Grecia curiosa

Llegó la entrada de las curiosidades. Hoy tocan las de Grecia, así que si le tienes un gran cariño a este país no leas nada, porque vas a flipar con las griegas y con los griegos, que están muy pinzaos…

No. Es bromica. Son curiosidades aceptables y nadie va a echarse las manos a la cabeza tras leerlas, a no ser que tengas pipis, pues entonces te picará la cabeza y tendrás que rascártela de vez en cuando, pero bueno, eso nos importa poco, así que aquí van las singularidades varias:

  • Banderita y escudo.

Es bueno empezar por los símbolos que caracterizan a un país. Empecemos citando el lema de la patria: “Libertad o muerte” que serían seis sílabas, pero en griego son nueve sílabas: “Έλευθερία ή Θάνατος” y por eso mismo son también nueve las franjas o barras que contiene la bandera, cinco azules y cuatro blancas. Aunque hay quien dice que el número nueve viene también de las nueve musas mitológicas que simbolizaban la literatura, la música, la danza, la historia y el teatro. La bendita cruz blanca (de plata) en la esquina superior izquierda hace referencia a la iglesia ortodoxa. Los colores azul y blanco son los tradicionales que utilizan para todo y en todos lados están, simbolizando el mar y la espuma de sus olas, y el cielo y las nubes que lo surcan.

El escudo contiene los mismos colores y se centra más en la cruz ortodoxa, eliminando las nueve franjas. En cambio, está casi rodeado por completo por dos ramas de laurel, arbusto atribuido al dios Apolo tras el mito de “Apolo y Dafne”.

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  • Símbolo de la medicina científica.

La vara de Esculapio, ese palo con una serpiente enroscada, todo el mundo lo reconoce ¿Verdad? Digamos que la vara simboliza la profesión (al médico) y la serpiente es el rejuvenecimiento, pues sabemos que este animal cambia de piel periódicamente.

¿Y eso que tiene que ver con los griegos? Porque este tal Esculapio era el equivalente romano de Asclepio, el dios griego de la medicina y la curación, hijo de Apolo. Este dios fue venerado en diferentes santuarios, pero el más importante fue el de Epidauro, lugar que ya citamos en una ocasión y que merece una visita, repito. En este lugar se creó un enorme santuario y escuela de medicina.

El mito de Asclepio cuenta que llegó a tales conocimientos sanitarios que podía devolver la vida a aquellos que ya la habían espichado. Hades, enfadado por recibir menos fiambres cada vez, se chivó a Zeus, y este, para contentar a su brother frió a Asclepio con uno de sus rayos, convirtiéndolo en Dios después.

  • Caronte sigue siendo elitista

Cuando los habitantes de esta parte del planeta creían en los Dioses del Olimpo se pensaba que la muerte era siempre subterránea. Existían tres zonas diferenciadas en el inframundo donde uno podía ir cuando su vida ya había expirado, pero vamos poco a poco. Tú la palmabas y ya estaba Hermes detrás para decirte que fueras con él, que te llevaba hasta un laguito tenebroso donde el barquero Caronte tomaba el relevo, pero solo si tenías una moneda (óbolo) para él. Esta moneda la debían introducir tus seres queridos en tu boca en el acto funerario, porque si no, el señor Caronte pasaba de tu culo y te quedabas vagando por la ribera del río Aqueronte durante cien añazos, hasta que al barquero le daba por hacerlo gratis. Esta creencia se convirtió en costumbre pasados los siglos y hoy en día se sigue dejando dinero a la vera del cadáver, para pagar a Caronte. Esta es la curiosidad a la que quería llegar, pero os termino el resumen de esta creencia de la muerte.

Luego saludabas al perro de tres cabezas, Cerbero, y tras él llegabas al Juzgado, donde había una fuente que te hacía olvidar el mundo exterior al beber su agua. Allí te juzgaban y se decidía, según como te habías portado, a qué parte del Inframundo te mandaban. Estaba la morada de Purificación para limpiar aquellos pecados que no eran tan graves, como comer mocos en público o pellizcar a tus suegros. Estaba el Tártaro, similar al infierno, donde se metían a los grandes delincuentes de la vida y a los pobres suicidas, por si no lo habían pasado ya mal antes. Y, por último, los Campos Elíseos (paraíso), único lugar donde había luz e incluso se vivía feliz (la muerte), pues quien allí acababa había sido un aburrido angelito.

  • El voto.

Ir a votar es obligatorio. No puedes remolonear todo el día para no pasarte por tu colegio electoral y echar tu papelina, pues no existe el voto por correo. Eso sí, si en el momento de la votación estás a más de 200 kilómetros de tu colegio te dejan escaquearte, así que muchos griegos suelen hacerse un viajecito un día antes. No es el único país europeo que obliga a votar a sus ciudadanos, pues Italia, Chipre, Bélgica y Luxemburgo también te hacen moverte el día de las elecciones, porque si no te echan encima alguna que otra sanción.

Termino diciendo que en Grecia sigue existiendo el servicio militar obligatorio. Un varón, a partir de los 19 años y con una duración de nueve meses, y tienes hasta los 45 años para realizarlo, si no tendrás tu querida penalización.

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  • Cuidadito con los gestos.

Ya sabemos que cualquier tipo de gesto puede variar de significado según en qué zona geográfica te encuentres, así pasa que más de una se ha llevado alguna sorpresa desagradable en países ajenos, pero claro, no se puede ir con el miedo, yo llegué allí sin saber nada de esto y nadie me ha partido la cara, aunque muchos lo quisieron hacer… Pero eso me pasa incluso en mi casa.

Parece ser que Grecia es uno de esos países que ha creado otro “alfabeto” propio para sus gestos, pues muchos de ellos no son compatibles con los que podemos conocer en España, Europa y resto del mundo occidental.

Extender la mano en alto enseñando la palma y con los dedos abiertos, por ejemplo, para parar a un taxi o para saludar, podría acarrearte problemas, pues estarás cagándote en la familia de la persona a la que diriges tu gesto. No lo hagas. Frena a los taxis de otra manera… Una que no se me ocurre, pero que sea de otra forma. También es conveniente no utilizar el gesto de “OK” con las manos, pues se trata de una obscenidad.

En griego, “NO” se traduce y pronuncia “OJI” (όχι), y también lo gesticulan de una manera diferente a la nuestra. En gran parte del mundo para decir “no” con la cabeza, la movemos de un lado a otro, pero los griegos solo hacen un movimiento de cabeza, hacia arriba y con los ojos bien abiertos.

Cuando no entienden algo, ya sea algo que ha pasado o algo que han oído, como, por ejemplo, yo hablándoles en “spaninglis”, que no entienden nah, te dirán “What?”, pero lo acompañarán con un gesto de mano algo difícil de describir: como si estuvieras apretando una tuerca con los dedos índice y pulgar, medio giro nada más.

Nuestros queridos amigos griegos tienen sus supersticiones, como todo pueblo planetario. Es curioso, porque ellos, en vez de tocar madera cuando escuchan una noticia turbulenta de la cual no quieren verse cerca, hacen el gesto y el sonido de escupir, aunque en realidad no echan el dardo.

Pues seguramente podría llenar tus horas de curiosidades griegas, pero ya estoy cansadito de escribir y tengo que dar paso al diario, donde ya terminaremos nuestro viaje. En esta etapa viajaremos a la cercana isla de Hydra y comentaré cositas sobre ella, por si es de tu interés. Si te molan las curiosidades de otros lugares del mundo puedes pinchar AQUÍ y te llevo a otra entrada cualquiera.


E. Paradisíaca conclusión

¡Pues sí! Con un pequeño catalejo pirata podíamos ver el final de este fanático y fantástico viaje a la cuna de Atenea, la diosa que salió de la cabeza de su padre ya crecida y con armadura y todo.

En esta ocasión fuimos súper obedientes y nos levantamos a la hora que indicó el horroroso despertador, sin remolonear y sin quejas, pues habíamos comprado ya los carísimos billetes del ferry a la isla de Hydra y no estábamos como para palmar cash, que no somos tan ricos… Bueno, yo sí, estoy forrao, tengo mucho money en diferentes paraísos fiscales, pero me mola hacerme el obrerito.

Ni una hora tardamos al Pireo en metro y eso estuvo guay, porque nos dio tiempo a pillar algo de comilona para desayunar en ese momento y para comer allí en la isla, pues no teníamos ni idea si habría algún comercio. Ya puedo adelantar que sí, hay varios establecimientos de alimentación barata y algún supermercado que otro, así que no temas cuando vayas para allá, que además no son excesivamente caros.

El viaje en barco estuvo curioso. Una hora tardó, ni más ni menos, y por ese tiempo nos sajaron sesenta lereles a cada una ¡Malditos timadores! Por cierto, los billetes los compramos en una oficina que hay cerquita del puerto, aunque no me acuerdo de la compañía.

Hydra es una isla alargada de 64 km cuadrados. Su capital posee el mismo nombre que la isla y es la única ciudad del lugar. También es el principal puerto de Hydra y uno de los más bonitos de toda Grecia. La ciudad está en cuesta (la isla es montañosa) y desde arriba hay bonitas vistas, pero cuesta subir, pues no se admite el tráfico de motor en toda la isla, salvo el camión de la basura. Allí, los habitantes se mueven en lanchas (hay muchos barcotaxis) y en burro.

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A lo largo de la costa encontrarás muchas calas donde poder bañarte en sus aguas cristalinas, y eso es justamente lo que pretendíamos hacer todo el día, playa y sol. Anduvimos durante un cuarto de hora por la costa hacia el oeste y en la primera cala que vimos nos quedamos. Decían que al otro lado de la isla las playas eran mucho más salvajes, pero para llegar a ellas era obligatorio pillar un barcotaxi, así que nos quedamos en esa que también tenía buena pinta.

No sé cuántas horas estuvimos de chapuzón en chapuzón, pero cuando nos cansamos del sol nos movimos un poco más al oeste, haciendo el precioso paseo, y llegamos a otra cala algo más masificada, pero nos importó poco. Pillamos un trozo de sombra y nos tiramos ahí otras cuantas horas, mojándonos el culo de vez en cuando.

El tiempo se fue y aunque nos costó despegarnos tuvimos que tomar el camino de regreso, que ninguna quería perder el último ferry del día y, por consiguiente, también perderíamos el avión que nos llevaría de vuelta a casa. Así que nada, llegamos media hora antes que aprovechamos para pasear un pelín por el pueblo. Poco después ya estábamos navegando de nuevo por el mar Egeo.

24.1

Era tarde y el paraíso nos había reventado, teníamos sueño y debíamos levantarnos a las tres de la mañana para llegar bien al aeropuerto ¡Vaya faena! Así fue, que llegamos al hostel, hicimos las maletas y nos metimos en la camita, para dormir dos o tres horas nada más.

El camino hacia el aeropuerto fue bastante largo y horrible. Fueron dos autobuses, el primero a la plaza Syntagma y allí tomamos el segundo, que tarda una hora hasta el aeropuerto y suele ir petado, y claro, con el sueñazo que teníamos, pues se nos hizo muy cuesta arriba. Pero bueno, también creíamos que los vuelos, más la escala de siete horas en Múnich, iba a acabar con nosotras, pero no fue así… Lo sobrellevamos estupendamente.

En Múnich no quisimos salir del aeropuerto por tres razones: uno, estábamos muy destrozados. Dos, el metro de esa ciudad bávara es carísimo. Y tres, el aeropuerto de Múnich tiene de todo, así que no vimos necesario el pateo. Allí comimos, compramos en un súper muy barato, dormimos la siesta o lo que sea, escuchamos musicote, leímos… Vamos, que no perdimos el tiempo.

Y así fue hasta que nos tocó volar de nuevo, aunque esta vez sí, a nuestro hogar.

5 comentarios en “Grecia curiosa

  1. Pingback: 4. Grecia mítica – ¡Vaya Diario!

      1. siempreirnuncavolver

        Jejeje es verdad que los gestos de los griegos son muy curiosos. La primera vez que fui, cuando me decía “NO” y movían la cabeza indicando “si” me quedaba loca. No sabía que estaba pasando. Algo parecido me pasó en India, hacen lo mismo, en esta ocasión al contrario dicen si y mueven la cabeza en forma de no. Jajajaja

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