Cuando se publique este post ya hará más de un año que Rusia y Ucrania entraron en conflicto militar, hecho que provocó un estado de histeria colectiva en Europa, incluso en lugares tan lejanos de la guerra como en España, que es donde resido. Hablaba con personas que sentían verdadero terror a la desgracia que estaba aconteciendo en la otra punta del continente, no por la angustia de la masacre, sino porque pensaban que aquello podía salpicarles de un momento a otro (militarmente hablando).
Es terrible lo de Ucrania, al igual que los conflictos en Siria, la guerra civil en Yemen, la batalla interminable del Sahara Occidental, o la de los palestinos. Es preocupante la situación en Afganistán, en Myanmar, en Haití, en Perú, en Brasil, en Somalia o en Venezuela. En Etiopía también se está viviendo una terrible guerra civil, en la región de Tigray, de la cual no llega mucha información a los telediarios. Y no podemos olvidar las tensiones atómicas que existen entre la República Popular de China y la República de China (Taiwán), o entre Israel e Irán. Si explotasen estos dos conflictos sí que podríamos temblar de terror en el resto del mundo.
El caso es que, tras el estallido de la guerra en Ucrania, se habló mucho de la capacidad que tenía cada nación para defenderse de posible invasiones, como si las agresiones militares entre naciones fuese algo que pasase todos los años. Como veremos en el mapa siguiente de América, hay estados independientes que no tienen ni un solo soldado que pueda defender la Nación, sin embargo, Estados Unidos podría invadir por la fuerza todo el continente, y si no lo hace es porque «conquistar» ya ha pasado de moda y no compensa. En el siglo XXI hay otras maneras de invadir mucho más económicas y eficaces, y el gobierno estadounidense lo sabe muy bien.
Los datos los he sacado de las páginas web de «Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IIEE)», de «Global Fire Power» y de «Wikipedia«.