INFORMACIÓN
Para el número veinte de esta colección os traigo de nuevo una isla del Pacífico, esta vez perteneciente a los Estados Unidos de América, al menos hoy día.
Molokai es la quinta isla más grande de Hawái, el archipiélago más remoto del planeta, pues está a unos tres mil kilómetros del continente americano. Este conjunto de islas son las partes más altas de la dorsal submarina de la zona (cadena de montes submarinos Hawái-Emperador), formada por la actividad volcánica. Por lo tanto, la isla Molokai está construida por dos volcanes, Moloka’i West y Molok’i East, y en este último se encuentra el punto más alto llamado Mauna Kamakou, a 1.515 metros sobre el nivel del mar. Son 673 km cuadrados de superficie donde podemos ver una parte seca y baja al oeste y una parte húmeda y montañosa al este. Al norte hay grandes acantilados que te dejarán pasmao, pues son los más altos del planeta, de más de mil metros de altitud.
La ciudad más grande es Kaunakakai, al sur, donde está el principal puerto de la isla. Otros municipios dignos de nombrar serían Kaluakoi al oeste, Halawa al noreste y Kalaupapa al norte, lugar del que hablaremos más adelante. La población de la isla es de 7.345 habitantes en 2010, de los cuales, casi la mitad viven en Kaunakakai. Al ser una isla perteneciente a los Estados Unidos, la moneda oficial es el dólar estadounidense, y los idiomas hablados son el inglés y el hawaiano.
HISTORIA
Se cree que estas islas hawaianas fueron colonizadas entre los siglos XII y XIII por los pueblos indígenas que venían del archipiélago de la Sociedad, en la actual Polinesia Francesa. Según la leyenda hawaiana, Hawai´iloa fue un navegante polinesio que llegó por primera vez con su tripulación a las islas. Más tarde volvería con su familia para colonizarlas, nombrando a algunas de las islas restantes con los nombres de sus hijos e hija: Maui, Kaua’i y O’ahu. Sin embargo, la etimología de Molokai es incierta, que seguramente tenga que ver también con la mitología de la región, pero los nombres cambian tanto a lo largo de los años que, poco a poco se pierde el significado.

Fue, nuestro ya conocidísimo amigo James Cook, el primer europeo en llegar al archipiélago en 1778 y avistar Molokai, aunque nunca tocó con sus pies esta isla. Fue en 1786 cuando otro capitán británico, George Dixon, que fue uno de los discípulos de Cook, anduvo por las playas del lugar como primer europeo en hacerlo. Luego empezó la colonización europea clásica… En 1832, el reverendo Harvey Hitchcock se puso a santiguar a todos con su protestantismo, luego llegó un alemán en 1850 para colocar una fábrica de azúcar. La ganadería, las plantaciones de cocoteros y la introducción de ciervos también llegaron en el transcurso del siglo XIX.
En 1866 se creó en la isla una colonia aislada de leprosos que llegaban de manera forzada de todos los puntos de las islas hawaianas, para evitar su propagación. Este lugar estuvo en activo hasta 1969.
Hoy en día, Molokai tiene la tasa más alta de desempleo de todo el archipiélago, y es de las islas menos desarrolladas. La industria turística es menor al de las otras islas, aun así, recibe gran cantidad de turistas al año.
ANECDOTARIO
Los lugareños, que parece que tienen mucha imaginación, dicen que Molokai tiene forma de tiburón, con su cola hacia el oeste y su hocico levantado hacia el noreste, y en el centro de la costa norte está la aleta dorsal. Esta aleta es la península de Makanalua, y fue aquí donde se estableció la colonia de leprosos, en el asentamiento de Kalaupapa, pues para evitar la propagación de la enfermedad se buscó un lugar aislado del resto de la isla, y esta península de 26 km cuadrados era ideal, pues estaba cercada del resto del territorio isleño por los acantilados más grandes del mundo.

El contacto del ser europeo y chino con la población indígena de Hawái provocó lo que en tantos casos ha ocurrido, la infección de enfermedades como el cólera, la viruela o la lepra, hoy llamada enfermedad de Hansen. Los plantadores de azúcar que se habían establecido en las islas se quejaron al gobierno por miedo a que la epidemia pudiera afectar a sus intereses económicos, así que se les buscó un lugar donde abandonarlos a su muerte.
Los primeros enfermos que llegaron no disponían de ninguna comodidad. Tenían que apañárselas para sobrevivir construyendo sus refugios y racionando entre ellos los suministros, como el agua potable. Cuando llegaba un barco transportando a los enfermos de lepra, ni siquiera arribaba, sino que obligaba a estos a lanzarse al agua y nadar hasta la orilla. Lo mismo hacían con los barriles de suministros y, si las olas no las acercaban a tierra, tenían que ser los exiliados los que se jugaran la vida en busca del alimento.
La víctima, una vez identificada la enfermedad contraída, era arrestada y enviada por la fuerza a este lugar, diciéndole que moriría pronto en la isla, sin importar la edad. Los traslados eran cada 5 o 6 meses y se cree que, en los ciento tres años que duró el aislamiento, fueron unas 8.000 personas las que llegaron a esa península.
En 1873, siete años después de la inauguración de Kalaupapa, llegó un héroe a la isla. El padre Damián de Veuster, de 33 años en aquel entonces, pisó el asentamiento para quedarse, con la intención desinteresada de darles una mejor vida a aquellas personas infectadas. No solo administró la fe cristiana, como podía esperarse de cualquier misionero, sino también construyó casas, iglesias y otros edificios de importancia, aparte de los ataúdes para aquellos que iban cayendo. Organizó también servicios médicos y dedicó el resto de su vida a darle a esta gente una mejor estadía. Murió dieciséis años después de su llegada, en 1889, al contraer la enfermedad de Hansen, como se podría imaginar. Pero no fue el único salvador, otros misioneros como Joseph Dutton, que llegó en 1886 para ayudar al sacerdote; o la madre Marianne que llegó en 1888 con el mismo propósito, pasando 30 años en aquella península, hasta que le llegó la muerte. Tanto ella como el padre Damián han sido canonizados por la Iglesia Católica.

A partir del siglo XX los enfermos ya estaban aprendiendo a sonreír y, muchos pacientes se casaron y formaron familias. Aquella comunidad celebraba las fiestas, hacían deportes, bailaban, etcétera. Así ocurrió, que en la década de los cuarenta, cuando la enfermedad dejó de ser contagiosa gracias a los avances médicos, y se les dio la libertad a aquellos que seguían encerrados en Kalaupapa, pocos quisieron irse, pues tenían una vida hecha en aquel lugar.
Hoy, los residentes en Kalaupapa, son los descendientes de aquellos enfermos abandonados que sobrevivieron a la inmoralidad humana.
COMO LLEGAR
A Molokai, Cada día llegan vuelos de diferentes compañías aéreas desde otras islas hawaianas como O’ahu, Maui y Hawai’i. Hace tres años existía un transbordador que conectaba la isla con el puerto de Lahaina, en la cercana isla de Maui, pero la competencia aérea hizo cerrar este transporte marítimo. El aeropuerto de Molokai se encuentra en la región de Kualapuu, por el centro de la isla.
Para llegar a la península de Kalaupapa es algo más complicado, pues necesitas un permiso de visita y tener más de 16 años, pero si cumples los requisitos tienes tres opciones de llegar: en avioneta (es caro), en mula (opción más elegida) o a pie (caminata dura). Una vez allí, recuerda que no hay supermercados ni casas de alojamiento, y que las fotos a los residentes están prohibidas.

¿QUÉ HAY POR AHÍ?
A parte de la antigua colonia de Kalaupapa, Molokai tiene todo lo que una isla hawaiana puede ofrecerte:
El senderismo es obligatorio, así que, si aún sigues en pie después de tu ida y regreso de la península, puedes también atreverte con la ruta del valle de Halawa, donde fueron los primeros asentamientos del archipiélago.
Si te gusta la playa… Relax total, pues esta isla aún no está llenita de forasteros. Buceo, kayak, fiesta hawaiana frente al atardecer, castillos de arena, cofres del tesoro, olas surcadas en tortugas gigantes, flores de colores. Placer.
Y por supuesto no te puedes perder los enormes acantilados. Si tienes plata y no te importa gastártela fliparás con esta locura geográfica a lomos de un helicóptero, pero si no te da la calderilla para esto, tendrás que conformarte con las vistas desde un barco. Descubrirás cataratas de Avatar.

Bonito lugar ¿Verdad? Con su terrible historia detrás. Una de las cosas que estoy aprendiendo en este viaje por los mares es que, no existe paraíso completo, siempre hay una mancha negra… Cárceles, extinción de especies, masacres, explotación, experimentos… Pues eso, islas fantásticas y dónde encontrarlas. En la próxima nos volvemos hacia el Índico para que Papá Noel nos regale una ruta turística.
¡Saludos, navegantes!
Que fuerte, segunda isla de la que nos has hablado que de nuevo era una leprosería…. me dejas loca con los requisitos de ingreso en la isla, en el fondo sigue con el lastre de su aislamiento y no quieren que vaya nadie, a saber como se consigue ese permiso. Q
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ahh se publicó mi comentario sin terminarlo, que torpe estoy😣 Como siempre genial tu post descubriéndonos sitios bien curiosas con historias estremecedoras. Pasa muy buena semana😘😘
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Hace tiempo me enteré de la historia de esta isla y me pareció todo tan crudo… Obviamente no han sido los únicos aislamientos por enfermedad que ha habido en la historia de la humanidad, pero aquí va una. Hay testimonios muy duros sobre lo ocurrido que no añado para no hacer muy largo el artículo, pero fue una actitud totalmente inhumana, aunque claro, hablamos de un contesto muy diferente al que vivimos hoy día.
Gracias por tus palabras, Bea, como siempre. Que pases una semana estupenda!
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