Isla Hashima

INFORMACIÓN

Hoy nos vamos a Asia, concretamente a Japón, pues una de sus 6.852 islas de las que se compone el archipiélago quiere ser la protagonista de este nuevo post. Cuarta entrega de “Islas fantásticas y donde encontrarlas”.

Pues mira, Hashima se encuentra al oeste del oeste del oeste de Japón (sí, tres veces), o sea, al oeste de la prefectura de Nagasaki, que está al oeste de la isla de Kiushu (tercera isla más grande del país), y qué a su vez, esta está al oeste de Japón. O sea, que Hashima se encuentra más cerca de Shanghái (China) y de Seúl (Corea del Sur), que de la capital japonesa (Tokio).

Mapa

Su tamaño es minúsculo, solamente mide medio kilómetro de largo y 160 metros de ancho, contando el terreno ganado al mar mediante la construcción de un muro (entiéndeme… minúsculo comparada con las islas que llevamos viendo hasta el momento. Todo es relativo). Está a 20 kilómetros del puerto de Nagasaki, hacia el noreste desde la isla.

El muro que he nombrado antes se construyó para que los tifones, que deben de ser bastante habituales en la zona, no se llevasen a la gente de paseo por el océano. Al estar toda la isla recubierta por este muro, se la llama también “La Isla del Acorazado”, pues, mirándolo desde lejos, se parece más a un buque de guerra que a una isla.

Desde 1974, la isla tiene cero habitantes, pero hasta entonces… ¡Madre nipona! ¡Llegaron a convivir 5.259 personitas! Uno de los lugares con mayor densidad de población registrada en toda la historia de la humanidad.

HISTORIA

Y ¿Qué pasó para que la isla acabase vacía? Te preguntarás. Pues lo que ocurrió fue lo que ha pasado en múltiples ocasiones en muchísimos lugares del mundo:

En 1810 se descubrió que, en la isla, bajo el lecho marino, se hallaba una extensa beta de carbón, pero no fue hasta 1890 cuando la compañía Mitsubishi compró la isla para explotar las minas. Fue entonces cuando la isla se empezó a llenar de trabajadores y familiares, y por supuesto, llegaron también los bloques de apartamentos, una escuela, un hospital, supermercados, piscina, cine… Vamos, una ciudad en un espacio muy reducido. El primer gran edificio fue construido en 1916 y fue un bloque residencial de hormigón a prueba de ataque tifón, y en 1917 se construyó otro que llegó a ser el más alto de Japón. En 1930 eso ya era una gran ciudad. Habían unido muchos edificios con puentes y túneles para no tener ni que salir a la calle.

El caso es que la producción les iba bastante bien, aunque como es de imaginar, las condiciones de vida podrían ser algo precarias: Casi todos vivían en un espacio muy reducido, con baño y cocina compartida. Los que mejor vivían eran, como no, los ingenieros y el dueño de Mitsubishi, que tenía su gran casita en lo más alto de la isla.

Vida en Hashima

Con la llegada de la II Guerra Mundial, la producción de carbón llegó a su mayor esplendor, pues con la ayuda de los esclavos coreanos y chinos, el rendimiento fue máximo, ya que, el carbón era altamente solicitado por el ejército nipón y sus batallas contra los estadounidenses, sobre todo. Obviamente, también fue el periodo de trabajo más duro, contando con la escasez de alimentos y las enfermedades. Murió mucha gente.

En la década de los años sesenta el petróleo comenzó a sustituir al carbón y, por lo tanto, las minas se fueron a donde tú ya sabes, así que en 1974 Mitsubishi decide cerrar las minas de la isla e irse de allí. El lugar quedó vacío… ¡La urbe se convirtió en una ciudad fantasma!

Permaneció completamente abandonada hasta 2009, cuando se decidió reabrir la ruta marítima para visitas turísticas.

ANECDOTARIO

Contado así, de manera rápida y resumida, se pueden obviar muchas cosas. Teniendo en cuenta el contexto histórico, tal vez podríamos entender las malas acciones que nuestros antepasados llevaron a cabo. Para algunos todo tiene justificación si se trata de una Guerra Mundial, pero no para todos. Los que más sufrieron, las víctimas (tanto de un bando como de otro), no perdonan y no entienden por qué deberían hacerlo.

Suh Jung-woo fue un superviviente, un coreano que trabajó esclavizado en las minas. En 1983 contó su terrible experiencia en una entrevista. Las autoridades japonesas le habían metido en un camión junto a otros compatriotas (adolescentes ellos). No sabía a donde les llevaban, pero si tenía alguna esperanza en escapar se disipó cuando vio la isla. Al día siguiente de haber llegado ya estaban currando en las minas, y siempre vigilados.

Las condiciones eran muchísimo peores que las de cualquier japonés. Vivían siete u ocho en una habitación pequeña, sucia y deteriorada. El trabajo era aún peor, claro, excavaban en minúsculos túneles de fácil derrumbe, y Suh Jung-woo lo calificó como insoportable y agotador. Al mes morían cuatro o cinco trabajadores y quemaban los cadáveres en una pequeña isla cercana.

Como consecuencia, muchos se suicidaron, y otros intentaron escapar lanzándose al mar para nadar a tierra firme, pero sin éxito, pues ya he citado que el mar de Japón es asesino.

El país insular ha intentado ocultar todo esto a lo largo de los años, pero las voces de los afectados nunca se han callado. Desde 2015, la isla está en la lista de Patrimonio Cultural de la Unesco, pero hasta entonces ha existido una oposición por parte de las dos Coreas (en algo están de acuerdo) por lo citado anteriormente. Al final se llegó a un acuerdo entre Corea y Japón para que los nipones incluyesen en las explicaciones turísticas e informativas los trabajos forzados que se llevaron a cabo en el lugar durante los años 40.

Aun así, a día de hoy (2019), sigue habiendo controversia, pues el gobierno coreano no cree que las explicaciones incluidas sean completas y adecuadas.

Ruinas

COMO LLEGAR

Solo cuatro empresas turísticas están autorizadas para llevarte a la isla. Te cuesta alrededor de 40 euros (pero en yenes, claro, que los euros te los tiran al careto) y las embarcaciones salen de Nagasaki.

Hay que tener en cuenta la época de visita, porque como estén los tifones por ahí te vas a quedar sin ver nada. A finales de 2018 se cerró el desembarco en la isla por estos mismos motivos, así que lo que hacen es darte un paseo en el barco alrededor de Hashima, cosa que a algunos no creo que les merezca la pena.

Otra manera de recorrer la isla es de forma virtual, pues con Street View puedes darte paseos por la zona como si estuvieras ahí mismo.

¿QUÉ HAY POR AHÍ?

La verdad es que tiene que ser increíble ver una ciudad post apocalíptica, pero siento deciros que la visita solo incluye una hora en la isla y no te dejan ver más del 5% de su territorio, por lo tanto, puede ser un poco chasco, sobre todo si tu intención es hacer parkour o simular una escena de la película “Battle Royale 2”, que fue donde se rodó.

Una pena que no te dejen ver más, tan solo dos edificios, y ni siquiera te dejan entrar, cosa que tiene su lógica, pues no creo que estén en muy buen estado. En el interior de algunos apartamentos podrías ver (si te dejasen entrar) el estilo de vida que se llevaba allí, e incluso hay diferentes objetos de la época que las familias se dejaron al marchar.

Televisión 2

No os cuento nada más. Es una mini isla con una historia interesante que, si te mola el tema y algún día andas por Japón, puede ser muy recomendable ir, siempre que atiendas a las explicaciones turísticas. La verdad es que tengo curiosidad por saber si cuentan algo sobre los trabajos forzados, y si es así ¿Cómo lo contarán? ¡Si alguien ha estado que nos diga!

En la próxima entrega os hablaré de una isla en territorio europeo, y como pista os diré que se trata de un parte de un país insular… Aun así, hay muchas opciones.

¡Saludos, navegantes!

3 comentarios en “Isla Hashima

  1. Pingback: Okunoshima – ¡Vaya Diario!

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