Si la pereza no hubiese adormilado mi cerebro la noche anterior, habría sacado una pizca de fuerzas para aplicarme el potingue anti-mosquitos, y seguramente, mi sueño no habría terminado a las cinco y media de la mañana. “¡Aprovecha la luz del alba!”, Me dijo una vocecilla interior ¿Por qué no? Salí con ojeras y picotazos, …
