximadamente 1300 años. Si quieres visitarlo tendrás que ponerte en contacto con alguna agencia encallada en la ciudad de Santa Marta y pagar alrededor de 300 eurazos que te incluyen entre 4 y 6 días de caminata con las comidas y el hospedaje. Allá tú, pero a mí me ha dicho un pajarito que tampoco merece tanto la pena.

ARACATACA: Este lugar está en pocas guías, pero yo lo incluyo, pues creo que Gabriel García Márquez no está suficientemente considerado en su país natal, no vi ninguna camiseta de él, pocas frases suyas por las paredes… No sé, me pareció que le estaban olvidando como se olvidaban de Macondo, así que para recordar este pueblo tan singular qué mejor que visitar Aracataca, el pueblo donde nació y se inspiró el escritor para escribir su obra maestra, 100 Años de Soledad. Según Wikipedia cada vez hay más turistas, y desde Santa Marta no te pilla lejos.

PALENQUE DE SAN BASILIO: No fui a este lugar por tiempo, como me pasó con muchos otros sitios, pero no queda lejos de Cartagena de Indias. Se trata de un corregimiento con mucha historia, pues aquí fueron a parar los esclavos africanos que se rebelaron contra los colonos españoles en Cartagena de Indias, levantando el primer poblado libre en América. Aún conservan parte de la cultura africana y tal vez merezca mucho la pena verlo.

SANTA FE DE ANTIOQUÍA: El nombre ya desvela un municipio muy religioso que cada vez recibe más turistas gracias a su arquitectura colonial. Sus principales atractivos son iglesias, así que si te va la marcha cristiana lo tienes a unos 50 kilómetros de Medellín.

PEÑOL DE GUATAPÉ: Y el propio Guatapé, que es un municipio a 80 kilómetros de Medellín, también bastante religioso, pero que cuenta con varias atracciones separadas como el Cable Vuelo, paseos en barca o como no la Piedra del Peñol, que se trata de una roca de más de 200 metros de altura con curiosas escaleras, lo que la hace muy vistosa y visitable. Cuesta dinero subir, pero creo que no es mucho, no me acuerdo.

NUQUÍ: Un municipio de 100 años ubicado en la costa atlántica que permite actividades como el surf, el buceo, baños termales, playas y por supuesto, paisajes naturales.

EJE CAFETERO: Esto da para largo, pues no es un sitio en concreto, sino que son varios en una región muy extensa y no hay una ruta específica, sino que tú decides que quieres visitar del Eje, por ejemplo yo visité tres lugares, pero si no tienes prisa puedes quedarte allí semanas y disfrutar del gran café colombiano. Los lugares más llamativos son: Armenia, Parque Nacional del Café (Montenegro), Santuario (Risarada), Pereira, Termales Santa Rosa de Cabal, Jardín Botánico y Mariposario del Quindío (Calarcá), Salento, el Valle de Cocora, Parque nacional los Nevados y Belén de Umbría. Mucho más, pero aquí algo de lo más recomendable.

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VILLA DE LEYVA: Municipio al norte de Bogotá que conserva su arquitectura colonial y que posee bonitos y variados paisajes que tal vez no deberías perderte. Plazas, museos e iglesias interesantes te darán la bienvenida.

LAGUNA DE GUATAVITA: Esta laguna en lo alto de la montaña, a 3000 metros, dejará tu boca abierta para que entren las moscas. Está a 80 km al norte de Bogotá.

ISLA GORGONA: ¿Quieres ver ballenas? Este es tu sitio. No solo eso, la fauna silvestre abunda en la isla, el buceo y el senderismo son actividades recomendadas. Se encuentra en el Océano Atlántico a 35 kilómetros de la costa y la única forma de llegar es por mar. Solo decir que si vas debes tener cuidado con las serpientes, que por lo visto la isla se llama así porque abunda este reptil.

PALMIRA: A 30 kilómetros de Cali está la ciudad de las palmeras. Cosas chulas para ver serían la Catedral de Nuestra Señora del Rosario del Palmar, el Sendero los Bolos, Parque de Bolívar y algún museo que otro. Apunta que está considerada una de las ciudades más peligrosas de Colombia.

DESIERTO DE LA TATACOA: Los turistas vienen aquí a fumar marihuana, la verdad por delante… Bueno, en realidad no lo sé, pero conocí a dos tipos que me dijeron eso. Se encuentra a 40 kilómetros de Neiva y por lo visto es un sitio espectacular, pero ojo con las serpientes.

PARQUE ARQUEOLÓGICO NACIONAL DE TIERRADENTRO: Interesante punto arqueológico perdido en medio de la nada, así que te tendrá que llamar mucho para ir, porque son varios los transbordos. El lugar ofrece varias sendas y rutas para observar los restos que nos dejó la cultura precolombina.

CAÑO CRISTALES: Considerado como el río más bonito del mundo por la belleza de su color, siendo las plantas sumergidas las que colorean nuestros ojos, habiendo hasta cinco colores. No hay peces en él. Es complicado llegar hasta allí, pues lo más normal es tomar un avión desde Bogotá hasta La Macarena.

SANTUARIO DE LAS LAJAS: Desde el siglo XVIII se peregrina a este templo cristiano, hermoso por su arquitectura, amplitud y su puente, que salva un cañón. Al sur de Colombia, a diez kilómetros de Ecuador y a siete de Ipiales, el municipio colombiano más cercano.

Creo que ya es suficiente en este blog. Para más información turística de este país busca por Internet, que lo tengo que hacer yo todo ¡Coño! Ahora sigo con el Diario, no se me vaya a olvidar. En el siguiente episodio algo de la gente y su cultura según me he fijado yo.

III. Tayrona

Esto no es una guía del Tayrona, aunque podría servir, pues relataré los tres días que pasé en este Parque Natural, pero en orden, por favor:

Santa Marta me despertó bien temprano, con mis nueve compañeros de habitación aún dormidos y alguno roncando cual dromedario octogenario, pero a mí lo que más me preocupaba era el estado de mi cuerpo, la mitad superior decorada ahora con decenas de picaduras explosivas, mientras que la otra mitad se había librado gracias a la sabana protectora.

Desayuné y emprendí el paseo que me haría conocer la playa, y por tanto sería la primera vez que mis ojos avizorasen las aguas caribeñas, pero no lo hice solo, pues nada más salir del hostal me topé con una perra callejera que parecía curtida en batalla por las heridas que me mostraba, y debió verme cara de perro amigo, pues me siguió hasta la costa y paseó conmigo por el Camellón, encontrándome con más compañía canina y llegando a asustarme de veras cuando detrás de mí se podía contemplar un batallón de perros que no sé qué mierdas querían, pero provocaba las miradas de los más madrugadores. Y conocí junto a mis nuevos amigos peludos a Rodrigo de Bastidas, el fundador de una de las primeras ciudades de Colombia, la paradisiaca Santa Marta. Le vi en piedra a pie de mar, pero sus restos te los puedes encontrar en la blanca Catedral Basílica de Santa Marta, la primera basílica de América Latina. En fin, no sé cómo pude finalmente dar esquinazo a mis seguidores, pero otra vez estaba solo en las calles samarias que, por cierto, el río que cruza esta ciudad tiene el mismo nombre que el río de Madrid… ¡Manzanares!

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Después de mi visita exprés recorrí las calles más comerciales que se achicaban con los puestos callejeros donde todo se podía encontrar y fue donde cacé nuevos calzoncillos para poder afrontar mis días. Compré también comida que se pudiera conservar para llevarla conmigo al Tayrona y sobre todo AGUA, y volví al hostal donde me duché, recogí mis cosas y marché hacia el Mercado, un lugar vivo de comerciantes donde salen las busetas que llevan al Parque Natural Nacional Tayrona. No me costó encontrarlo, aunque estaba algo retirado de la zona más transitada por el turismo. En el Mercado me comí un par de arepas porque sabía que no tendría otra oportunidad de comer barato más tarde.

Creo que la buseta fueron 7.000 pesos y tarda unos 40 minutos en dejarte en la puerta principal del parque. Una vez allí tendrás que tragarte un vídeo que puede que te resulte interesante, sobre todo si vas sin saber dónde vas, pero es obligatorio. Te dan un mapa y algunas explicaciones. Luego te toca pagar (45.000 pesos), te ponen una pulsera y te dan a elegir si quieres andar 5 kilómetros por un camino embarrado donde los jaguares acechan o si prefieres apoquinar un euro para que un coche te lleve a Cañaveral, que es como el lugar de bienvenida y entrada a las playas, pero aquí no hay servicio de alojamiento ni te puedes bañar, así que lo suyo es que sigas andando. Desde Cañaveral hay dos caminos oficiales que llevan a Arrecifes, uno es a caballo y otro a pie. Son unos 4 o 5 kilómetros, pero no se hace pesado (te encuentras abueletes y niños haciendo esta ruta. No es dura). Ir en caballo no tiene ningún encanto y es totalmente prescindible, a no ser que tengas alguna dificultad física que te impida hacer la ruta a pie. No pregunté el precio de los caballos, pero confío en que deseches esa opción.

En el camino a Arrecifes empezaras a flipar por todo. Los árboles, el camino, las playas que se ven de vez en cuando, los ruidos… Yo iba solo y me sentía totalmente aislado porque apenas me encontraba con nadie, y empecé a ir rápido porque me amenazaban las nubes, pero el grado de felicidad que sentía es inexplicable. En media hora o así llegué a Arrecifes y alquilé una hamaca, que tal vez sea el lugar donde más barato puede ser alojarte (15.000 pesos la hamaca, que es algo menos de 5 euros). También puedes llevar tu carpa o alquilarla por un precio algo superior, y en otros lugares como Cabo San Juan puedes pagar por una cabaña.

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Mi hamaca estaba junto a otras veinte hamacas en el interior de una estructura con techo y paredes de mosquitera, y te aseguro que la lluvia no es problema, porque a mí me llovió las dos noches y no me mojé ni un huevito. Fui entre semana y no me hizo falta reservar, pero no sé si el fin de semana o en temporada alta será complicado encontrar hueco para pasar la noche.

Después de dejar mis cosas e investigar un poco la zona de restauración y baños de Arrecife, salí a dar mi primer paseo a la playa del lugar (no apto para bañistas) y me la recorrí un par de veces mientras sonaban los truenos en las altas montañas, que se encontraban a pocos kilómetros. Un paisaje que nunca había visto… A pie de costa esas colinas selváticas coloreadas con miles de verdes y pinceladas de aves que custodian el Parque.

Dejé de leer en la playa porque la luz se desvaneció. Volví a los dormitorios para cenar y posteriormente echarme en la hamaca. El móvil lo tendría apagado durante mi estancia en el lugar (no hay cobertura), así que me olvidé de la hora… Puede que me acostase muy pronto, pero también me levanté temprano embadurnado de picaduras de mosquito. Desayuné y salí rapidísimo hacia Cabo San Juan, pues quería llegar a Pueblito también, que me habían dicho que era un camino duro.

Había llovido mucho y los caminos estaban totalmente embarrados, así que tomé la acertada decisión de quitarme las botas e ir descalzo hasta empezar a subir montaña, pues el camino a Cabo era pegadito a la playa. Como digo estaba todo empantanado y a pocos metros de mi salida me encontré lo impensable ¡Un caimán! Tomando el sol después de una noche pasada por agua. Os dejo foto y si queréis ver más id a la sección vídeos.

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Alucinando por el animal estaba yo, recorriendo aquellos caminos con cierto temor cada vez que tenía que cruzar un río, y contándolo a todo el que se cruzaba conmigo, pero bueno, poco a poco lo fui asimilando.

El camino de Arrecife a Cabo San Juan de Guía no es muy largo, será una media hora a paso normal y te encuentras buenos lugares para bañarte como la playa de la Piscina… Otro camino muy agradable. Ya en Cabo puedes disfrutar de chiringuitos, playas y paisajes, pues aquí está la foto famosa en la que sale la cabañita y mirador que enseño en la imagen.

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Me tomé un jugo bastante caro (3.000 pesos) y marché hacia el Pueblito, una ruta de nivel medio, según los carteles, que puede durar dos horas. Las indicaciones son frecuentes y te van indicando lo que llevas recorrido en porcentaje. Creo que es necesario llevar un calzado adecuado y como dice este cartel, disfruta del paisaje que se te ofrece y no te preocupes tanto por tus zapatos. A mí me encantó el camino, aunque lo empecé a pasar un poco mal cuando veía que el agua se me estaba acabando, y claro, el calor y el ejercicio me hacían deshidratarme  con una rapidez preocupante, pero conseguí sobrevivir a ello. Nada más llegar me desnudé y me bañé en el río del Pueblito.

Aquí te encontrarás unas ruinas arqueológicas de la tribu indígena Tayrona. Canales, puentes, terrazas y chozas que te ayudarán a hacerte una idea de cómo vivían. Solo hay una pequeña tiendecita donde podrás comprar agua, comida o algún recuerdo a precios desorbitados.

La vuelta, al ser cuesta abajo, se me hizo más liviana y también me tomé más tiempo para observar la fauna, cruzándome con un guatín (dasyprocta punctata), una especie de oso hormiguero, aves, lagartos, ranas de colores chillones de esas que seguro tienen veneno, y hormigas coloradas bastante grandes que son capaces de arrancar dedos.

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En Cabo comí y me bañé en la playa. Luego busqué una roca retirada y me tiré allí un buen rato descansando y mirando al horizonte hasta que me cansé, entonces emprendí la vuelta a Arrecifes. Llegué casi de noche y hambriento, pero antes de cenar me duché, que tenía barro hasta en el escroto. Mientras cenaba con una familia bogotana comenzó a llover y me tuve que ir a mi hamaca, allí leí hasta que me entró sueño y a sobarla.

Era imposible librarse de las picaduras, no había manera, ni mosquitera, ni cremas, ni ropa puesta, ni nada. Después de desayunar solo quedaba despedirme con un paseo por la playa, y muy a pesar mío era la hora de salir del parque, así que volví casi con lágrimas en los ojos, porque el viento arrastra los granos de arena y se meten en los ojos. Una pena.

No hay mucho que hablar de este día. La buseta me devolvió a Santa Marta y volví al mismo hostal de hace unos días. Recorrí de nuevo la ciudad un par de veces, haciendo alguna foto que otra y hablando con la gente. Hasta que la lluvia me retiró de nuevo hacia el albergue. Ese día leí bastante y comí muchas arepas callejeras, que están muy ricas. Como era de esperar me acosté bastante temprano ¡Agur!

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