Albania

Alargado territorio de moda a orillas del Adriático, con bonitas playas que atraen al resto de europeos, ansiosos de vacaciones de chapuzón y sombrilla, muy económica la idea, pero ¡Eh! Que no todo es playa aquí… Tres cuartas partes del país son montañosas, donde poder romperte las piernas esquiando o escalando, y es por eso que se llama así el país, por la nieve blanca de sus montañas (alba es blanco en latín), aunque los albanos llaman a su país Shqipëria, que hace referencia al águila de su bandera y escudo.

Lagos, perros y pueblos históricos aparecen por doquier, junto a edificios sin resolver y ríos llenos de basura en sus orillas. Hoy, en Diario Callejero: ¡Albania!

No será necesario enumerar sus evidentes atractivos, de eso ya hay mucho en cualquier blog o folleto de supermercado. No, simplemente comentaré cosas, variedades, ciertas anécdotas mientras nos bebemos un rakia, ese licor de los Balcanes que te pone medio culo en la tumba, y es que no es lo mismo tomárselo en un chiringo (aceptable) a que te lo tomes casero, ofrecido por algún pueblerino, donde tendrás que despedirte antes de tus seres queridos.

El nuevo rascacielos Downtown One en Tirana simula con los relieves cúbicos de las terrazas la silueta geográfica de Albania. También marca la altura respecto al nivel del mar. Te parezca feo o bonito, reconocerás que es bastante original.

En Albania viven unos 3 millones de albaneses, pero es que, este pueblo constituye una de las diásporas más tochas de Europa, y te vas a encontrar albaneses por muchos sitios del mundo, sobre todo en Italia y Grecia. En Grecia por que son vecinos, y en Italia se podría decir que también, pero sobre todo es porque muchos albaneses aprendieron italiano cuando el majo de Mussolini invadió el país en la Segunda Guerra Mundial.

Tras la guerra llegó el turno de República Popular Socialista de Albania, dirigido por el militar Enver Hoxha, que tras pelearse con sus aliados comunistas se quedó solo y sin protección, y obsesionado con sufrir una invasión decidió forrar el país de búnkeres. Hoy se pueden contar más de 5 búnkeres por kilómetro cuadrado. Algunos son trasteros, otros museos y otros, simplemente son basureros, picaderos o meaderos. Pero volviendo al miedo de Hoxha… El menda aisló al país en una buena burbuja hasta varios años después de su muerte (hasta el 92 no se produjeron las primeras elecciones, que no erecciones), y mientras tanto nadie podía entrar o salir del país, y así pasó, que cuando abrieron al fin las puertas, allí todos flipaban con la Coca-Cola.

El Bunk’Art 2, un búnker hecho museo en pleno centro. El Bunk’Art 1 está a las afueras, a 20 minutos en coche, y dicen que es mucho más atractivo… Como yo.

El fin del aislamiento trajo de golpe el capitalismo, y no lo digo solo por estas bebidas gaseosas, sino también por otro tumor económico como la estafa piramidal que hizo colapsar al país en 1997 ¡Casi provoca una guerra civil! Los ciudadanos comenzaron a invertir sus ahorros en empresas que no existían y se acabó yendo todo al garete. Albania había recibido un bofetón nada más salir del búnker.

Albania posé un catálogo interminable de personajes ilustres, ya sean históricos o actuales, pero si hay que quedarse con uno, del cual están tremendamente orgullosos es de la Madre Teresa de Calcuta, porque esta monja no es de Calcuta, sino que nació en Skopie, capital de Macedonia del Norte, pero ella era de etnia albanesa y sus padres nacieron en la ciudad albanesa de Shkodër, por lo tanto odian a los macedonios por apropiarse de la señora Teresa… Curioso que en un país musulmán tengan tanto aprecio a una monja. Aunque por aquí tampoco hay mucha práctica de las creencias religiosas. Es más, en pleno comunismo, Albania fue el primer estado del mundo en declararse ateo… Ya sería menos.

De las carreteras ya hemos hablado en otras entradas. Estos albaneses no son muy amigos de las normas de tráfico, e igual se paran en medio de una autopista para echar un meado, o te adelantan en una curva sin visibilidad a 200 km/h. Si conduces en Albania vas a ver cosas, y todas bastante ilegales. Y es que las señales brillan por su ausencia, como ocurre en la ya citada Shkodër, la ciudad que no tiene semáforos… Y así fue, que protestaron de lo lindo cuando en 1995, una ley obligaba a pagar impuestos por los semáforos ¡Qué injusticia!

Ya hemos hablado del indomable rakia, pero es que los colegas empiezan el día con un desayuno Chuck Norris, o lo que el lo mismo: café turco y cigarro. Sus costumbres son rudas, agitan la cabeza de un lado a otro para decir “sí”, y de arriba abajo para decirte “qué te den”. Son seres supersticiosos… “Si se les rompe un vaso, da mala suerte, así que deben romper otro para anular la mala pata”. “Los lunes no es día de cortarse las uñas, y tampoco por las noches”.  “Cuando se cortan el pelo, no se les ocurrirá nunca caminar sobre ese pelo cortado”. “La buena suerte les llegará si por error se ponen la ropa del revés”. “Si te rascas con la mano izquierda ganarás money, pero si lo haces con la derecha, pierdes”. “Si comes con la misma cuchara con la que cocinaste, prepárate para tartamudear” … Estas son algunas de las locas supersticiones que rondan al pueblo albanés ¡Bienvenido al país!

Desayuno albanés. Café y cigarro… muñeco de barro. Lo tomas o lo dejas.

Pues nada, vamos con la última parte del diario, donde se leerá nuestro último tramo del circuito por los Balcanes. Nuestros últimos tres días, recorriendo Kukës, Durrës y finalizando en Tirana, donde pasaríamos la fiesta de Fin de Año ¡Se viene resaca!


D. Los tres cerditos

Si Albania, Macedonia del Norte y Kosovo fuesen los tres cerditos ¿Quién sería el lobo? ¿Serbia? ¿Estados Unidos? ¿El turismo? Seguramente este último, pero ¿Quién sería entonces el cerdito inteligente que se construye una casa de ladrillos? Creo que no hay mucho ladrillo que pare a este lobo.

Despertamos con dignidad, con nobleza, astutos… Acalorados por el aire acondicionado y relativamente contentos a causa del desayuno incluido en la tarifa del hotel de Kukës, pues como buenos cerditos, debíamos comer para ponernos jamonatos. Proteínas, café al pecho y para el carro, que nos esperaban cosas no muy católicas…

Por una carretera zigzagueante en lo profundo de un cañón, donde no había alma a la vista, ni siquiera a motor, llegamos a una curva peligrosa que encrucijaba un sendero a la vera de un riachuelo. Este flujo de agua transportaba sobre todo basura, pero es que, en estos países, lo de los residuos es un verdadero drama. Así fue, que comenzamos una pequeña subida por dicho sendero para encontrarnos unos metros más adelante con una catarata curiosa. No era la más espectacular que habían visto nuestros ojos porcinos, pero sí fue agradable toparnos con aquel salto de agua. Y la aventura llegó de regreso, pues no sé por qué decidimos volver por el río, lo cual nos obligó a jugarnos la dignidad en cuatro ocasiones, saltando de roca en roca y cruzando los dedillos para no caer río abajo. Nadie resultó empapado.

Ahora sí que tocaba una buena travesía por la carretera albanesa, tanto es así, que me pedí el asiento de atrás para intentar dormir todo el camino ¡Y vaya si me dormí! Que cuando llegamos a nuestro destino, mis compañeros cerditos tenían cara demacrada y, sin embargo, la mía estaba fresca como un carámbano. Y es que, nuestro destino era Durrës, en la costa. La segunda ciudad del país por población y un destino playero din duda, aunque en verano, porque en esos momentos invernales parecía un escenario postapocalíptico.

Nuestra nueva casa era de paja, a las afueras de la ciudad. Un lugar tranquilo donde mis amigos podían roncar a pleno pulmón, porque nadie los iba a escuchar, así que me pedí la habitación solitaria para evitar los terremotos nocturnos. Después de acomodarnos nos fuimos a comer unas pizzas clásicas y de una para el centro de la ciudad.

Durrës no es especialmente bonito, pero eso es algo a lo que ya nos habíamos acostumbrado, pues las ciudades aquí no suelen ser muy pintorescas. En cambio, Durrës tenía algo interesante, y se trataba de una ciudad fundada en la época helenística y que conserva ruinas que puedes encontrar por toda la urbe, como el anfiteatro romano o la Torre del reloj. Se trata de la ciudad más antigua de Albania y tiene el puerto más importante, y por eso su encanto, pero repito, el resto de la ciudad es realmente feo y poco llamativo. Nosotros dedicamos gran parte de la tarde a cocernos con cervezas… ¡Acabamos como cerdos!

Una vez de vuelta en nuestra casita de paja, cenamos ligero y acabamos durmiendo despreocupadamente, como si ningún lobo nos estuviera buscando.

Último día del año, con desayuno normalito y legañas prometedoras. Pronto estábamos en el coche para recorrer los últimos 33 kilómetros que separa Durrës de Tirana, distancia suficiente para despedirnos del trasto que había hecho posible que recorramos aquellos caminos, pero era momento de devolverlo. No hubo lágrimas… Estos cerdos no lloran nunca, solo comen y duermen.

Nuestro nuevo apartamento sí que estaba hecho de buen ladrillo, con dos camas inmensas, pero en esta ocasión a mí me toco el sofá mugriento y acaroso, mientras Yisus y Rudolf de desternillaban en sus respectivos colchones, frotando sus culos por si me daba por iniciar una invasión.

Salimos a hacer la compra de Nochevieja muy rápidamente, y nos pasamos de lo lindo, pero bueno, nos serviría para el año que viene (jijiji, sabías que haría la broma). Y rápidamente nos presentamos en la plaza Skenderbeg para iniciar nuestro primer y último free tour del viaje, que ya era hora…

No fue mala ruta, teniendo en cuenta que Tirana no es una ciudad muy atractiva y que lo más destacado son los bunkers esparcidos por todos lados, así que bueno, le daremos un aprobado al tour. Además de la plaza, nos contaron cositas de la Mezquita Et´hem Bey, de la Torre del Reloj (no puede faltar una de estas), los museos BunkArt, el conocido como Castillo de Tirana (que en realidad es un trozo de muro y alguna puerta viejuna), la Pirámide, la Catedral católica de San Pablo y la Catedral ortodoxa de la Resurrección de Cristo. Como leéis, fue más de lo previsible, pero nada, nosotros solo pensábamos en la Nochevieja, así que, en cuanto finiquitó el paseo, retornamos al alojamiento.

Estos dos perezosos acabaron sobaos mientras yo me puse cocinitas haciendo un par de tortillas de papas y me pinchaba unas latillas. Luego nos duchamos, nos pusimos guapetones, impropio de unos cerdos como nosotros, y nos dispusimos a cenar, y ahora sí fue como cerdacos. No sería la mejor cena de Nochevieja de nuestras vidas, pero menudos bailes de tripaloski nos marcamos, y si no que se lo digan a la cara de Rudolf, que fue marcada en dos ocasiones por los bofetones propinados ¿El “porqué”? Eso es lo de menos, la cosa es que le abofeteamos.

Salimos medio borrachos y con un vaso con 12 uvas cada uno. La plaza Skenderbeg nos recibiría con cientos de personas, una noria y un escenario con música de mierda, y cuando menos lo esperábamos empezaron los fuegos artificiales, la gente saltaba, nosotros comíamos uvas, gritos, pollas y un morreo en la boca. El primero del día, de la semana, del mes y del año. Qué rico beso.

La noche no acabó con el beso ¡Qué va! Ahora venía el paripé de la discoteca, donde el cerdito Yisus había contactado con unas lechugas italianas que habían recolectado caracoles para hacer piña, y aunque al principio no nos querían dejar entrar en aquel local de chunda-chunda, finalmente nos infiltraron para ser parte de la babosada, donde podías encontrarte coreanos, rusos, portugueses, polacos, mexicanos… Un mix difícil de asimilar, donde los caracoles bailaban con la lengua afuera y las lechugas jugaban a esquivar. Creo que lo más interesante de la noche ocurrió cuando el portugués intentó secuestrarme para ver si me podía hacer una colonoscopia en algún descuido. Sobra decir que pocas horas después estábamos tumbados cada uno en su respectivo lecho, en la casa de ladrillos, resguardados de los ladridos del lobo.

Pero Rudolf ya nos despertó a ladridos a las diez de la mañana, porque no encontraba la botella de agua que había colocado estratégicamente a la vera de su cama para apaliar la resaca. Es cierto que se la había robado, pero culpé a Yisus, y Yisus, ofendido, se puso a desayunar pollo. Él siempre desayuna pollo cuando se ofende. El caso es que a esas horas estábamos en pie y solo teníamos una para recoger todo el percal montado antes de que nos echasen del apartamento, y con la resaca encima, pues imagínate la movida.

Ocurrió. Llegó una señora con fregona y nos lanzó cuatro palabras muy claras en albano que nos hizo apresurarnos, haciendo que Rudolf tuviese que salir a la calle en calzoncillos para terminar de vestirse frente al puesto de koftes, mientras las viejas lo miraban y se ruborizaban. Así que nada, ya en la calle, con la mochila a cuestas, sin dinero autóctono y con seis horas de “nada que hacer” hasta que saliese nuestro vuelo a Madrid. Precioso 1 de enero. Un lunes, había salido el sol… Sí, eso hicimos, los lunes al sol mientras observábamos la Pirámide de Tirana. Acabados y demacrados por los cubatas y por los chupitos de rakia, además de por las pocas horas dedicadas a Morfeo. Si nos hubiesen tendido una cuerda… Allí mismo hubiese ocurrido.

Día 1 de enero… Replanteándonos cosas ¿De verdad queríamos seguir así con nuestra vida?

No hay mucho más interesante que contar en estas horas del arrastre. Subimos a la Pirámide, sacamos unos cuantos lekë que nos costaron el doble de lo que valían, y todo porque se nos antojaron unos refrigerios, pero nos vino bien la calderilla para pagar el bus al aeropuerto. Un bus que nos dejó en tierra, y eso que ya estaban las mochilas en el portaequipajes, pero nada, para los albanos eso no era problema, pues nos llevarían en el siguiente bus. Nada podía salir bien ese día, y para rematar, la muchacha del check-in nos colocó juntos en el avión… Tres horas más soportándonos ¡Ya no podía más!

La verdad es que llegamos a Madrid bastante cerdos.

3 comentarios en “Albania

  1. Pingback: Kosovo – ¡Vaya Diario!

  2. Muy entretenido tu relato sobre Albania, peculiar forma de esperar el año nuevo 🙂 Conclusión: es uno de los países de esa zona que no conozco, pero ya es suficiente con tu historia para que quede tachado en mi lista de pendientes.
    Oye, me podrías decir cuál de los tres eres tu? Muero de ganas de conocer la persona que tanto me divierte con sus historias de viaje y sus relatos de lugares y personajes desconocidos y extraños. Eres el de blanco? el de rayas? el de verde?

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