Hablamos de un país sorprendente en cuanto paisajes. A mí me dejó con la boca abierta en varias ocasiones y las moscas aprovecharon para hacerse una casa en mi interior. Los lagos, las montañas, los bosques y muchas de sus ciudades son dignas de conocer, incluyendo las costumbres del pueblo suizo y los sistemas que utilizan para conseguir una nación próspera y fría… Muy fría.
Como siempre que me dispongo a hacer una lista de lo que ver y hacer en un lugar tan amplio, se hace interminable. Obviamente hay mucha cosa y de todo tipo ¿No sabes si Suiza puede ser de tu interés? Seguro que sí, porque la oferta turística y viajera es muy variada. Por esta razón divido en dos entradas el listado que viene a continuación.
BERNA: Comenzamos con la capital. Evitaré dar mi propia impresión sobre los lugares para no crear falsas expectativas sobre los lectores que estén… ¡Qué diablos! A mí Berna me pareció la más bonita de las ciudades grandes que visité en Suiza. Tiene un hermoso centro histórico y un parque con osos pardos ¡Tiene osos! Pensé que el nombre de la ciudad vendría de este animal (Bär en alemán), pues es el símbolo de la ciudad, pero no se sabe bien. Es la quinta ciudad más poblada del país y está en la lista de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
- Zytgloggeturm: Es una torre con un reloj, de hecho, esa es más o menos la traducción. La torre es bastante viejuna, se finalizó en 1256 y fue, entre otras cosas, una cárcel de mujeres. El reloj es flipendo.
- Desde el puente Nydeggbrücke hasta la Torre del Reloj (paso de escribir de nuevo su nombre en alemán), pasarás por una larga calle donde encontrarás diferentes esculturas muy pintorescas. La más famosilla podría ser Kindlifresserbrunner, una fuente del siglo XVI.
- La Catedral de Berna: Es el edificio religioso más alto de Suiza, de unos 100 metros. Un clérigo español del siglo IV es el patrono de la catedral (San Vicente Mártir).
- En la Plaza Federal de Berna (Bundesplatz) se encuentra el Palacio Federal de Suiza, que alberga la sede del gobierno. Grande y bonito.
- Einsteinhaus: En la dirección Kramgasse 49 encontraremos este museo dedicado a Albert Einstein. En esta casa-museo residió el científico con su familia entre los años 1903-1905, aunque en la ciudad estuvo algún año más. Al lado hay una pequeña cafetería (o cervecería, no lo recuerdo bien) ambientada en este personaje.
- Bear Pit: Es un parquecito al lado del río que contiene una fosa para osos, donde se supone que viven bien, pues tienen acceso a un recinto cerrado del parque y a las aguas del río, donde pueden pescar. En la actualidad viven tres osazos que te comen si te descuidas. El oso es el símbolo de la ciudad (como en Berlín y en Madrid… Bueno, el de Madrid es una osa).
- The Rose Garden (el Jardín de las Rosas): Se trata de un bonito parque (más bonito en primavera) donde abundan estas flores que dan paso a un mirador. Merece la pena subir hasta allí.
ZÚRICH: Es la ciudad más poblada y el motor financiero del país. Se encuentra situada al norte de Suiza en la orilla norte del lago de Zúrich, a escasos kilómetros de los Alpes. Muy bonita ella con sus torres, laguitos y ríos. El casco histórico está curioso.
- El lago de Zúrich: Muy alargado, con una extensión de 40 kilómetros. Hace un paisaje perfecto para tus fotos o tus bocetos a lápiz. A su vera puedes pasear por sus agradables parques, más espléndidos cuando el tiempo acompaña.
- Glossmünster: Catedral del siglo XVIII en la desembocadura del río Limmat al lago, construida sobre un cementerio de la época romana. Tiene dos campanarios que llegan hasta el cielo, y a una de ellas se puede subir (legalmente, quiero decir) para contemplar la esponjosidad de las nubes. Fraumünster es otro templo digno de ver, destacada por sus vidrieras.
- La Ópera de Zúrich: Este mastodonte de finales del siglo XIX es un referente entre sus iguales de Europa. Si tienes buen money y te gusta la ópera, tal vez puedas asistir a una obra, y si no pues nada, desde fuera ya es bastante espectacular.
- El Museo Nacional: Siempre es agradable inyectarse una buena dosis de historia del lugar visitado, y este chute te lo puedes aplicar en el Museo Nacional de Zúrich (Landesmuseum). Te va a costar unos 10 francos si tienes más de 16 años. Otros museos mundialmente interesantes son el Kunsthaus (de arte, 22 francos y gratis los miércoles), el Rietberg (de arte asiático y africano, 14 francos), el Museo Arqueológico (gratis) y el Jardín Botánico.
- Üetliberg: Si te dan las horas y hace buen tiempo es bastante aconsejable ponerse las ropas de montañera y comenzar a subir esta montaña, a cuatro pasos de la ciudad. Se pude subir en tren, pero pierde la magia. Subirla andando cansa, hay que decirlo, el camino es escarpado, pero no te llevará más de una hora. Eso sí, si lo que quieres es ver el paisaje ten en cuenta el tiempo, pues si hay mucha nube no vas a ver nada, como nos pasó a nosotros.
GINEBRA: No sé por qué, pero me imaginé esta ciudad como la más sorprendente del país en todos los ámbitos. No es una ciudad fea, ni mucho menos, pero mis expectativas estaban altas y no llegó ni a la mitad. Aun así, Ginebra tiene un casco histórico molón y grandes atractivos para el visitante.
- Catedral de San Pedro: Se trata del templo más importante de la ciudad. Se encuentra en el empedrado casco histórico, con 2000 años de historia, donde también encontrarás la bonita Plaza du Bourg-de-Four, fuentes, restaurantes, museos y una placa donde consta que Jorge Luis Borges falleció allí.
- Parque de los Bastiones: Hermoso parque del siglo XVIII. El gran edificio de la universidad y el Monumento de la Reforma (Muro de los Reformadores) es lo más llamativo, pero el lugar está lleno de vida, pues en invierno es un mercadillo navideño y una pista de hielo y en verano es un sitio fantástico para pasear, leer, jugar al ajedrez (en sus tableros gigantes), etc. Justo encima del Muro de los Reformadores se encuentra un banco (de sentarse) que en su día fue el más largo del mundo, con 120 metros de largo.
- Jet d’ Eau: Es una fuente en forma de chorro vertical propulsado a 200 km por hora que sorprende a cualquiera que se asome al lago, pues mide 140 metros. Una pena, pero cuando estuvimos nosotros el fuerte viento imposibilitó sacarlo a pasear, así que nos lo perdimos.
- El Reloj de Flores: Al ladico del lago hay un jardín inglés que posee un reloj hecho con flores, así que va cambiando de aspecto durante los años… Suiza es todo relojes.
- La Sede de la ONU: No es la sede de la Organización de las Naciones Unidas más grande, pues gana la de Nueva York. La entrada general cuesta 15 francos e incluye una visita guiada en inglés o francés. En frente del Palacio de las Naciones te sorprenderás al ver una silla gigante rota (Broken Chair).
- Museos y otros: Los Museos de Historia Natural, de Arte e Historia, de Historia de la Ciencia y el famoso CERN (Centro Europeo de Investigación Nuclear) son gratis y son la opción perfecta para cuando llueve o hace un frío de pelotes. El Botánico también lo es (siempre aconsejo los botánicos porque me gustan mucho).
- Les Grottes: Es un barrio único… o casi único, pues tiene un cierto parecido al Parque Güel, así que te va a maravillar seguro.
Dejo aquí la primera parte de “Qué ver en Suiza” para que no se haga muy larga la vida, en el siguiente post tendremos la segunda parte. Mientras tanto os dejo con el diario, donde Yisus y David llegarían a Zúrich para terminar el año comiendo uvas. Feliz año.
UVAS CALENTITAS
Pues así estaban las cosas. El frío nocturno se había notado menos, pero aún seguía molestándonos en la madrugada. El ruido no había cesado en toda la noche, pero nos habíamos acostumbrado ya.
Desayunamos y salimos, queríamos ver esas cataratas en pleno día, y como de costumbre, además de las cataratas vimos diferentes grupos de japoneses con sus cámaras… Empezábamos a pensar que eran inmunes al apocalipsis de los abrazos.
Conseguimos WIFI y miramos las noticias para ver que tal iban las cosas por el mundo… Malas noticias: no era recomendable entrar en Alemania, habían pasado desde Francia y la situación era insostenible. Gracias al río Rin, aquella parte hacía de frontera natural e inaccesible, pero Neuhausen se encontraba en la parte mala del río, así que sin pensarlo mucho nos cambiamos de lado, por si acaso. Para nuestra grata sorpresa, encontramos soldados en el puente preparados para explosionar la estructura en caso de intento de invasión por parte de los “abrazadores” (llamémosles así). A nosotros nos interrogaron varios minutos con gestos (pues no se oía nada, como ya he dicho) hasta que nos dejaron pasar hacia el otro lado.
No sé si fue casualidad, pero pocas horas después empezamos a ver gente correteando al otro lado del Rin, no escuchábamos el alboroto, pero podríamos imaginárnoslo. Los abrazadores habían llegado y los fotógrafos japoneses estaban recibiendo mucho cariño por parte de estos. Los soldados del puente ni se lo pensaron ¡Booom! Eso les pararía un tiempo, pero ¿Hasta cuándo? Yisus y yo salimos por ruedas y nos alejamos de la frontera.

Derechos a Zúrich, la gran ciudad de Suiza. Se decía que allí se había construido un fuerte anti-abrazos, y lo comprobamos rápidamente, pues se encontraba a menos de 50 kilómetros. Dicho fuerte era inexpugnable: un muro de diez metros rodeaba toda la ciudad, menos el lago. Dimos dos vueltas esperando encontrar un lugar donde hablar con algún guardia que nos dejara entrar. Y cuando ya íbamos a tirar la toalla y esconder la furgo con unos matorrales secos, salió una soldado de una alcantarilla apuntándonos con su fusil.
–¿Os han abrazado? –Nos dijo en inglés.
–Alguna vez, sí ¿Por qué? –Dije yo, y justo después recibí un pisotón de Yisus.
–¡No, no! Estamos limpios… Somos unos supervivientes –Respondió mi amigo.
–Está bien, seguidme –Dijo mientras se metía de nuevo en el alcantarillado–. No piséis a las cucarachas, las necesitamos para comer.
Dejamos la Camper entre los matorrales secos que cité antes y nos metimos con ella, recorriendo los túneles y saliendo al otro lado del muro. Aquello era otro mundo, allí la gente no estaba preocupada. La alegría recorría las calles y el cielo parecía menos gris. Entonces recordamos que estábamos a día 31 de diciembre, último día del año.
El buen ambiente que se vivía allí se nos contagió, y tras unas carcajadas variadas y un recorrido exprés por la ciudad, compramos uvas para celebrar como españoles la Noche Vieja y por supuesto, litros y litros de cerveza. Al menos pasaríamos un final del año tranquilos… Y a ver qué hacíamos con el 2019.
La fiesta se hizo larga en el puente Quaibrücke, entre el gran lago de Zúrich y el río Limmat, con comilona cara y bebida más cara aún, pero no reparamos en gastos. Toda la gente de la ciudad estaba allí, festejándolo a su manera. Nosotros, como ya hemos dicho, teníamos las uvas preparadas, y cuando se empezó a escuchar una ráfaga de fuegos artificiales comenzamos a tragarnos las 12 uvas, de una en una, pero claro, yo estaba tan emocionado que no pude evitarlo… A la sexta uva le metí un bofetón a mi amigo Yisus que casi se cae del puente. No sé por qué lo hice, pero no pude evitarlo. Él, desconcertado, siguió comiéndose las uvas cuando se pudo estabilizar, y cuando terminó me miró a los ojos y juró venganza.

Al menos Yisus había comenzado el año calentito, cosa que puede ser de agradecer teniendo en cuenta las temperaturas que estábamos viviendo, y para seguir con el calor corporal ninguno de los dos paró de meterse cebada para el cuerpo, al ritmo de los cohetes y fuegos artificiales, que es lo que allí se lleva.
Entre tanto revuelo y alcohol nos empezó a entrar sueñete y en alguna esquina caeríamos a sobarla, sin tener ni idea de lo que, en aquella madrugada, estaba a punto de ocurrir.
Continuará…
Pingback: Día 2. “Los secretos del Principado” Liechtenstein (30/12/2018) – ¡Vaya Diario!
Amo tu historia del apocalipsis
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Es totalmente verídico! Ocurrió tal como lo cuento jaja… Muchísimas gracias!!!!
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