MEDICINA PARA LOS PATRIOTAS
Josefa, o Pepita, como la llamaban, había tomado una peligrosa decisión de la cual ya no podía dar marcha atrás. A plena luz del día y disfrazada de lavandera había conseguido colarse en la ciudad de Montevideo, lugar donde nació y lugar donde tuvo que salir al exilio junto a otros patriotas meses atrás. Ahora pasaba sonriente junto a los centinelas brasileños, aunque su corazón latía como un den-den daiko, pues su rostro allí era familiar y, si el maquillaje no hacía bien su trabajo, la descubrirían.
Al fin llegó a su destino. Llamó varias veces a la puerta hasta que al fin se abrió. Un caballero llamado José Pedro de Oliveira reconoció a aquella mujer de inmediato, puso cara de sorpresa, miró a un lado y al otro y rápidamente la ordenó entrar. Aquel hombre era un importante cirujano del bando enemigo, pero antes de la guerra, él y Pepita mantuvieron una buena amistad.
Ella necesitaba material quirúrgico para salvar muchas vidas. A varios kilómetros de Montevideo, las infecciones de las heridas de guerra estaban matando a gente, pues los patriotas no tenían el instrumental médico adecuado. La elocuencia de Pepita tuvo que ser magnífica para convencer a aquel médico de la traición a su bando. El caso es que la falsa lavandera salió de aquella casa con sus cestos llenos de instrumentos salvavidas, tapados con harapos de mentirijilla.
Para salir de la ciudad volvió a pasar ante la mirada de los soldados brasileños. Qué inocentes ellos… Y cuántas vidas salvaría Pepita…
VIDA DE PEPITA
Josefa nació en Montevideo el 13 de septiembre de 1789. Era virgo, sí, pero eso nos la trae al pairo. También era “perro” según la astrología china, aunque no creo que ni siquiera ella lo supiese. Su padre era jefe militar español y su madre fue nieta del primer gobernador de la ciudad.
Aún pequeña, a los 11 añitos, se trasladó con su familia a Lima, pues su padre había sido asignado allí para ocupar un cargo, aunque no duró mucho la cosa, porque el progenitor la palmó nada poco después de llegar y tuvieron que volver a Montevideo para no morir de hambre.
A los 16 años se casa con un comerciante florentino en un enlace de conveniencia, pues había más dinero por medio que amor, es más, en cuanto a ideas políticas no se parecían ni un poquito, y cuando él se marcha a Río de Janeiro para defender a la Reina portuguesa, ella se queda en Montevideo para luchas junto a los patriotas. No obstante, al año siguiente de casarse, Pepita da a luz a su hija Agustina. Esta hija suya, en un futuro, se casaría con el hermano de su madre, que se llevaban 16 años ¡Menudo culebrón!
En 1810 tiene lugar en Buenos Aires la llamada Revolución de Mayo, y los patriotas expulsan a los realistas de la ciudad. Estos se trasladan a Montevideo y, durante muchos años, tanto la ciudad como la Banda Oriental (actual Uruguay) se convierten en un ansiado territorio por parte de todos. Españoles, portugueses, provincias rioplatenses y brasileños se disputaron la zona hasta que los dos primeros se fueron a la mierda y los dos últimos no fueron capaces de jugar a piedra-papel-tijera, así que ni para unos ni para otros… Nació la República Oriental del Uruguay en 1828.
Durante este largo periodo, nuestra amiga Pepita luchó junto a miles de patriotas de las Provincias Unidas del Río de la Plata para expulsar al invasor de turno. En 1812 fue partícipe de la liberación carcelaria del militar Manuel Blanco Escalada, un bonaerense que se cambió de bando para luchar por la independencia de Chile, y en 1826 se convirtió en su primer presidente.
A Pepita y a algunas amigas suyas, en alguna ocasión, les tocó comer cárcel y tortura, pero ella nunca dejó la lucha. En 1925 fue comiendo cabezas entre el ejército brasileño para dividirles. También, sobre esa época iba recolectando clandestinamente armas, municiones, dinero y otros materiales, como el que ya hemos mencionado más arriba del cirujano, para beneficiar a los patriotas. Más tarde creó una red de espionaje en la ciudad.
En 1835 falleció, justo dos semanas antes de que su hermano Manuel Oribe (el que se había casado con su hija) se convertía en el presidente de la República del Uruguay.
LEGADO
Es difícil encontrarte a Josefa Oribe en las calles de Montevideo. Desconozco si existe algún monumento público que la recuerde. Sí te puedes encontrar, de manera reciente, una calle llamada María Josefa Oribe y Viana en el departamento de Maldonado, Uruguay, pero la verdad sea dicha, está en un barrio apartado con carreteras mal asfaltadas y perros sarnosos. Su hija Agustina Contucci también tiene una calle en Montevideo, y su hermano Manuel Oribe, al haber sido presidente, tiene de todo.
Y hasta aquí la montevideana que os he traído hoy. Espero que os haya gustado mucho más que mucho, y si es así, espero que la vida os sea próspera a partir de ahora. La próxima Guerrera que vamos a ver nació en los Andes, en la parte que hoy llamamos Colombia ¡Ahí os quedáis!
¡Un abrazo, y hasta pronto!
Josefa iba hoy con culebrón y horóscopo incluido pero con un final similar a las demás entre el olvido y falta de reconocimiento. Oye ya estoy indignada, así que te reto a que la siguiente tenga final feliz y méritos reconocidos.
Dime tu después del trajín que se llevaba como production manager, siendo una conseguidora y terminar comiendo rejas para naa. Lo que me deja loca es que su hermano se casara… con su hija?🙄😮 Uy¡¡ Un beso David ánimo que queda menos para que salgamos libres como gaviotas locas 😘😘
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Estas entradas las escribí hace tiempo, están programadas, así que me parece a mí que la siguiente protagonista, esta vez de Colombia, tiene un final bien trágico jaja, aunque en esta ocasión sí se ha convertido en una heroína reconocida por su país. Un abrazo, Bea… Libres como gaviotas locas… Lloro de emoción solo de pensarlo. Gracias.
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Qué interesante. En casa, media familia (y toda mi familia política) es uruguaya. Y pese a que hablamos horas y días sobre el paisito, jamás lo habíamos hecho sobre esta señora. ¡Un abrazo y gracias!
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A pesar de haberlas a montones, me costó encontrar una guerrera con nombre propio del Uruguay del pasado. Pepita era de una familia importante y tal vez por eso se han conservado sus méritos. Gracias, Sergio. Un abrazo grande.
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Quizás la endogamia de la época tampoco ayuda, y los apellidos quedan asociados a solo una figura… porque el mundo y la historia han sido machistas por defecto. ¡Gracias a ti!
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Gracias David, tus relatos son siempre interesantes y muy amenos! :>)
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🙂 Gracias a ti. Un abrazo!
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