Un viaje improvisado que nos llevó a Gibraltar, un pequeño territorio que nos recuerda que la Península Ibérica no está dividida en dos, sino en tres partes (bueno, según con que cabeza lo mires, tal vez en muchas más partes). Ocurrió en esta Semana Santa, la del 2018, que pillamos el carro y nos dirigimos al sur ¿Tal vez por las festividades que nos recuerdan la muerte de hace casi dos mil años de un tipo? No creo que fuese por eso. Más bien era la búsqueda de un lugar menos fresco que la meseta castellana, que ya estábamos hartos, aunque tuviésemos que convivir con las “fascinantes” procesiones.
Dejando aparte la emoción religiosa que desprende esta zona durante la época más divina del año, sabíamos que las cuatro ciudades españolas que visitaríamos son algunas de las más bellas del país, así que ni tan mal, eso sí, sería una visita exprés, que los días no daban para más, pero vamos, que ya lo conocíamos todo (Granada, Málaga, Cádiz y Sevilla).
Por supuesto, también nos empeñamos en el Peñón, pues ahí nunca habíamos estado. Puedo jurar que el destino (Andalucía y Gibraltar) lo decidimos el mismo día de salida, después de barajar diferentes opciones. Así de bonito fue todo. Tanto es así que el primer día tendimos la tienda de campaña en un descampao de algún pueblo muerto de Ciudad Real.
Ahora sí, hablemos de Gibraltar, que parece que no es nah, pero es mucho y muy distinto a su vecino:
Se trata de un territorio de ultramar perteneciente al Reino Unido, situado al sur de la Península Ibérica, teniendo 1’6 kilómetros de línea fronteriza con España. El territorio tiene una extensión total de 6’8 kilómetros cuadrados ocupados por más de 30.000 habitantes, sin contar a los monos y a otros seres vivos.

Estos habitantes del Peñón pueden saber español, pero no lo hablan entre ellos. Hablan inglés, y nos pasó que, aun sabiendo que nosotros éramos españoles y que nuestro inglés se caía a pedazos y que la comunicación no era fluida, decidieron seguir hablándonos en inglés. Puede ser un caso concreto, pero nos pasó. Según la Wikipedia, allí hablan español de nacimiento un 50 % de sus habitantes y asciende al 77 % el total de habladores de esta lengua. A parte, existe una mezcla entre el español andaluz y el inglés (entre otras) llamado “llanito”.
Una curiosidad lingüística sobre el origen de la palabra “chachi”, que se utiliza mucho en España y no sé si se ha extendido también a zonas de Latinoamérica, pero por si acaso, explico su significado: Cuando una persona dice que algo es “chachi”, ya sea una cosa, una situación o incluso un ser vivo, quiere decir que ese “algo” es bueno, estupendo, de interés. Pues resulta que esta palabra tiene mucho que ver con Gibraltar, ya que en la posguerra (de la Guerra Civil Española) y coincidiendo con la II GM, España estaba hecha una basura. La peña pasaba hambre y las infraestructuras eran de poca calidad, si es que había infraestructuras ¿Qué pasa entonces? Pues que Gibraltar era otro mundo, y ahí se vivía bien gracias al Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, que se acordó de ellos y no dejó que sus compatriotas pasasen el calvario que sufrían sus vecinos, suministrando al territorio ostentosamente. Esto produjo mucho contrabando, y cuando algún gaditano había conseguido hacerse con cualquier producto de calidad procedente de Gibraltar, este decía que era “chachi”, refiriéndose a que su origen procedía del Primer Ministro Británico, Winston Churchill. Este apellido derivó a “chachi” y después se extendió como una plaga. ¡Qué curiosidad más chachi piruli! ¿Eh?
La moneda oficial es la libra gibraltareña, que no te vale para el Reino Unido, aunque el valor es el mismo que el de la libra esterlina. Como suvenir está guay, pero cambiar unos euros por libras puede ser un error (depende de la cantidad, del tiempo que estés y de las veces que lo hagas), pues en la mayoría de establecimientos admiten los euros y las tarjetas, así que no tendrás problemas. Eso sí, pagar con euros al final no es muy rentable, pues siempre te cobrarán un poquillo más.
Este pequeño lugar tiene su propio aeropuerto y cruza la carretera que la une con España, por lo tanto, cuando hay actividad en la pista, el tráfico se para y enfada a todos aquellos que necesitan entrar o salir con cierta prisa, ya sea porque tienen que currar o porque llevan un potente cargamento ilegal de tabaco, ya que los precios son muy inferiores al otro lado de la frontera.
Las calles ofrecen un paisaje urbano muy inglés, con sus papeleras negras, sus cabinas rojas de teléfono, las farolas, las ventanas sin persiana, las placas que indican los nombres de las calles y sobre todo las banderas británicas y gibraltareñas.
Y hablando de banderas… Para mis gustos vexilólogos, la bandera de Gibraltar me parece preciosa: Los dos tercios superiores presentan un fondo blanco, y el tercio inferior es rojo. En el centro y ocupando la parte blanca, asoma un castillo rojo con tres torres, tres ventanas y tres puertas (todo tres) y de la puerta del centro cae una llave de oro que ocupa la franja roja. Esta llave simboliza la extraordinaria posición del Peñón.
En la aduana, si entras en coche y no lo haces en hora punta (Pues muchos españoles trabajan en Gibraltar y viceversa), no te demorarás mucho. Tal vez lo más apropiado sea aparcar fuera (en España) y entrar andando, así evitarás las colas. Además, aparcar dentro es algo complicado. Si eres ciudadano o residente de la UE, con el carné de identidad te vale para entrar. Hacen controles para salir, pero no sé si aleatorios o si ven algo raro en los ojos de los conductores y pasajeros, porque a nosotros no nos miraron el coche, pero al de delante nuestra le tocó el control para salir. Como he dicho anteriormente hay mucho contrabando.
El mayor atractivo de la zona es, por supuesto, el Peñón. Se trata de una enorme roca de 426 metros de altura sobre el nivel del mar. Lo perforan mogollón de galerías creadas por el ser humano a lo largo de la historia, entre los siglos XVIII y XX. Posee más de cien cuevas, pero la más espectacular y por ello, una atracción turística, es la cueva de San Miguel. Entrar cuesta 10 libras y te incluye también la visita a las galerías y al castillo de los Moros, una fortificación musulmana. Junto al acceso a la cueva hay un pequeño bar-restaurante con su tienda de suvenires y sus baños. Aquí nos tomamos una cerveza gibraltareña, que las hay.
A parte de esto, el Peñón tiene otros muchos atractivos. Puedes subir en teleférico, en un coche con guía, o andando. Nosotros elegimos esta última porque, además de ser la opción más barata, es mucho más auténtica. Gracias a ello, pudimos ver el monumento “Columna de Hércules”, el puente colgante (que es espectacular), varios cañones, y por supuesto, los paisajes, que, si el cielo está despejado, puedes ver tierras africanas. Puede ser cansado subir hasta la cima, pero yendo sin prisa es bastante agradecido. Incluso nos llovió por el camino, cosa que no nos importó mucho porque tiene su gracia (es broma, nos empapamos y luego hacía frío).

Y por supuesto, como no hablar de lo más llamativo: es el único territorio del continente europeo que alberga monos. Se trata del macaco de Berbería y también se encuentran en el norte de África, aunque están en peligro de extinción. Van a su bola y pueden tener un comportamiento algo agresivo, así que si quieres hacerte una fotito, que sea a cierta distancia. Ni falta que hace decir que no se les puede agarrar ni dar de comer, que para eso ya se encarga el gobierno de Gibraltar, pues tienen sus comederos y sus horarios.
Yo creo que no me dejo nada importante, pero vamos, lo voy actualizando si la información lo requiere. Espero que sirva de mucho o de poco, pero al menos que sirva de algo ¡Un besazo amoroso de macaco de Berbería!
