Curiosidades de Varsovia y Polonia (día 1)

Todos podemos conocer lo elemental, lo que es necesario para desarrollarnos bajo la bruma de la distancia: las temperaturas en cada periodo del año, el folclore disparatado, los precios de cada artículo y de cada trayecto en el transporte público, los dulces tradicionales y los bulevares imperdibles. Todo está a nuestro alcance desde ya, mucho antes de que decidamos donde vamos a poner los pies en nuestros minutos vacacionales, y para ello solo necesitamos hacer clic unas pocas veces, e incluso, para los más perezosos, solo tendremos que alzar nuestra voz y molestar a Alexa, esa que todo lo procesa.

Así pues, con un vago vistazo podemos sonsacarle a la web que Varsovia (Warszawa en polaco) es la capital de la República de Polonia, y también la ciudad más poblada de este país, además de la octava de la Unión Europea, con 1,8 millones varsovianos en 2020. Sabemos también que su moneda de cambio es el esloti (złoty en polaco, que significa “dorado”), que las temperaturas son tremendamente bajas en Navidad y que, el país entero está enfrentado con Rusia por la patente del vozka ¿De qué más podemos sorprendernos?

La Sirena

A pesar de encontrarse a más de 250 kilómetros del mar, Varsovia tiene una amplia población de sirenas. Algunas las encontrarás en piedra, otras bajo tus pies, en las tapas de las alcantarillas. También decoran puertas y fachadas, monedas, carteles, camisetas y corazones, entre otras cosas. La sirena de Varsovia, que comenzó siendo un ser mitad humano mitad pollo, como las primitivas que atormentaron a Ulises, se fue convirtiendo poco a poco en la típica sirena de Disney, mujer con cola de pez. La varsoviana sostiene un escudo y una cimitarra con la que defender al pueblo. Es el símbolo y escudo de armas de la ciudad, y la verás en numerosos monumentos esparcidos por las plazas. Una vieja leyenda de muchas versiones relata lo siguiente:

¿Siempre invicta? Qué lema más desafortunado

Una sirena, cansada de remontar el río Vístula, decidió reposar en la orilla, justo a la altura de la ciudad. Quedó enamorada de aquel lugar, así que se quedó a vivir por allí, escondiéndose de los marineros que pescaban por la zona. Tal vez por ayudar a los animales marinos o simplemente por travesura, la sirena enredaba las redes de los pescadores y liberaba a los peces, enfureciendo a los trabajadores que no sabían qué es lo que estaba ocurriendo bajo el agua. Investigando el asunto descubrieron la existencia de la mujer pez, pero esta, antes de que la atrapasen, soltó su canto y se ganó el afecto de toda la urbe, acogiéndola como una ciudadana más. Pero siempre hay gente mala, y un comerciante, queriendo sacar tajada, atrapó a la sirena y la encerró en una caja sin agua para exhibirla en circos. Por suerte, los varsovianos la rescataron y la devolvieron al Vístula, donde ya a salvo, la sirena juró proteger la ciudad de cualquier amenaza en agradecimiento a su pueblo.

Bancos públicos musicales

El pianista y compositor Frédéric Chopin nació a tan solo 50 kilómetros de Varsovia, y hoy, más de doscientos años después de su nacimiento, es un auténtico fenómeno en la capital polaca (y en todo el país). Además de un museo, son muchas las rutas guiadas que persiguen la temática del compositor, ya que aquí pasó su juventud y fue dejando notas musicales a diestro y siniestro. En el año 2010, para conmemorar el 200 aniversario del nacimiento del compositor, se instalaron 15 bancos de descanso en diferentes zonas de la ciudad que, de alguna manera, guardan alguna relación con la historia del pianista. Estos bancos contienen un botón que al pulsarlo reproducen la melodía de alguna pieza musical de Chopin. En el propio banco habrá también un mapa grabado en el oscuro granito que indicará donde encontrar los otros bancos. Por motivo de la pandemia de la COVID-19 estos botones dejaron de funcionar, y en febrero del 2022 seguían sin ninguna utilidad… Con suerte pronto vuelvan a sonar los nocturnos por las calles de Varsovia.

Aquí uno de los bancos. Botón a la derecha, información en polaco e inglés a la izquierda y mapa de los demás bancos en el centro (https://www.viajealatardecer.com/2013/12/varsovia-a-traves-musica-chopin.html).

Quebradero de cerveza

Polonia es un país muy bebedor de birra y siempre está muy subidito en las listas de ranking de cervezas, y además sus precios animan a beber más y más. No es peculiar esto, Europa Central es cervecera, y si no preguntárselo a sus vecinos alemanes y checos, que consumen más todavía. Lo curioso de los varsovianos (y de los polacos, en general) es que se les puede ver consumiendo esta maravillosa bebida con pajita (bombilla, cañita, popote, sorbete, etc.), sobre todo las mujeres, cosa que no comprendo. Además, muchos bebedores lo toman con un chorrito de sirope que puede ser de distintos sabores, siendo los más comunes el de fresa, de frambuesa y de mora. Creo que todo esto podría ser aceptable para unos extranjeros, pero no acaba aquí la rareza polaca en cuanto a la bebida alcohólica, pues resulta que cuando hace bien frío (casi todo el año, oiga) ¡Se tragan las cervezas calientes! Lo siento, pero eso sí que no.

El Jueves Gordo

Aunque proviene del paganismo, este evento se celebra en los países católicos en el último jueves antes de la Cuaresma, y según donde lo festejemos lo podemos conocer con un nombre u otro. En España se le conoce como el Jueves Lardero, y en Polonia sería Tłusty czwartek, que significa justamente eso: jueves gordo. Como bien podéis deducir, se trata de una festividad gastronómica… en España, según en qué región te encuentres, comerás un alimento u otro, aunque es la tortilla de patatas el producto más repetido entre los pueblos ¿Y en Polonia? En este país y en las zonas católicas de Alemania el alimento que se permite comer hasta reventar, y sin remordimiento alguno, es el Pączek, que es una especie de rosquilla (vamos, una dona/donut) que si quieres la puedes adquirir con mermelada, chocolate y demás ingredientes que obstruyen arterias. Antiguamente, estas rosquillas se rellenaban con carne (panceta, tocino, etc.) y se acompañaban, como no, de unos cuantos litros del mejor vozka. Ese día es normal ver donas por todos sitios, pero sobre todo rellenando bocas de polacos. En 2022 cayó el 24 de febrero, justo un día antes de que nosotros llegásemos a Varsovia… ¡Qué rabia!

La casa aplastada

Desde 2012, entre el 22 y el 74 de la calle Chłodna Żelazna, existe un edificio clasificado como “instalación de arte” que se utiliza de residencia, y está considerada la casa más estrecha del mundo, pues en su punto más ancho no mide más de 122 centímetros. Este edificio es conocido como “Dom Kereta” (Casa Keret), ya que su primer inquilino fue el director de cine Edgar Keret. El edificio fue construido por Jakub Szczęsny para aquellos que no sufren de claustrofobia, y entrando por una escotilla desde el patio interior, podemos encontrarnos un salón con una mesa y dos asientos, además de un saco de bolas que hace de sofá. El baño es ducha e inodoro a la vez, la cocina tiene fregadero y vitrocerámica, y en el siguiente piso estará el dormitorio con su cama encajada, una mesita y una silla. En principio, se puede visitar el interior de la casa un fin de semana de cada dos, así que, si es tu ilusión conocerla, averigua qué fin de semana puedes hacerlo.

Sé lo que estás pensando y tienes razón… tus amigos cabezones no podrán asistir a la fiesta de inauguración. Lo siento.

Y después de estas cinco maravillosas anécdotas que nos harán comprender un poco menos a los polacos y, especialmente a los varsovianos, os dejo con el diario que relata nuestro primer día en la capital de Polonia. Espero que te hayan gustado las curiosidades que he escogido especialmente para ti.


Día 1 en Varsovia

25 de febrero ¡Pum! ¡Pum! ¡Pum! Sobre todo en Ucrania, pues un día antes de nuestra escapada de fin de semana estallaba una guerra incomprensible que acongojaba a los corazones que tomaban un Boeing 737 para cruzar Europa de oeste a este. Fue una decisión tomada hacía tiempo y que nadie podía imaginar que las cosas se pusiesen nubladas en tan poco espacio. Pero a pesar de los miedos lógicos, todo indicaba que no existía peligro alguno en el terreno de aterrizaje, así que sentamos nuestros culos en los incómodos sillones asignados, a la altura del ala derecha, y ahí empezamos a elevarnos.

Un poquito de Alpes para comenzar pronto con esa sensación de frío. Bonitas vistas ¿Eh?

Este viaje fue un regalo de cumpleaños que un servidor realizaba a su persona favorita, a Kiran, que con dos patos en la mochila se había vuelto a subir al medio de transporte que más le hace temblar, pero siempre por la mejor causa existente, la de viajar por el universo.

El vuelo a Varsovia desde Madrid dura más de 3 horas, y los pocos entretenimientos de los que puede disponer uno en ese trayecto son: intentar entender al personal de vuelo cuando fale por megafonía, leer la revista de la compañía o identificar los accidentes geográficos que se ven por la ventana si no hay nubes, como la cordillera de los Alpes o ciudades como Praga o Ginebra… Os aconsejo hacer trampas de vez en cuando y mirar la ubicación en el GPS.

A las seis de la tarde ya teníamos nuestros cuatro pies en suelo polaco, y sin perder ni una gota de tiempo, adquirimos los tickets para el transporte público (metro, tren, bus y tranvía) que nos valía para todo el fin de semana: desde las 19:00h del viernes hasta las 08:00h del lunes siguiente, justo lo que queríamos a tan solo 40 PLN (unos 8 euros y medio ahora mismo). Y del aeropuerto al alojamiento en tren, que nos dejaría justo en la puerta, cosa que era de agradecer, aunque… La lie bien liada, pues me equivoqué con la dirección y salimos del tren dos estaciones antes, lo que provocó una caminata absurda y varios transbordos de autobús que, aunque nos lo tomamos bien, nos hizo perder un tiempo hermoso.

Un pato y un soldado verde visitan el Palacio de la Cultura y la Ciencia

A pesar de ello no menguó nuestro estado anímico, y una vez abandonados los bultos en la habitación del hostel, enfilamos hacia Fabryka Norbilina, un complejo de servicios y oficinas que fue, desde 1820, una de las más importantes empresas metalúrgicas del Reino de Polonia, de donde salieron cositas como la estatua de bronce de Copérnico que se encuentra en el centro de la ciudad. Desde 2019 es un montón de cosas, como oficinas, museo y, lo que fuimos buscando, una zona gastronómica “food town”, donde puedes degustar platos de todos los continentes, además de ponerte ciego a cerveza o a cualquier otra bebida alcohólica. Nosotros no hicimos eso de mamarnos, únicamente cenamos junto con una jarra de cerveza polaca para calentarnos por dentro y resistir así la vuelta por los vientos fríos del este de Europa. Eso sí, antes de llegar al final del día y planchar la cara en la almohada, dimos un paseo para conocer bajo las estrellas al Palacio de la Cultura y la Ciencia, edificio que visitaríamos por dentro al día siguiente.

3 comentarios en “Curiosidades de Varsovia y Polonia (día 1)

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