Habíamos dejado atrás el parque infantil y nuestras inmadureces, pero aún nos sobraban pulmones para subir los peldaños de la colina, siempre y cuando pudiésemos descansar en los múltiples miradores que daban al Danubio. De vez en cuando escapaba algún gato de las sombras y nos recordaba que se estaba oscureciendo el mundo, porque el …
