Era la primera vez que mi cuerpo se movía en una motocicleta ¿Quién iba a decir que sería en ese lugar y en esas circunstancias? El conductor de camisa azul y tupido bigote era un comerciante local, y el motivo de la vuelta en moto por Jaisalmer tenía fines comerciales, así que una vez resuelto el tema me devolvió a la orilla del lago Gadisar, junto a mis amigos, que para no tener que pensar si volverían a verme o no, se habían puesto a dar de comer pan a las carpas naranjas del lago artificial.
Este charco ha salvado durante siglos a una de las ciudades más secas de la India, y ahora compite contra el Fuerte para ser la joya del lugar. Los vendedores de chatarra y artesanías decoran las orillas y te invitan a probar sus cuencos tibetanos y a decorarte con sulfuro de mercurio.
Unas escaleras de piedra se interpusieron en el camino llano, proponiéndonos la escalada a una terracita donde se podían ver el lago y sus templos a un lado y la puesta de sol en el Fuerte hacia el oeste, pero nuestra atención se la llevó otra cosa… Cerca, muy cerca de donde nos encontrábamos, el toro y el ave se daban un bonito beso, o al menos eso quisimos pensar nosotros, porque creer que aquella imagen era producto de una pelea entre especies por el trozo de roti que algún fiel había dejado allí, era muy poco romántico, teniendo en cuenta la situación privilegiada de puesta de sol en la que nos encontrábamos.
Al menos la fotografía nos quiso dar la razón sobre nuestras ilusiones, aunque con el paso de los días los toros y las vacas fueron cambiando nuestro parecer al cornearnos el trasero cuando lo encontraban en su camino.
EL TORO DE CRETA
Tras la muerte de su padre, tres hermanos se disputaban el trono de Creta, así que, para zanjar el asunto, Minos, el más flipado de los tres, les dijo que él era el elegido por los Dioses, y para demostrarlo haría salir un toro de las aguas. Y así ocurrió, pero claro, los hermanos no sabían que anteriormente Minos había hecho un pacto con el Dios Poseidón, por lo tanto, como parte del trato, el nuevo rey debía ofrecer al animal en sacrificio al Dios de los mares. Pero resultaba tan bello aquel bóvido blanco que decidió hacer el cambiazo con otro toro, pensando que podría engañar a Poseidón… Obviamente el Dios se pispó, y como castigo convirtió al toro en una bestia indomable, cual único propósito era destruir.
Por otro lado, al rey Euristeo se le habían acabado los monstruos en el Peloponeso, así que enterándose de la nueva bestia que estaba destruyendo Creta, decidió mandar a Heracles hacia la isla por motivo de su séptimo trabajo, y tal vez conseguiría por fin librarse del héroe, que es lo que en realidad deseaba. Entonces, sin perder más tiempo, Heracles embarcó y tomó dirección a Creta, donde los marineros le pusieron al día sobre lo terrible que era el monstruo, pero lo peor era que no debía acabar con él, sino atraparlo y llevarlo vivo a Micenas para que Euristeo lo viese.
Una vez en la isla, Heracles habló con Minos para obtener su permiso, y este no dudó en dárselo, pues aquel toro había causado muchos problemas ya en el reino, así que el forzudo personaje se puso en marcha, rastreando los destrozos del animal hasta dar con él y retarle. El toro no daba crédito, pues nadie se había atrevido a enfrentarse a sus cuernos, así que le embistió una y otra vez, pero el héroe le esquivaba en todas las ocasiones sin problemas, y en una de esas se agarró a sus cuernos y se montó en su lomo.
La lucha duró horas, pues aquel animal de origen divino parecía no tener límites y parecía que su fuerza y bravura no menguaban, pero al fin, Heracles consiguió cansarle y domarle, llevándole justo después hacia una embarcación y de allí al Peloponeso, donde se dirigió junto al animal hacia Micenas. Euristeo, al saber que venían, se metió en su absurda tinaja como método de protección, como si aquello pudiera protegerle de algo.
Heracles salió victorioso de nuevo con su séptimo trabajo, y mientras tanto, Euristeo y la Diosa Hera se desesperaban. El rey quiso sacrificar al toro en nombre de la Diosa, pero ella no quiso recibirlo, pues decía que aquel animal era demasiado bravo para ella, así que fue liberada la bestia otra vez, causando estragos allí por donde pisaba.
Que bonito Jaisalmer me has recordado aquellos tiempos en los que me decoraron la frente con sulfuro de mercurio 😂😂 rodeada de vacas sagradas. Buen finde David ☺️😘
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Gracias Bea! Feliz verano!!!
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