INFORMACIÓN

Tromelin es una isla francesa solitaria en el océano Índico, a 436 kilómetros al este de Madagascar y a 561 kilómetros al norte de Reunión. También está a algo más de 500 kilómetros al noroeste de Mauricio, país que reclama la soberanía de la isla. Su área es de 0.8 km2, 1.700 metros de largo por 700 de ancho, su altura máxima es de 7 metros sobre el nivel del mar, por lo que deducimos que se trata de un suelo bastante llano. También es arenoso y apta para algunas especies de matorrales que se esparcen por toda la isla.

Entre 20 y 26 grados centígrados durante todo el año, mucho viento en los primeros meses del año. En la estación cálida suelen pasarse por Tromelin las tormentas y los ciclones, pero los daños no son muy grandiosos, pues la isla está deshabitada.

HISTORIA

El barco francés Diane, comandado por Jean Marie Briand de la Feuillée, fue el primero (que se tenga constancia) en toparse con la isla en 1722. Durante varios años, otros avistamientos cambian constantemente la ubicación en los mapas de la época, pero siempre es llamada con el mismo nombre, Ile des Sables (Isla de arena).

Tromelin está bien fortificad casi por completo por una barrera de coral que ha ocasionado diferentes naufragios a lo largo de su historia. El más famoso ocurrió en 1761 con una fragata llena de esclavos, pero no fue el único. Tanto es así que a lo largo del siglo XIX se realizó alguna inspección para comprobar que no hubieran náufragos en la isla.

En la década de 1950 Francia empieza a interesarse por su isla perdida por motivos meteorológicos, así que instala una estación en la isla y un aeródromo, para una mejor comunicación, pues el desembarco por mar seguía siendo casi imposible.

Desde 1976, Mauricio reclama la soberanía de la isla basándose en el Tratado de París (1814), donde Francia cede Mauricio y sus dependencias a Reino Unido, pero como Tromelin no es mencionado en el tratado, los galos siguen considerando la isla como suya.

ANECDOTARIO

El naufragio más famoso en Tromelin ocurrió en 1761, cuando la fragata francesa L’Utile se dirigía desde el este de Madagascar hasta Mauricio para el transporte y comercio de esclavos, algo que, en realidad, no estaba permitido en Mauricio. La fragata chocó en los arrecifes de Tromelin y adiós muy buenas. De unos 160 esclavos (mujeres, hombres y niñxs) solamente se salvaron 60, más algunos miembros de la tripulación. La muerte de los esclavos en el naufragio fue debida a que estos estaban encerrados y encadenados en las cabinas del barco por parte de la tripulación, para así evitar una revuelta a bordo. Los supervivientes pudieron salvar suministros y materiales del barco.

Una vez en la isla, Castellan, el segundo de abordo tomó el mando, pues el capi se volvió muy loco por culpa del naufragio. Castellan construyó dos campamentos para dividir a los malgaches de los europeos. Luego cavaron un pozo comunitario de cinco metros de profundidad para conseguir agua potable, por si la lluvia tardaba en llegar. Hicieron fuego y lo reavivaron sobre todo con los restos del naufragio, pues en la isla había poco árbol, y lo que había se fue rapidito. En definitiva, el naufragio fue un desastre para el ecosistema de Tromelin.

Con los restos el naufragio también se pudo construir una embarcación que no podría transportar a todxs, así que, dos meses después del naufragio la tripulación al completo abandonó la isla dejando a los 60 malgaches en tierra, prometiendo volver con el rescate.

Los europeos llegaron a Madagascar en cuatro días, y de allí fueron a Reunión y después a Mauricio donde solicitaron un rescate para los esclavos malgaches, pero el gobernador de Mauricio denegó la ayuda, pues según él no podía prescindir de ningún barco, ya que la isla Mauricio estaba en peligro de ataque por parte de los británicos en la Guerra de los Siete Años.

Así que nada, Castellan lo solicitó repetidas veces, tanto en Mauricio como en la propia Francia continental, pero no hubo manera. Sí hubo intentos de rescate, pero todos fracasaron, hasta que, en 1776, más de 15 años después, Bernard Boudin Tromelin llegó con su corbeta y rescató a los supervivientes, que se habían reducido a 7 mujeres y un bebé. Estos fueron conducidos a Mauricio, donde fueron declarados personas libres, y aunque se les ofreció llevarles de vuelta a Madagascar, estas mujeres se negaron.

La isla cambió su nombre a Tromelin en 1825, en honor a este personaje que rescato a los supervivientes del naufragio.

CÓMO LLEGAR

Sinceramente, no he encontrado nada fiable. Teniendo en cuenta que la isla posee una estación meteorológica que tendrá que ser visitada de vez en cuando para inspección y mantenimiento (sobre todo cuando pasan los ciclones), supongo que lo mejor será ponerse en contacto con la Oficina General de Turismo francesa. A Tromelin es muy difícil llegar por mar, y si no que se lo digan a los náufragos, así que la mejor opción es llegar como los pájaros. Hay un aeródromo que se extiende a lo largo de la isla y, lo más seguro es que estas avionetas salgan de la isla Reunión, pues es el territorio francés más cercano, pero lo dicho, habrá que informarse y desembolsar todos los euros que poseas.

¿QUÉ HAY POR AHÍ?

Lo que más te puede interesar podrían ser los restos arqueológicos de aquellos esclavos malgaches, pues construyeron casas con barro y corales para protegerse del viento y de la lluvia. La fauna también puede ser interesante, pues existen dos especies de piqueros que anidan en las arenas de la isla. También, la tortuga marina gigante deja sus huevos por aquí.

No esperes encontrar alojamiento ni comercios. No esperes encontrar nada más que una estación meteorológica, unos arbustos castigados por el viento y varios centenares de animales con plumas que han sobrevivido al rattus norvegicus que llegó con algún naufragio.

Final de la piratería por hoy. Espero que os haya gustado un cachito y que os dé por investigar más. Existen varios documentales en francés y un cómic bastante reciente (2017) traducido a varios idiomas, incluido el español, con el nombre de -Los esclavos olvidados de Tromelin-. No me lo he leído, pero ganas no me faltan. Un besote y hasta la próxima.

¡Saludos, navegantes!