Montenegro

Hay quien considera que es el país más bonito de Europa. No sé si tanto, pero es cierto que dentro de sus cortas fronteras posee un gran valor natural, histórico y cultural. Montenegro es tan hermoso que no se entiende el por qué es un lugar desconocido para tantos. Seguramente los turbulentos acontecimientos a finales del siglo XX en los Balcanes despopularizaron Serbia y Montenegro. Los jaleos políticos, la corrupción y la crisis económica también tuvieron que ver.

Se independizó como el territorio que es hoy en el año 2006, siendo hoy el segundo país más joven de Europa (y su vecino Kosovo el primero), y lo hizo de Serbia (Serbia y Montenegro, mejor dicho) después de la pesadumbre que las consecuencias de la guerra habían provocado. Las disputas y diferencias con Belgrado estaban en aumento y un referéndum dictó la separación, así fue como este territorio se convirtió en un Estado independiente, aunque no era la primera vez, pues a principios de los noventa consiguió expulsar a los otomanos para presentarse como Reino de Montenegro.

Los Balcanes siempre fueron zona de palos, y más la zona costera, por lo tanto, donde hoy se encuentra la pequeña república, fue morada de diferentes civilizaciones a lo largo de la historia: griegos, ilirios, romanos, eslavos, venecianos (momento en el que sus costas lograron gran autonomía), búlgaros, otomanos… Y como consecuencia ha tenido diferentes nombres, ideologías y religiones.

De su época veneciana viene el nombre que tiene actualmente: “Montenegro” que, viniendo de una lengua romántica, los que hablamos español entendemos perfectamente su significado. Pero no en todos los países se llama “Montenegro”, pues en algunos lo han traducido a su lengua, como los turcos, los griegos o los propios montenegrinos, nombrándolo de tal manera: “Crna Gora”.

Ahora sí, vamos al lío. Unos datos prácticos y luego una lista de atractivos para que comiences a segregar dopamina y oxitocina, se te agiganten las pupilas y expulses sudor por las manos:

Idioma: El montenegrino es en realidad un dialecto del serbiocroata, por lo que los serbios y los croatas, y en menos medida los bosnios, pueden entenderse bien. A diferencia de Serbia, Montenegro utiliza el alfabeto latino, adoptado en 2009, pero no es raro encontrarse letreros, cartas o anuncios en cirílico.

Visados: Para los ciudadanos españoles no es necesario obtener un visado de entrada al país. Con tener el pasaporte en vigor será suficiente para que te sellen esos señores aduaneros con cara de mala hostia.

Moneda: Al igual que ocurre con Kosovo, Montenegro no pertenece a la Unión Europea, sin embargo, usa el euro. Esto se debe a que al país le sale más barato utilizar una moneda externa que crear la suya propia, evitando la hiperinflación. Así pues, el euro no es de curso legal en el país, pero el Estado y la población utilizan la moneda como tal.

Tiempo: Montenegro es casi todo montaña, de ahí su nombre, y los Alpes Dináricos, muy cerca del litoral, impiden que los vientos marinos pasen al interior, así que tenemos un clima mediterráneo en la línea de costa y un clima continental en el resto del territorio.

1. Kotor

Comencemos por la joya de la corona montenegrina, porque sí, porque lo vale, y poco a poco se está convirtiendo en otro Dubrovnik, cosa que no es del todo bueno, según mi opinión.

Pero bueno, opiniones a parte… Kotor es una pequeña ciudad portuaria que te permite trasladarte en el tiempo a la Edad Media: sus empedradas callejuelas que siempre acaban en algún templo, como la más impresionante de todas, la catedral de San Tifón. Su muralla y la montaña la protegen del invasor, y una subida serpenteante por la ladera de 1300 escalones que te dejarán la lengua afuera, pasan por la preciosa iglesia de Nuestra Señora de la Salud y finiquitan en el Castillo de San Juan, a 280 metros de altura, donde se ve la ciudad fortificada y gran parte de la Bahía de Kotor. Todo Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Es impresionante el paisaje en cualquiera de sus ángulos, siempre hay montaña, y casi siempre agua y muralla (y por desgracia cruceros). Hasta un perro podría sacar una foto maravillosa de Kotor. El declive llegará con el turismo, pero esperemos que tarde más de la cuenta.

2. Perast

La Bahía de Kotor da para mucho. No muy lejos de la famosa ciudad se encuentra esta pequeña localidad pesquera de tan solo 349 habitantes. Es fácil de reconocer, porque es bonita: se sitúa en el centro de la bahía, frente al canal. La iglesia de San Nicolás despunta en medio del pueblo, y a pocos metros de su costa se encuentran dos islotes muy característicos… Si miras desde Perast, el islote de la izquierda es el de San Jorge, y es extremadamente parecido al cuadro “La isla de los muertos” del suizo Arnold Böcklin, de donde dicen que tomó la inspiración. El islote de la derecha, Nuestra Señora de las Rocas, también es muy interesante, pues se trata de la única isla artificial del Adriático, y se supone que se creó poco a poco, pues los marineros fueron arrojando piedras cada vez que pasaban por allí como promesa a una virgen, y finalmente salió a la superficie. Ahora hay una iglesia del siglo XVII, un museo y un faro.

3. Herceg Novi

Esta ciudad se encuentra en la boca de la bahía de Kotor, a tan solo 10 km de la frontera con Croacia y a 20 km de la de Bosnia y Herzegovina. Tiene un bonito centro histórico con su castillo, su torre del reloj y sus iglesias, tanto católicas como ortodoxas. También hay balnearios y un lodo marino que dicen que es curativo. Además, tanto desde Kotor como desde Herceg Novi, puedes contratar una ruta en lancha que te lleve a conocer los bunkers submarinos (son espectaculares), la isla de Mamula (donde hay un fuerte que fue utilizado como prisión por los fascistas italianos) y la Cueva Azul, que es una gruta en el acantilado que, al verse reflejada la luz del sol en el agua, da una iluminación de película (lo malo es que siempre está lleno de lanchas, pero te puedes bañar).

Cuando iniciamos nuestra ruta por los Balcanes, había dos lugares que quería visitar por encima de todos: la isla Daksa en Dubrovnik (no la visité porque no encontré la manera), de la cual escribí hace tiempo, y Herceg Novi (no la visité porque no encontré tiempo) ¿Por qué quería visitarlo? Pues porque hubo un momento en su historia que se cruzó con la de España… La ciudad fue de los otomanos desde 1482 hasta 1687, salvo en un periodo de un año en 1538. Este año, dentro de las guerras astro-turcas, los tercios españoles tomaron la ciudad y la fortificaron, y al año siguiente llegó el asedio otomano comandado por Barbarroja. Los que se encontraban asediados en Castelnuovo (Herceg Novi) no eran más de 4.000 tercios, y sin embargo los turcos contaban con una flota de 50.000 hombres, por lo tanto, ya sabemos quienes ganaron la batalla, sin embargo, la resistencia y lucha de los españoles puso al ejército de Barbarroja contra las cuerdas, pues, aunque perecieron casi todos los defensores, los atacantes tuvieron cinco veces más bajas. Es un acontecimiento que apenas se conoce, pero en aquella época se llegaron a crear canciones y poemas en toda Europa por la valentía y lucha de los soldados españoles.

4. Budva y Sveti Stefan

Si hablamos de turismo, Budva es la ciudad más importante de Montenegro, pues aquí no solo hay patrimonio histórico y cultural, sino también playa (la de Mogren es la más famosa) y fiesta nocturna. Su centro histórico es muy interesante, la muralla esconde una telaraña de callecitas estrechas y arquitectura veneciana. Perderse es la mejor opción, y tomarse un refrigerio en alguna de sus terrazas también puede ser una decisión correcta ¡Ah! Y no pises ningún gato, que hay muchos.

Fuera de la zona amurallada encontrarás una ciudad hecha para los vicios de la noche y un puerto con barca-taxis que querrán venderte unos paseos por la costa. No es mala opción si negocias destinos y precios: pueden llevarte a la isla de San Nicolás, donde hay buenas playas, pero también hay playitas muy monas a lo largo de la costa. Y a pocos kilómetros está Sveti Stefan, un complejo hotelero de lujo (la habitación más barata cuesta 850 €) donde varias celebridades han dejado reposar sus culos. Se trata de una gran roca unida a la costa por una pequeña pasarela que lo convierte en península. El acceso está cerrado para los que no son clientes del hotel (aunque desde el COVID está cerrado permanentemente en 2022), pero las playas que lo rodean pueden visitarse, eso sí, son privadas y cuesta un pastón acceder a ellas.

5. Cetiña  

Aquí la antigua capital del país cuando este fue un reino. Pero, aunque haya perdido ese título, aún sigue albergando la sede del gobierno y dando cobijo al presidente de la república. Cetiña se encuentra en el extremo este del Parque Nacional Lovcen, o sea, hacia el lado contrario de las montañas que dan sombra a Kotor. Esta ciudad posee varios museos interesantes que, en conjunto se conoce como el Museo Nacional de Montenegro. Y a pocos pasos está el Monasterio de Cetiña, un imprescindible si decides pasearte por la antigua capital.

A tan solo 5 km de la ciudad está la cueva de Lipa, una de las más tochas de Montenegro (2,4 km de recorrido) que abrió al público en 2015, aunque siempre hay que ir acompañado por un guía (a las 10:00h sale la primera excursión y a las 16:00h la última), pues la cueva tiene peculiaridades únicas que deben conservarse, que luego pasa lo que pasa y se llena todo de botellas vacías de Coca-Cola. Aquí su página web: https://lipa-cave.me/#

6. Parque Nacional Lovcen

Y como decía antes, el Parque Nacional Lovcen se encuentra entre Cetiña y Kotor. Si dispones de vehículo a motor tal vez te interese ir por la carretera P1 que conecta estas dos ciudades yendo justamente por la montaña Lovcen, pero si te sueles marear en las curvas o te pones nervioso al volante cuando vas por una carretera estrecha de ambos sentidos, tal vez no sea para ti este hermoso camino, eso sí, te quedas sin las mejores vistas de la bahía. Bueno, si prefieres evitar lo anterior siempre puedes ir a Cetiña por la carretera del sur y desde allí subir en 30 minutos al pico Jezerski, que es donde se encuentra el mausoleo del príncipe y poeta Pedro II Petrovic, aunque ya no está enterrado ahí porque ya sabemos las turbulencias políticas que han tenido los Balcanes, y por consecuencia Montenegro. Desde arriba hay una vista panorámica donde, si hace buen tiempo, se pueden ver puntos muy alejados del país, como el lago Skadar o Dumitor.

7. Podgorica

De la capital de Montenegro ya escribí una guía completa en el anterior post de los Balcanes, así que lo único que voy a decirte es que para mí merece la pena dedicarle al menos un buen paseo. Y si quieres pernoctar allí, pues mucho mejor, que los podgoricenses son los más majetes del país.

8. Lago Skadar

Es el lago más grande de los Balcanes e incluso de todo el sur de Europa. Tenemos aquí una maravilla de la naturaleza de 370 km2 de superficie que comparten Montenegro y Albania. Puede que el pueblo a orillas del Skadar más accesible y que está enfocado más al turismo sea Virpazar, al noroeste del lago. Esta localidad pesquera ofrece una buena gastronomía en los muchos restaurantes del lugar y, sobre todo, ofrece paseos en lancha por el lago, donde recorres los canales de nenúfares, rodeas algunos islotes, diferentes monasterios como el de Beška, Vranjina o Kom, playas que solo son accesibles en kayak y avistamiento de aves en la época estival. Además, suele incluir unos minutos de baño. Otra opción es alquilar una piragua y hacerlo a tu ritmo, descubriendo esas playitas no masificadas. Es un lugar totalmente recomendable.

9. Stari Bar

Bar es una importante ciudad portuaria al sur del país, pero, salvo el Palacio del Rey Nikola, aquí no hay grandes atractivos. Lo verdaderamente interesante está a 5 km hacia el interior, donde se encuentra la antigua ciudad de Bar (Stari Bar). Ahora alberga a menos de 2.000 personitas, pero antes de 1877 fue una ciudad importante. Lo que ocurrió es lo que suele ocurrir siempre… ¡Guerra! En aquella época, Stari Bar pertenecía a los otomanos, que estaban en guerra con el revelado principado de Montenegro. Estos últimos sitiaron la ciudad y la bombardearon hasta dejarla hecha escombros y, por si fuera poco, años después hubo un terremoto y destruyó el indispensable acueducto, así que los habitantes fundaron la nueva ciudad de Bar en la costa. Hoy podemos ver las ruinas de lo que fue una importante ciudad.

Entre la nueva y la vieja Bar, se encuentra uno de los olivos más antiguos de Europa (también dicen que es uno de los árboles más viejunos del mundo). Su nombre es Viejo Olivo de Mirovica, que significa “de la paz” o algo así, y esto es porque, antiguamente decían que, cuando dos tenían una disputa iban a las inmediaciones del árbol para reconciliarse. Es un árbol protegido y está aburrido, así que seguro que le encantaría que le visitaras.

10. Ulcinj

Si quieres un trocito de Albania sin tener que cruzar la frontera aquí tienes el lugar indicado. Ulcinj, localidad costera, es la ciudad más meridional de Montenegro y está a tan solo 12 km de la frontera con Albania. Los turistas de los países occidentales aún no la tienen muy visitada, así que aprovecha y pásate, pues es una urbe fabulosa con historia de piratas. El casco antiguo se sitúa sobre una colina fortificada con edificios de piedra y tejado naranja, y desde sus murallas puedes divisar las mezquitas y la playa de la ciudad. Pero si te gustan mucho las playas puedes desplazarte 4 km hacia el sur, donde te toparás con la más grande de Montenegro, la Playa Velika, de 12 km de longitud. Y al final de esta playa kilométrica, pegado a la frontera con Albania, se encuentra una isla formada por el delta del río Bojana (que hace de frontera) llamada Ada Bojana, y aquí podrás pasearte con tus atributos al aire, para que se ponga moreno todo tu cuerpazo, ya que es uno de los pocos espacios naturistas del país.

11. Monasterio de Ostrog

Si en Montenegro le pegas una patada a una piedra aparecerán tres o cuatro monasterios diciéndote “hola”, porque otra cosa no, pero los templos ortodoxos son los edificios favoritos de este jugador del Age of Empires. Ahora bien, si hay un monasterio “ojito derecho” por estas tierras, ese es el de Ostrog, del siglo XVII, a una hora de Podgorica hacia el noroeste. El templo blanco se encuentra incrustado en la roca del monte negro Ostroška Greda, por lo que el interior es una cueva en lo alto de la montaña, con unas vistas que no terminan. Este monasterio es visitado por más de 100.000 personitas cada año, ya sean peregrinos descalzos o turistas curiosos. Dicen que es uno de los tres lugares sagrados más importantes de peregrinación ortodoxa, aunque no he encontrado datos que me lo confirmen. Ostrog es uno de los atractivos de Montenegro más conocidos y publicitados, y en mi opinión, si tus creencias no acompañan, creo que está sobrevalorado… No digo que no sea bonito, pero hay tantas cosas preciosas en este país que, creo que el monasterio puede ser fácilmente reemplazable, siempre y cuando, repito, no tengas un interés religioso o arquitectónico importante. A nosotros, personalmente, nos decepcionó.

12. Cañón Nevidio

Dirigiéndonos ya hacia el norte, en busca de aventuras, podemos encontrarnos a las puertas del Parque Nacional Durmitor un cañón explorado hace relativamente poco (en 1965). Está bien escondido, de ahí que se llame Nevidio, que significa algo así como “No lo veo”, y hoy lo frecuentan gran cantidad de agencias expertas en sacarte adrenalina, especialmente con la actividad de barranquismo (es el mejor sitio del país para realizar este deporte). Por desgracia no pude vivir esta experiencia en mi viaje, pero por lo que he visto en las páginas web de las agencias y sobre todo en las referencias de los que sí han participado en esta actividad de aventura, merece la pena. Aun así, es preciso saber que la actividad dura entre cuatro y seis horas en agua helada (te dan neopreno, no problema) y que cuesta entre 100 y 130 euros (según he visto en las páginas de varias agencias).

13. Parque Nacional Dumitor

Y otra joya montenegrina más ¡Esto es un no parar! Haciendo frontera con el cañón nombrado anteriormente, tenemos aquí las montañas que tocan las nubes: Bobotok Kuk, de 2.523 metros, es el pico rey de Dumitor y uno de los más altos de Montenegro (hasta hace poco se pensaba que era el más alto, pero nuevos estudios sitúan los picos más altos en la frontera con Albania). Entre el macizo y la alta meseta que forma el parque nacional se esconden 18 lagos glaciales que son apodados como “los ojos de la montaña”, y el “ojo” más grande y famoso es el Lago Negro (Crno Jezero), de muy fácil acceso, pues se encuentra a tan solo 3 km de la ciudad de Žabljak. El precio de entrada al parque es de 3 euros, y una vez entras tienes un camino de 15 minutos hasta darte en los morros con el lago de fantasía. Además de poder alquilar un bote con remos o bañarte en el lago, tienes muchos caminos que invitan al senderismo para que puedas conocer otros lagos de la zona ¡Hay osos! Pero son más peligrosas las avispas, te lo digo por experiencia.

14. Cañón Río Tara

Y sin salir de Dumitor, hacia el norte, llegarás al río más espectacular de Montenegro, el río Tara, y lo que tiene de especial son las paredes que lo protegen, de 1.300 metros de profundidad en su punto más alto. Con una longitud de 78 km, este cañón es el más largo de Europa y el segundo del mundo, tras el del Colorado en Estados Unidos. Para visitar el cañón puedes llegar al famoso puente Đurđevića, que ha salido en varias películas, pues utiliza 365 metros de hormigón y 5 arcos para pasar de una orilla a otra, y la altura sobre el río es de 170 vertiginosos metros. Es una belleza arquitectónica que fue volada por los partisanos en la Segunda Guerra Mundial para que los italianos no pudiesen cruzar, pero por suerte se reconstruyó al acabar la guerra. El puenting se hace aquí, pero sobre todo hay varias líneas de tirolinas que cruzan el río en menos de un minuto y te dejan sin aire (la mejor línea es la amarilla, que cuesta 20 euros). Pero la actividad reina del Cañón del río Tara es sin duda el rafting que, salvo los meses de primavera, se hace una bajada “tranquila” y con unos paisajes de ensueño.

15. Parque Nacional Biogradska Gora

El país tiene cuatro Parques Nacionales, de los cuales ya hemos visto tres, Lovcen, Skadar y Dumitor, pues son los más conocidos y visitados. Ahora bien, Biogradska puede que no tenga esa popularidad (mejor), pero si vas a estar unos días más en Montenegro, esta opción será acertada. Biogradska Gora se encuentra en el centro-este del país, y es el Parque Natural más pequeño de Montenegro, pero eso no le quita belleza. Los bosques vírgenes contienen hayas, fresnos y arces de más de 500 años, lo que lo hace tan especial en Europa, y no olvidemos sus seis lagos glaciales, de los cuales, el de mejor acceso es el del lago Biograd. Aquí puedes descansar, respirar y vivir en un entorno privilegiado, alquilar una barquita o nadar en el lago. El senderismo es bueno para ti en todos los sentidos, y en ocasiones, si contratas un guía, incluye avistamiento de osos y mordeduras de serpientes.

Y sí, me dejo cosas, pero es que aquí no cabe todo. Montenegro es un país chiquito, pero misteriosamente tiene numerosas maravillas esparcidas por su territorio. Yo estuve una semana y, por desgracia, se me quedó muy corto ¡Quiero más Montenegro!

Mientras tanto os dejo con la parte del diario, donde contaré las andanzas acontecidas en los tres últimos días en el país, donde conocimos Kotor, su bahía y el norte del país.


D. Altibajos Dináricos (Días 13,14 y 15)

El día número 13 de viaje no fue un día muy interesante. No ocurrió nada excepcional, así que el resumen de este lunes se va a limitar a un pequeño párrafo:

Nos levantamos relativamente pronto para ir a la estación de autobuses de Podgorica, pues era momento de trasladarnos a Kotor en uno de esos destartalados autocares del demonio. Fue desesperante el trayecto, pero vamos, que ya estábamos acostumbrados a ese sufrimiento. Al llegar a Kotor cogimos un taxi para que nos llevara al apartamento y justo cuando llegamos nos comenzó a diluviar, y encima no se encontraba la anfitriona… Nos tocó esperar muchos minutos bajo un pequeño techado para escapar de las torrentosas lágrimas del cielo.

Tras comer, Kiran se empezó a encontrar mal, así que nos quedamos en el apartamento muy cabizbajos. Sólo me atreví a salir yo a recorrer parte de la bahía, donde solo encontré pequeñas playas y monstruos marinos. Ya con el sol escondido salimos a cenar algo que nos diese fuerzas para dormir.

Pero si aquel día no nos sacó ni una sonrisa, el que venía fue lo opuesto. A las seis de la mañana ya estábamos en pie, y eso se debía a que habíamos contratado un tour de día entero que nos acercaría al norte del país.

Las dos primeras paradas fueron miradores en la Bahía de Kotor, para observar Perast y las pequeñas islas frente a la costa. La siguiente la hicimos en el Lago Salado (Slansko Jezero), un sitio hermoso cerca de la ciudad de Nikšić. Luego desayunamos en un restaurante con comida montenegrina que estabaya en la zona norte, y reanudamos la marcha hacia el Parque Nacional de Dumitor: En el Lago Negro (Crno Jezero) recorrimos el sendero junto a las aguas y allí pude comprobar que las picaduras de avispas también son dolorosas en los Balcanes, pero bueno, un poco de sufrimiento nunca viene del todo mal.

Más adelante tuvimos el privilegio de cruzar el cañón del río Tara en tirolina, y podéis imaginaros qué subidón de adrenalina con ese cable que estaba a más de 150 metros de altura sobre el río. Para recuperar lo sudado comimos en un restaurante de Zabljak antes de iniciar la vuelta, pasando por el sorprendente monasterio de Ostrog. Ahora tocaba volver que, aunque lo he resumido rapidito, la ruta nos ocupó todo el día. En Kotor solo nos quedaba cenar para decir adiós a la bonita jornada.

Al día siguiente nos pusimos pronto en marcha, dando un paseo marítimo por la bahía y fichando tours navales. Luego comenzamos el ascenso al fuerte de Kotor, que son algo así como 1350 escalones, por lo que se hace duro, y duro, y más duro… y tanto es así que Kiran prefirió quedarse a unos pocos escalones antes de morir en el sobresfuerzo. Yo conseguí llegar y memorizar la proeza con fotos de postal.

La bajada fue igual de cansada, pero mucho más rapidita, cómo era de esperar. La intención era comer prontito para comenzar una ruta en lancha que ya habíamos fichado. Esta embarcación nos catapultó (nunca mejor dicho, porque bien rápida que iba) hasta la Blue Cave, una gruta muy hermosa con aguas azules donde te podías bañar, aunque estaba llenas de vómitos de guiris mareados. A mí casi me cae una pota en la cabeza.

Luego visitamos los búnkers submarinos, la isla Mamuka y la isla de Nuestra Señora de las Rocas, frente a Perast, dónde pudimos pisar tierra unos quince minutitos mientras se ponía el solamen. Muy bonito paseo, incluso con los botes que pegaba la lancha cuando se chocaba con las olas y nos hacía saltar por los aires. Al final dimos las gracias a algún ser superior por dejar que llegásemos con vida a Kotor. Solo quedaba una cosa… Paseo por el casco antiguo con la intención de culturizarnos, pero, para alegría de Kiran, acabo siendo tarde de compras, muy a mi pesar. Y terminamos el día como se suelen terminar, con una cena y una cama.

4 comentarios en “Montenegro

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