Islas Cocos

INFORMACIÓN

En medio del Océano Índico, entre el noroeste de Australia y Sri Lanka, existe un archipiélago formado por dos atolones (y estos están formados por 27 islas), llamado “Islas Cosos” o “Islas Keeling”. Están más cerca de Indonesia (de Sumatra, concretamente) que de cualquier otro Estado independiente, pero estas islas son parte del territorio externo australiano, por lo tanto no posee una autonomía plena.

Keeling norte y Keeling sur son los nombres de los dos atolones. El primero consta de una única isla en forma de C, con un tamaño de 1,2 kilómetros cuadrados. Los habitantes más singulares de esta isla son unos pájaros (gallirallus philippensis Cocos) que están en peligro de extinción, pues solo viven aquí. En el atolón del sur se encuentran las 26 islas restantes de las Cocos, pero solo dos están habitadas por los seres humanos: West Island y Home Island, siendo de 544 habitantes en el censo de 2016, y la mayoría viven en Bantam Village (en Home Island). Estas personitas hablan inglés y malayo, aunque no existe una lengua oficial en el archipiélago, y pagan sus cositas con el dólar australiano.

La extensión total de las islas Cocos es de 14 kilómetros cuadrados, donde no encontrarás nada de ríos ni lagos de agua dulce, así que los cocanos tienen que recurrir a pozos para sacar agua de los acuíferos. El punto más alto del archipiélago no supera los cinco metros sobre el nivel del mar. Las temperaturas son bastante agradables, diría yo, entre 23 y 30 grados es la oscilación que presenta durante el año, pero las lluvias tropicales dan bastante tralla a principios de año. Este archipiélago está repleto de cocoteros. En cuanto a la fauna, hay varias especies de aves; roedores y venado introducido; delfines, ballenas, serpientes marinas, tortugas y muchos peces.

Plantilla

HISTORIA

El capitán William Keeling, de la marina británica, en 1609, estaba volviendo a casa desde algún punto de las Indias Orientales, cuando se encontró con estas hermosas islas y pensó que podría bautizarlas con su nombre, que era una cosa que nadie había hecho antes, guiño-guiño. En realidad, solo se les llama Islas Keeling para diferenciarlas de otras Islas Cocos que hay por el mundo, que no son pocas.

Clunies-Ross, un mercante escocés con buena visión de futuro, plantó en 1825 unos cereales en algunas de las islas con la intención de volver con su familia para residir allí, pero antes de que esto ocurriera, Alexander Hare (un comerciante rico inglés) llegó con un harén de 40 mujeres malayas y le quitó el sitio a Ross, pero aquí no acabó la historia… El escocés volvió dos años después con su familia y con varios marineros rudos y malolientes, y viendo el percal de Hare, se liaron a broncas… Una batalla que ganó Ross, pues las chicas del harén de Hare se pasaron de bando cuando vieron a los nuevos marineros, así que el inglés se marchó de la isla cabizbajo. Estas mujeres, seguramente más libres que antes, convencieron a Ross para que ofertase trabajo del malo a los malayos del norte, que producirían copra (pulpa del coco) casi como esclavos.

En 1857 llegó a la isla un capitán británico llamado Fremantle y anexionó las islas (lo curioso es que este pensaba que se trataban de las Islas del Coco, que están cerca de la actual Birmania), pero a pesar de la anexión no cambió nada en la familia Clunies-Ross, que ahora mandaba el hijo del Ross original, pues este fue nombrado por el propio Fremantle, primero, y por la Reina Victoria después, como gobernador de las islas.

Coco Malays
Los coco-malays celebrando el cumple del Ross de turno (lo del cumple me lo he inventado, pero quien sabe…)

Parecía todo muy tranquilo hasta que a principios de siglo XX decidieron instalar en una de las islas una estación telegráfica para comunicarse con los barcos que paseaban por la zona, y estas cosas siempre traen sangre en estos lugares desprotegidos, así que era de esperar que, en 1914, empezada la 1GM, se pasara por allí un barquillo alemán y moliese a palos la estación telegráfica. Lo que no se esperaban los germanos era que la estación pudiera mandar una última llamada de socorro antes de ser destruida, así que nada, llegaron los australianos y dio lugar a una de las primeras batallas navales de la guerra, dando como vencedor a los australianos.

En la Segunda Guerra Mundial siguió la tensión, pues se reconstruyó la estación telegráfica y hubo que protegerla de los japos. Los británicos armaron la isla esta vez y así se evitaron los ataques enemigos (salvo un torpedo de un submarino japonés que no ocasionó daños). De lo que no se salvaron fue de un motín en 1942, que al parecer fue el único que sufrió la Corona Británica en dicha guerra, pero una vez solventado el problema se cargaron a los amotinados y listo.

En 1955 el Reino Unido transfirió las islas a Australia. En el 78, el gobierno australiano obligó a la familia Clunies-Ross (que seguían siendo los amos de la ínsula) a venderles el territorio. Y en 1984 hubo un referéndum, votando una gran mayoría por la permanencia en el estado australiano. Y ahí siguen estas islas paradisiacas, de broncas entre musulmanes y no musulmanes.

CURIOSEAMOS

La gran anécdota de las islas fue la ocurrida el 9 de noviembre de 1914, en la llamada Batalla de Cocos, conflicto que ya expliqué más arriba: El crucero alemán SMS Emden llega a las Cocos para destruir las instalaciones de transmisiones. 50 hombres desembarcan y toman la estación para destruirla posteriormente, pero antes de que esto ocurriese, los operarios logran enviar un aviso, y este es recibido en Australia, que envía a inspeccionar al crucero australiano Sydney, que andaba por la zona.

Este barco se topa con el SMS Emden en la isla de la Dirección (donde se encontraba la estación inalámbrica), al noreste del atolón Keeling Sur, y se lían a petardazos. Los alemanes disparan primero, pero apenas dañan el Sydney (mueren 4 hombres), que juega su turno ahora, y siendo este buque de guerra más poderoso que el Emden logra incapacitar a los alemanes. Estos, viéndose perdidos, se intentan escabullir escapando hacia el norte y acaban encallando en Keeling Norte. Los australianos, que habían seguido a los alemanes hasta este atolón y les habían rematado (por un malentendido en las señales de rendición), les dejaron varados para ir de nuevo a la isla de la Dirección para socorrer a los operarios. Al día siguiente volvieron para prestar servicio médico y detener al personal de a bordo del SMS Emden. 130 alemanes muertos y 69 heridos fue el resultado final en filas germanas.

Batalla de las cocos
El SMS Emden, varado y destrozado

Y lo más curioso viene ahora ¿Qué pasó con los 50 alemanes que habían desembarcado en la isla de la Dirección para destruir las instalaciones de transmisiones? Porque no les dio tiempo a volver al Emden. Pues resulta que habían seguido la batalla desde tierra, viendo como su barco desaparecía en el horizonte bastante magullado y seguido del Sydney, así que habían supuesto que estaban perdidos, pues los australianos volverían a por ellos, así que prepararon una defensa. Las posibilidades de victoria eran mínimas, así que, finalmente, robaron una goleta anclada en la laguna (que estaba bastante ruinosa) y se escaparon esa misma noche, habiendo cargado el barquito con la mitad de los suministros de la isla.

A continuación, se vivió una de esas aventuras épicas de la humanidad que parecen sacadas de la imaginación de Verne. Los 50 fugitivos, casi dos meses después, llegaron a Padang, en Sumatra, perteneciente al imperio holandés en aquella época y, por lo tanto, neutrales en la guerra, así que los alemanes debían abandonar el lugar en 24 horas.

Tras una reunión y posterior acuerdo, un buque mercante de una compañía alemana les llevó a la Península Arábiga, llegando a principios de enero a Hodeida (actualmente ciudad yemení). Allí permanecieron dos meses (entre Hodeida y Sanaa) hasta que consiguieron dos barcos tradicionales del lugar y se dirigieron hacia el norte por el Mar Rojo, que no fue fácil, pues encalló uno de sus barcos, viajaron por tierra y fueron atacados por beduinos. También sufrieron bajas por estos ataques y por el tifus. El 29 de abril llegaron a Al-Wajh y tomaron un ferrocarril que les llevaba al territorio de la actual Turquía. El 23 de mayo consiguieron llegar a Constantinopla (Estambul), donde informaron de su llegada y aventura al almirante alemán que allí se encontraba, obteniendo posteriormente todas las facilidades para llegar al fin a Alemania, donde fueron recibidos como héroes.

Existe una película alemana moderna sobre esta impresionante travesía llamada Die Männer der Emden (Los hombres del Emden), y está doblada al castellano con el título de Odisea de héroes. Yo no la he visto aún, pero no pasará mucho hasta que la vea, porque ganas no me faltan.

COMO LLEGAR

Existen vuelos desde Perth, en la costa oeste australiana. El papeleo requerido es el mismo que en el país, así que, una vez en Australia no necesitarás nada más.

Bandera
Cocotero en la esquina superior izquierda. Media luna musulmana en el centro. A la derecha, la constelación de la Cruz del Sur, que es lo que ves en este hemisferio si miras al cielo por la noche.

En barco te va a ser más difícil llegar, pues las Cocos carecen de grandes puertos. La otra opción es llegar nadando desde el punto más cercano (Sumatra), pero no te lo aconsejo, pues nadie lo ha conseguido (ni intentado).

¿QUÉ HAY POR AHÍ?

West Island es la isla que se ha elegido para los turistas, es ahí donde encontrarás un aceptable servicio de bares, restaurantes, hoteles, supermercados adaptados, tiendas de suvenir y un amplio catálogo de deportes acuáticos. En cambio, Home Island (la otra isla habitada), está más reservada para los cocanos, aunque también podrás dirigirte allí mediante un pequeño ferry.

Si visitas Home Island podrás conocer a la comunidad coco malay, descendientes de aquellos trabajadores (casi esclavos) que llevó el primer Ross, y también descendientes de las mujeres que formaban el harén de Hare. Existe un museo dedicado a esta cultura.

Puedes solicitar una ruta marina por las islas del sur para conocer la rica fauna que se intenta esconder, pero no puede, bajo las aguas cristalinas de las Cocos. Bucea si puedes.

Las playas son idílicas. Sin duda aquí están las mejores playas de Australia. La playa Cossies, considerada la mejor, está en la isla de la Dirección, donde ocurrió gran parte de la movida. Hay placas por la zona que cuentan todo lo que pasó.

Paisaje

Y nada más, colega. Espero que hayas descubierto un nuevo lugar del mundo con esta lectura, y que no acabe aquí tu curiosidad. En el próximo capítulo parece que vamos a pasar frío por los mares del sur. Nos vemos a la próxima.

¡Saludos, navegantes!

3 comentarios en “Islas Cocos

  1. Loca me has dejado, vaya historia la de la Isla de Cocos, da para muchas pelis y de las buenas. Ahora parece que por las corrientes marinas en vez de ingleses llega un montón de basura a sus preciosas playas de postal. En fin las pobres Cocos por una cosa o por otra siempre atraen invasiones..y de las malas Bss

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  2. Pingback: Isla de Navidad – ¡Vaya Diario!

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