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Christmas Island, como se hace llamar en inglés, es una celebridad entre las islas del océano Índico de la que vamos a hablar hoy por el simple hecho de que se acerca peligrosamente esta festividad.
Se trata de una isla con forma de perro que se encuentra a unos 350 kilómetros al sur de Java (Indonesia), a casi 1.000 kilómetros al noreste de las islas Cocos y a 1.500 kilómetros al noroeste del punto más cercano de la gran isla australiana, siendo la Isla de Navidad un territorio externo de este país. El área con el que cuenta es de 135 kilómetros cuadrados donde conviven 1.846 personas (censo 2016) de etnias dispares, siendo de mayor a menor porcentaje chinos, australianos y malayos. No hay una lengua oficial, pero los isleños de navidad suelen hablar inglés, chino y malayo. La moneda utilizada es el dólar australiano.
Más de la mitad de la isla pertenece al Parque Nacional Christmas Island, donde se encuentra su pico más alto, el Murray Hill, de 357 metros sobre el nivel del mar. El resto es selva tropical y acantilados, donde veremos algunas playas de fácil y difícil acceso. La principal ciudad es Flying Fish Cove, al noreste, que también hace de capital y es donde vive un tercio del total de la población. El clima es tropical y las temperaturas varían poquito durante el año, oscilando entre los 22 y los 29 grados centígrados. Entre noviembre y junio hay buenos chaparrones que no querrás perderte.
HISTORIA
Aunque ya le habían echado el ojo en Europa a esta isla en 1615, fue el inglés William Mynors quien le puso este nombre al pasar cerquita el día 25 de diciembre de 1645, aunque en realidad la bautizaron así años más tarde. No fue hasta 1688 cuando, por primera vez, el europeo puso pie en la isla, al menos que se tenga registro de ello. Este fue el navegante inglés William Dampier, que iba para las Cocos con su tripulación, pero se desvió un poco y acabó aquí.

Tuvo que pasar un siglo entero para que empezasen las exploraciones, siendo algunas de las cuales un pequeño fracaso por los muchos acantilados que fortificaban la isla. Fue en 1886 cuando se encontró una cala donde por fin podrían echar el ancla, esta playa se llamaría Flying Fish Cove por el barco que había llegado hasta allí, y se acabaría convirtiendo en el primer asentamiento de la isla. Se realizó un examen a fondo de la flora, la fauna y el terreno, descubriendo que aquel lugar era rico en fosfato de cal, lo que llevó a la Corona Británica a anexionar la isla en 1888. Once años después comenzaban los latigazos a malayos y chinos para la extracción del fosfato en las minas. Fue administrada por la colonia de Singapur, parte de la Corona Británica.
La Isla de Navidad lo pasó mal en la Segunda Guerra Mundial por el ojo que los japoneses le habían echado, pues ellos también ansiaban ese fosfato. Así que después de varios bombazos aéreos y pepinos submarinos, los nipones se hicieron con la isla en 1942, pero ya sabemos cómo terminaría la guerra, por lo tanto, en 1945 volvió a pasar a manos británicas.
Doce años después, Australia pidió la isla a Reino Unido, y estos concedieron el traspaso por 20 millones de dólares que los australianos tuvieron que pagar a Singapur por el tema de las minerías de fosfato, por lo tanto, en 1958, la Isla de Navidad pasó a ser territorio externo de Australia.
En los años noventa, la isla fue punto de la inmigración de refugiados procedentes del Sudeste Asiático. En 2001 se denegó el desembarco a 438 personas que habían sido rescatadas por un buque noruego en altamar, dando mucho de qué hablar en toda Australia. Desde 2006 existe un Centro de Detención de Inmigrantes que se cerró en 2018, pero que tiene pensado volver a abrir próximamente.

ANECDOTARIO
La primera gota de noviembre fue el pistoletazo de salida. Dejamos la guarida con cierta tristeza, pero con la esperanza de que nuestros hijos volverían meses después y disfrutarían de la montaña tanto como lo habíamos hecho nosotros. Ahora el objetivo era el océano, el agua salada en nuestras entrañas mientras juntábamos nuestros cuerpos y semillas, la magia del apareamiento.
Teñimos los bosques de rojo y retamos a la muerte cada vez que llegamos al asfalto. Algún compañero se sacrificó como crustáceo crujiente perforando el neumático asesino y dejando el camino algo más seguro, aunque por si acaso, lo mejor es alzar las afiladas tijeras, no vaya a ser que aún haya algún rabihorcado surcando los cielos y echándonos el ojo goloso.
Cuando tocamos arena de playa se nos escapan sonrisas y alguna carcajada de feliz nerviosismo, porque aseguramos una ansiada y colorada descendencia. Ahora solo nos toca esperar a que la luna llena nos visite antes de que los tifones nos machaquen contra las rocas. Junto al astro asomarán los huevos y buscarán protección entre las algas del Índico, pero el problema vendrá después, cuando las larvas abandonen el escondite y los tiburones ballena abran sus fauces.
Si nuestros hijos llegan a tierra aún tienen que combatir con nuestro peor enemigo… La hormiga loca, que nos espera en el bosque para seguir conquistándolo. No nos rendiremos.

COMO LLEGAR
En la Isla de Navidad hay un aeropuerto construido en una colina con una leve pendiente que lo hace algo peligroso a la hora de aterrizar. Hay vuelos semanales desde y hacia la ciudad de Perth, en la costa oeste de Australia. También puedes llegar a la isla desde Yakarta (Indonesia) y desde Kuala Lumpur (Malasia), aunque estos vuelos son menos regulares.
También es posible llegar por mar al pequeño puerto de Flying Fish Cove si tienes un yate o si pagas a alguien que lo tenga para que te acerque.
¿QUÉ HAY POR AHÍ?
El 63% de la isla es un parque nacional, así que no vas a tener problema para distraerte. Hay varias playas, pero al igual que en la Bella y la Bestia, la belleza está en el interior. Existen unas 30 cuevas por toda la isla, la selva escupe grandes cascadas y es testigo de la migración del cangrejo rojo (principal atractivo). El avistamiento de aves, el senderismo y el snorkel también son actividades populares.

Y ahora levanto la mano para despedirme y desearte una estupenda Navidad, la celebres o no, con regalos o sin regalos, con familia o con gatos, con calefacción o con mantas, con polvorones o con las uñas de los dedos… Da igual, lo importante es que seas feliz y que me mandes un regalo por correo. La última isla del año será una bastante famosita que flota por el Caribe, así que no te preocupes por el escorbuto, que llegamos.
¡Saludos, navegantes!
Feliz Navidad David🎄🎄🎄deseando perderme en breve por otra lista de Asia. Flipo con la tortilla de cangrejo que se puede hacer allí, como para caerte al suelo, es como la marabunta. Pasaló muy bien😘😘😘
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Ahora, los habitantes de Navidad están más concienciados y tienen cuidadito con los animales, pero hace años los coches hacían buenas tortillas, aunque en varias ocasiones los cuerpos duros del los cangrejos han provocado accidentes.
Muchas gracias, Bea! Felices fiestas!!!!
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